Es tiempo de centrar el corazón en lo esencial de la fe y sanar las heridas

Monseñor Tissera se valió del magisterio del papa Francisco contenido en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, con el que el Santo Padre invita a vivir una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría y el gozo que produce el encuentro con Jesucristo.

El prelado quilmeño recordó de ese texto las apreciaciones sobre el mundo actual, que “con su múltiple y abrumadora oferta de consumo”, mete a los hombres en la “tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro” y de la “búsqueda enfermiza” de placeres superficiales y de la conciencia aislada, que lleva a correr el riesgo de perder “el entusiasmo para hacer el bien”.

Monseñor Tissera recordó que el Evangelio invita constantemente a la alegría e invitó a saber gozar y gustar de cosas bellas y lindas de la vida. “Esto no quita –agregó- que haya fracasos y sufrimientos, o ignorar las pérdidas y desgracias de la existencia. Hablamos de la alegría de la fe y del amor. Esa alegría debe despertarse poco a poco en nosotros cuando la hemos perdido, como una secreta y firme confianza, aún en medio de grandes angustias”.

“A veces ponemos muchas excusas y reclamos para vivir esta alegría creyente –evaluó el obispo.. Es una verdadera tentación que tenemos. Suele suceder esto porque “la sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muy difícil engendrar la alegría; porque la alegría tiene otro origen. Es espiritual”.

Monseñor Tissera recordó que en la vida pastoral del Papa, los gozos más bellos y espontáneos han provenido de las personas pobres que tienen poco a qué aferrarse. “Gracias al encuentro con Jesús –dijo-, con su amor misericordioso, somos rescatados del encierro de nuestro yo. Cuando permitimos que Él nos lleve más allá de nosotros mismos. Allí está el manantial de la acción evangelizadora. Anunciamos lo que vivimos, lo que sentimos muy hondo”.

El obispo indicó que la Cuaresma ayudará a clarificar la mirada, centrar el corazón en lo esencial de la fe y sanarse espiritualmente. Instó a frecuentar activamente la Palabra de Dios, la oración comunitaria, los sacramentos y las obras de misericordia. “Todo debe ayudarnos a centrarnos en Dios que manifestó su amor inmenso en Cristo muerto y resucitado”, recomendó.

“Tratemos de participar, e invitemos a otros, de las celebraciones litúrgicas de la Cuaresma y Semana Santa. Es el modo como los cristianos festejamos el amor inmenso de Dios y lo mostramos a otros. “La Iglesia evangeliza y se evangeliza a sí misma con la belleza de la liturgia”, concluyó el prelado.+