En este domingo celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor, es el día de la glorificación definitiva a la derecha del Padre, se trata de una fiesta de gozo por el triunfo del Señor. Esto es lo que nos dicen los testigos: “se volvieron a Jerusalén con gran alegría” (Lc 24,52). Pero es también la fiesta de la esperanza, por lo que nos ha prometido el Señor, porque sigue presente en nuestra historia, por medio de los sacramentos y de su Palabra. Con nuestros ojos no le podemos ver, pero los ojos de la fe nos muestran su bello rostro y nos aseguran la esperanza, el consuelo y la alegría.
En este domingo de la Ascensión, cuando vemos tantos niños acercarse a la Mesa del Señor y recibir, por primera vez, la Comunión, quiero haceros una especial llamada a vosotros, padres: que os sigáis preocupando de la formación en la fe de vuestros hijos, también en la escuela. Por esto os llamo a la puerta de vuestro interior para proponeros que les inscribáis en el colegio a la CLASE DE RELIGIÓN.
El estudio de la Religión en la escuela es un instrumento precioso para que los niños y jóvenes crezcan en el conocimiento de todo lo que significa su fe, a la par que van desarrollando sus saberes en otros campos. Comprenderán que creer en Dios ilumina las preguntas más profundas que ellos llevan en su alma y que Jesucristo es la revelación plena del misterio de Dios y del camino del ser humano. Entenderán la cultura en la que viven, cuyos valores y expresiones artísticas y de todo orden hunden sus raíces en la fe cristiana. Aprenderán a valorar lo bueno que hay en otras religiones y a respetar la dignidad sagrada de todos los hombres, creyentes o no. Adquirirán una visión armónica del mundo y de la vida humana que les capacitará para ser personas más felices y ciudadanos más libres y responsables, constructores de una verdadera convivencia y de una sociedad en paz. Todo esto es fruto del conocimiento del Evangelio de Nuestro Señor Jesús.
