Obispos argentinos, presentes en un encuentro internacional de ecumenismo

Tres obispos argentinos participan en estos días de un encuentro internacional de ecumenismo en Roma. Se trata de monseñor Santiago Olivera, obispo de Cruz del Eje; monseñor Baldomero Carlos Martini, obispo de San Justo, y monseñor José Luis Ponce de León, obispo de Manzini (Suazilandia) y administrador apostólico del vicariato de Ingwavuma (Sudáfrica), quienes asisten al XVI Encuentro internacional de cristianos y pastores para la Iglesia del mañana.

Como parte de las actividades del encuentro internacional, los obispos católicos concelebraron el pasado miércoles 5 de febrero una misa en la tumba del apóstol san Pedro, junto con el cardenal Giuseppe Bertello. Al respecto, monseñor Olivera escribió: "Todo un signo. Todos con Pedro, el de antes y el de ahora". Luego asistieron a la audiencia general de los miércoles, que trató sobre la Eucaristía. Debido a las condiciones climáticas de Roma -llovía copiosamente- y la cantidad de prelados, fue imposible que los asistentes al congreso saludaran a Francisco. No obstante, monseñor Martini y monseñor Olivera habían tenido la oportunidad de concelebrar con Francisco en la capilla de la Casa Santa Marta.

Los obispos católicos, ortodoxos y anglicanos reunidos escucharon una conferencia de Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio. El movimiento eclesial nació hace 46 años en el barrio de Trastévere, a diez minutos en auto del Vaticano, con la misión de fomentar la labor apostólica entre los pobres de las grandes ciudades, el diálogo interreligioso en el mundo y la solución de conflictos políticos internos e internacionales. Riccardi disertó sobre "La sorpresa del papa Francisco".

"¿Qué pasó -reflexionó Riccardi- que en menos de un año lo que parecía una decadencia eclesial se transformó con la presencia de Francisco? Benedicto renunció porque no se vio con fuerzas para transitar la nueva estación de la Iglesia, no se vio con fuerza para afrontar los nuevos desafíos. Benedicto fue honesto, valiente y profético. Y el Espíritu hizo que desde el comienzo del pontificado de Bergoglio el clima fuera distinto. Se comenzó a respirar alegría, confianza y esperanza".

"La novedad más importante es que si antes cualquiera hubiera querido sacarse una foto con el Papa, el fenómeno Francisco produjo que todos quieren escucharlo…Hay deseo de escuchar….y esto es un don, un logro, un desafío y una tarea. Se ha pasado de un clima de decadencia a un clima de primavera, se ve en la prensa. ¿Pero puede ser así? ¿Por un hombre? ¿En este poco tiempo?", preguntó el catedrático.

Riccardi aseguró que al venir el Papa "del fin del mundo", trae consigo el sentido de esperanza y de las periferias, que "no está contaminado con la cultura europea, en la que no se veía el mañana con esperanza". Si bien no han desaparecido los problemas ni los pobres, estimó el conferencista, con Francisco se han vuelto "compañeros de nuestra vida", a través del anuncio del Evangelio con tantos gestos que atrajeron la simpatía de multitudes. "La Iglesia no puede ser antipática. La simpatía abre el hombre a Dios. El Concilio Vaticano II ha sido el concilio de la simpatía, simpatía inmensa ante las necesidades humanas", dijo.

"La simpatía y el amor antes que la teología", concluyó Riccardi, citando el abrazo histórico entre Pablo VI y el patriarca ortodoxo de Constantinopla Athenágoras, a quienes se les atribuye haber dicho «Nosotros lo hacemos; luego, que los teólogos expliquen". Y aseveró que si bien Francisco no es la respuesta a todos los problemas, a través de sus palabras "tenemos la sensación de que Dios quiere más de su Iglesia".

El obispo de Cruz del Eje también contó alguna de las experiencias vividas con miembros del movimiento: "El primer día hemos acompañado a algunos miembros a repartir alimentos y bebidas a los que viven en la calle. Muchos han podido conseguir por medio de San Egidio casas ambulantes donde vivir. Otros viven en lo que nosotros conocemos como Villas de Emergencia; allí viven hermanos de Rumania, Eritrea, Ecuador, entre otros".

"Golpeábamos las casas rodantes, con una sonrisa éramos recibidos y con una sonrisa le acercábamos la comida. La verdad que todo es un signo. Un signo fuerte. Recuerdo al papa Francisco que nos dijo en su exhortación apostólica: «"Si la Iglesia entera asume este dinamismo misionero, debe llegar a todos, sin excepciones. Pero ¿a quiénes debería privilegiar? Cuando uno lee el Evangelio, se encuentra con una orientación contundente: no tanto a los amigos y vecinos ricos sino sobre todo a los pobres y enfermos, a esos que suelen ser despreciados y olvidados, a aquellos que no tienen con qué recompensarte. No deben quedar dudas ni caben explicaciones que debiliten el mensaje tan claro. Hoy y siempre, los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio y la evangelización dirigida gratuitamente a ellos es signo del Reino de Jesús que vino a traer. Hay que decir sin vueltas que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos».+