Santiago/CHILE.- Con activa participación de laicos, adultos y jóvenes, se iniciaron en la tarde de este lunes 2 de enero las Escuelas de Verano que organizan las vicarías zonales, ambientales y otros organismos de Iglesia, coordinados por el Instituto Pastoral Apóstol Santiago (INPAS). Los cursos y talleres se prolongarán hasta el 14 de enero.
El acto central de inauguración tuvo lugar en el Instituto Miguel León Prado, sede de los cursos y talleres que ofrece la Vicaría de la Zona Sur de Santiago. Ante cerca de mil participantes, el Arzobispo de Santiago, Monseñor Ricardo Ezzati, expuso sobre el Concilio Vaticano II.
Monseñor Ezzati entregó su saludo de pastor a los presentes y los felicitó por su interés en prepararse para ser discípulos y misioneros de Jesucristo. Luego destacó que este año se cumplirán 50 años del inicio del Concilio Vaticano II, al que calificó como “el acontecimiento más grande que ha tenido la Iglesia en los últimos siglos”. Explicó que este concilio, el número 21 en la historia de la Iglesia, lo convocó Juan XXIII en 1962 “porque habían cambiado los tiempos y frente a esos nuevos tiempos la Iglesia debía dar una nueva respuesta a la situación de la evangelización, tenía que plantearse frente a su realidad y a su misión, tenía que contemplar el mundo y preparar los caminos para realizar la evangelización de este mundo”.
Todos los bautizados somos la Iglesia
Señaló el pastor que ese concilio hizo varios descubrimientos para la Iglesia de este tiempo. Uno de ellos fue el que la Iglesia no tiene una estructura piramidal, en la que en la cúspide está el Papa, luego los obispos, después lo sacerdotes y la vida consagrada y, por último, el pueblo católico. El Concilio Vaticano II descubrió que la Iglesia es el Pueblo de Dios, y “a este Pueblo de Dios pertenecen con la misma dignidad todos los miembros de la Iglesia”. Agregó que “es el Bautismo el fundamento que nos hace a todos de la misma dignidad Pueblo de Dios”. Otro elemento establecido por ese concilio es que la Iglesia es santa, porque tiene por cabeza a Jesucristo y su alma es el Espíritu Santo, pero también pecadora, porque, además, está constituida por los hombres y mujeres, “que somos limitados y pecadores”.
En esta Iglesia, dijo el arzobispo de Santiago, surgen diversas vocaciones que son “para el bien de todos los demás”. Luego, monseñor Ezzati explicó el que Concilio Vaticano II afirma que “la Iglesia no termina aquí en la tierra, sino que está llamada a ponerse en camino hacia el cielo, para vivir en comunión también con aquellos hermanos y hermanas que ya han llegado a la patria definitiva, la Jerusalén celestial”.
Más adelante, destacó otros temas surgidos de ese concilio para toda la Iglesia, como el valor de la Palabra de Dios, que antes del Vaticano II estaba prácticamente vedada para los laicos, no como ahora, que aparece en las celebraciones de los sacramentos, en las reuniones parroquiales y en la vida de las familias cristianas, en sus casas. “Sin Palabra de Dios no hay renovación de la Iglesia”, afirmó.
Otro pilar de renovación de la Iglesia es la celebración litúrgica, dijo. “Si somos el Pueblo de Dios, si tenemos la Palabra de Dios entre nosotros, ¡cómo no celebrarla! ¡Cómo no hacer fiesta!”.
Una Iglesia al servicio de todos los pobres
Por último, el arzobispo de Santiago destacó que a partir del Concilio Vaticano II el concepto de Iglesia no es la de una Iglesia para sí misma, sino que “la Iglesia existe para servir, su vocación es ponerse toda entera ella al servicio de las personas humanas, para que el proyecto de Dios, que es de vida abundante, llegue a todos”. Añadió que esta Iglesia post conciliar se pone al servicio del mundo, “dialoga con el mundo, le ofrece al mundo lo que Jesús nos ha regalado, lo más grande, su propia vida, su propia palabra, su propia santidad”. En este servicio, terminó, la Iglesia ha tenido unos privilegiados y se descubre a sí misma “como servidora de los pobres, de todos los pobres, de los que no tienen techo, no tiene trabajo, de los que están solos, de los que han perdido la libertad, la esperanza”. Dejó a todos dos tareas: conocer los documentos del Concilio Vaticano II y llevarlos a la práctica.
Testimonios
Gilda Gatta, de la parroquia San Damián de Molokai, se inscribió en un curso de cultura mapuche, “porque hago un trabajo en la parroquia con una comunidad terapéutica en la que atendemos a adictos y alcohólicos y tenemos gente mapuche. Me he dado cuenta que culturalmente no los conozco y esa es la razón por la que tomé este curso”. Afirmó que estas escuelas de verano “son siempre interesantes para mejorar y crecer”.
Por su parte, Giovanni Cerda, de la parroquia San Mateo, estudiante de cuarto medio, optó por el curso sobre la Misión Joven 2012, “porque pertenezco a un grupo encargado de esta misión en la parroquia. Este es el tercer año que participo en la Escuela de Verano. Antes hice dos cursos de animación. Son súper buenos y cada día cursos están mejores”, dijo.
En otras vicarías
Las Escuelas de Verano se realizan en diversas sedes de las vicarías zonales y ambientales. Los cursos de la Vicaría de la Zona Centro y del INPAS se ofrecen en el colegio de los Sagrados Corazones de la Alameda, destacando los cursos para comunicadores parroquiales, nivel 1 y 3.
Los contenidos de los cursos están relacionados con el Plan de Formación para Laicos y con las Acentuaciones Pastorales para 2012 de la arquidiócesis. Entre las materias que se ofrecen figuran cursos tanto de desarrollo personal como de formación cristiana y crecimiento espiritual, como Pastoral de Turismo, Acompañamiento en el duelo, Ministros de la Eucaristía, Liderazgo y vocación cristiana, Pastoral Social, Cristología, Antropología cristiana, Ecumenismo, Misión Joven 2012, Teología Bíblica, Formulación de proyectos, etc.
