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Tras las huellas del Nazareno

Thu, 07 Apr 2016 19:42:00
 
Hna. Beatriz Liaño, S.H.M.

Mons. Nicolaos Matti Abd Alahad,
Arzobispo de la Iglesia Siria Ortodoxa de Antioquía.

Mons. Nicolaos Matti Abd Alahad, es Arzobispo de la Iglesia Sirio Ortodoxa de Antioquía. Nacido en Siria, se licenció en Teología Pastoral y fue nombrado rector del Colegio Teológico Sirio Ortodoxo en Siria en 1997. En 2004 fue nombrado Vicario Patriarcal en Argentina y desde 2014, Mons. Nicolaos es Vicario Patriarcal de su Iglesia en España, al cuidado de los refugiados sirio ortodoxos llegados a Madrid desde el comienzo del conflicto armado en Siria.

Mons. Nicolaos comienza la entrevista afirmando que, a pesar de vivir en países de mayoría musulmana: “En Siria, e incluso en Irak, los cristianos llegaron a niveles muy altos (en la sociedad), como ministros, embajadores, alcaldes… Llegaron a ser profesores y tenían sus negocios, eran comerciantes … Vivían muy bien y tenían derecho a vivir su vida cristiana como querían. Eso hasta que nació el Estado Islámico: Daesh”.

Su respuesta a la pregunta acerca de qué es el Daesh, de dónde ha salido, es clara: “Son radicales, fanáticos musulmanes que nacieron de un grupo que ahora es conocido con el nombre Daesh. Pero veamos por qué nació esto. Tenemos que saber que Daesh salió de Al Nusra, y que Al Nusra salió de Al Qaeda, y Al Qaeda salió de los Talibanes, y los Talibanes salieron de los Salafistas, y los Salafistas salieron de los Wahabistas… Es una cadena. Y lo que promueven, la enseñanza que promueven no es desconocida, porque lo que están haciendo ellos (ahora), las leyes de Arabia Saudí lo recogen ya”.

Mons. Nicolaos afirma que en Siria – y en otros países del Cercano y Medio Oriente – los cristianos están siendo perseguidos a causa de su fe. Entran en las poblaciones, localizan a los cristianos, algo que no es difícil dado que sus mismos nombres les delatan, y les reducen a la esclavitud. Piden a cambio de su liberación rescates astronómicos que usan para comprar armamento. A la población cristiana se le ofrecen tres posibilidades:

- el pago de un impuesto a cambio de poder permanecer en sus casas, pero con la condición de no poder celebrar su fe.
- abandonar la ciudad, pero sin poder llevarse nada más que lo puesto.
- la muerte.

Así sucedió en Al Qaryatayn. En ese lugar, Mons. Nicolaos cuenta que se dio una situación escalofriante: “Un matrimonio con su hija de doce o trece años, no quisieron cambiar de religión. Entonces cortaron la cabeza de la niña. La madre tenía el cadáver y el padre tenía la cabeza de la niña. Después los mataron a ellos también”.

Cada día amanece en Siria sin que los cristianos sirios sepan si van a ver anochecer: “Cada mañana, cuando las madres despiden a sus hijos que van a los colegios, no saben si va caer una bomba sobre ellos, o si cuando vuelvan los niños, van a encontrar la casa. Viven el día de hoy con mucha fe. Así no hay miedo. Como dicen ellos: Pueden matar el cuerpo, pero no pueden hacer nada más, porque nuestra alma está en manos de nuestro Señor”.

Es muy impresionante ver como la persecución y el sufrimiento ha conseguido lo que siglos de diálogo ecuménico no habían logrado: “Viven con mucha fe y unidos: no hay ortodoxo, católico, protestante… No. Viven como vivía la comunidad cristiana al principio: en ágape, en unión, en armonía. Y dicen que el único que nos une (es Jesucristo). No podemos separarnos entre nosotros, no podemos estar separados”.

El mismo Arzobispo que nos habla ha perdido a dos primos en la guerra y a un sobrino de veintitrés años. Tener fe, saber que los seres queridos que han muerto por odio a la fe están ya en el Cielo, no quita el dolor. Mons. Nicolaos recuerda a dos obispos sirios que hace tres años fueron secuestrados y de los que aún no se sabe nada. Y refiere otros ejemplo de matanzas de cristianos, en Maalula, un pueblo en el que – antes de comenzar el conflicto - vivían juntos cristianos y musulmanes. Y en Qamishli, un día antes de la Noche Vieja, dos bombas en dos restaurantes de un barrio cristiano dejaron el trágico balance de quince jóvenes cristianos muertos. El sacerdote que se lo contó – sin poder olvidar todavía toda la sangre y todo el horror del que había sido testigo - decía: “Solo porque es un barrio cristiano, nada más” (más información en el documento adjunto) .

La pregunta clave es qué es lo que ha provocado el conflicto. Mons. Nicolaos no puede ni quiere esconder los intereses que se esconden detrás de la persecución: “Mira, hay intereses. Hay intereses. Antiguamente puede ser que uno no supiera, no había comunicaciones como ahora que todo está abierto con la tecnología que hay…. Por ejemplo, Estados Unidos: ellos mismos están diciendo que fueron ellos los que crearon el ISIS, Daesh, y que lo hicieron para conseguir el petróleo. (…) Entonces, lo primero el interés de ganancia, (de obtener el control) de la energía del mundo, sea el petróleo, o el uranio o lo que sea… Ahora el gas que (se encontró) también en el Mediterráneo, en Siria. Esto lo primero. Segundo: las armas, las fábricas de armas. Hay países que viven de esto. Entonces tiene que haber guerra”.

Otro factor clave es Arabia Saudí: “Quiere dirigir el mundo árabe, no tiene nada, ni conciencia, ni expertos, ni nada. Solo tiene petróleo. Cincuenta años atrás, Arabia no tenía nada, no tenía nada: cuatro casas de ladrillo. (Casi) todos vivían en carpas (tiendas de campaña) y andaban con camellos. Y ahora que tienen petróleo quieren dirigir el mundo árabe, quieren la democracia para Siria, quieren la libertad para los sirios… Pero la mujer en Arabia no puede ni conducir un coche. Y (en cambio) la mujer siria es capitana de un avión 777 ¿Qué quieren? ¿Qué democracia quieren? La mujer no puede salir si no es tapada, la mujer no tiene derechos, no es más que una sirvienta en la casa, nada más”.

Añade detalles del sufrimiento de la población siria: “Hay una crisis muy grave en Siria. Por ejemplo, una bandeja de huevos -treinta huevos- sale a mil libras. Es mucho. Antes salía a veinticinco libras. Y otras cosas: (un kilo de) carne a cuatro mil quinientas libras. Uno no lo puede creer. Entonces, para vivir una semana una familia de tres personas, necesitan 25.000 libras. ¿Y de dónde lo sacan?”

Viendo el ejemplo de Irak – “Están llorando sangre todos los días”-, que lleva trece años con bombardeos y atentados casi diarios, Mons. Nicolaos no cree que el conflicto en Siria pueda resolverse fácilmente. Además de los secuestros, torturas y asesinatos de miles de cristianos, hay una importante pérdida de patrimonio: “Perdimos muchos de nuestros terrenos religiosos. ISIS, a donde va, rompe la cruz. Tiene miedo de la cruz. No, no, no puede ver la cruz… Pero puede crucificar gente. Sí, para crucificar sí (soportan la cruz), pero para ver la cruz en donde las tenemos, o las que están en la iglesia, no quieren. No la pueden ver. Pero sí pueden crucificar a la gente”.

Mons. Nicolaos trata de aliviar, en la medida de lo posible, la situación de los refugiados sirios en España: “La verdad esta situación es muy, muy grave para todos los cristianos. En esto nosotros como Iglesia estamos ayudando mucho. Queremos ayudar de muchas formas. Primero espiritualmente, para que crezcan en la fe. Aunque nosotros aprendemos de ellos la fe. Segundo, viven en unos países donde no conocen el idioma ni nada, en otra cultura. Sufren hasta que se acostumbran a esto”. (…) “Pero la ayuda que sería más eficaz es que los líderes del mundo digan a todos que dejen de alimentar la guerra, de alimentar al ISIS, al Estado Islámico, al Daesh. (Que dejen de) alimentar a Arabia Saudí, que está ayudando por su lado a los fanáticos, a los radicales musulmanes. Que paren. Ahora, hace poco declararon que es un genocidio. Tienen que abrir los ojos”.

Mons. Nicolaos termina con un llamamiento a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: “El que no sufre no puede entender. El ser humano es egoísta. Dice: en el momento en que yo estoy bien, no me importa mi vecino. Tenemos que vivir la vida cristiana de verdad. Basta, basta de decir que soy ortodoxo, católico, protestante… Dividimos el Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo. (…) El mundo está sobre un volcán que en cualquier momento puede explotar. El diablo ya está tranquilo. Está tranquilo porque ya está dirigiendo el mundo. Por eso tenemos que escuchar las palabras de nuestro Señor: “¿Cuándo vuelva, encontraré fe?” Porque nosotros tenemos que ser cristianos de verdad, no solo de boca, de palabra, sino con nuestras obras. Tenemos que mostrarlo al mundo. Muchas veces un refugiado, un emigrante, no quiere no quiere comida. Muchas veces lo que quiere es cariño, es amor verdadero, amor cristiano. (…) Tenemos que buscar dónde está nuestro Señor. (…) ¿Están nuestros corazones listos para recibirle?”







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