La Santa Sede y la
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las
Sociedades de Vida Apostólica nunca han “escondido” en Roma al
sr. Luis Fernando Figari, fundador del Sodalicio de Vida
Cristiana, ni lo han protegido impidiéndole regresar a Perú
para responder directamente a las acusaciones formuladas en
su contra. Lo aclara en un comunicado publicado
en el sitio web de la Conferencia Episcopal peruana, la misma
Congregación, que quiere responder de este modo a afirmaciones
infundadas sobre el caso que ha involucrado a Figari y al
Sodalicio fundado por él en 1971, el cual ha sido comisariado
el pasado 10 de enero por la Santa Sede.
La carta del 30 de enero de 2017
En
el comunicado la Congregación recuerda su carta del 30 de
enero de 2017, dirigida al Superior General del Sodalicio, en
la que fuera formulada una valoración del caso del sr. Figari
en base a la documentación que la misma
Congregación había recibido.
Esto para determinar, “la
posible fundamentación, sobre todo, pero no exclusivamente,
de las denuncias de abuso a menores”, que hasta hace poco tiempo
atrás constituían la “acusación principal, pero no exclusiva”
contra el sr. Figari por parte de la opinión pública del Perú y
de miembros o ex miembros del Sodalicio. Sucesivamente
hubieron otras denuncias: de “violencia psicológica,
maltrato, abuso de poder, irregularidades y falta de
transparencia en la gestión económica del Sodalicio, uso de
métodos de formación notablemente impropios”; acusaciones
inicialmente consideradas secundarias por los acusadores y
por la opinión pública, que querían una condena por
abuso de menores.
La cuestión del regreso a Perú
En
la valoración contenida en la carta del 30 de enero de 2017, la
Congregación tuvo en cuenta estas ulteriores
responsabilidades y “sólo por estos motivos se consideró
oportuno señalar al Superior General del Sodalicio que el sr.
Figari no regresara a Perú, donde cuenta con numerosos apoyos
y donde tiene mayores posibilidades de causar otros daños
sobre todo a personas, de ocultar o destruir pruebas en contra de
él”, y de “obstaculizar el curso de la justicia tanto
eclesiástica como del Estado”.
La Congregación aclara,
por lo tanto, que esta prohibición , “no es de hecho absoluta”,
porque como está escrito en la carta antes mencionada, “el sr.
Figari puede regresar a Perú, por razones graves y con el
permiso por escrito del Superior General”. Y dado que el
Sodalicio está comisariado desde el pasado 10 de enero, el
permiso puede ser concedido por el Comisario Apostólico,
Mons. Noel Antonio Londoño Buitrago.
Ninguna protección o privilegio
La
Congregación guiada por el Cardenal João Braz de Aviz, por
tanto, ha sólo señalado al Superior General la no
conveniencia de su regreso a Perú, pero “no ha sido establecido
en absoluto, ni tampoco ha sido sugerido al Superior
General, que el sr. Figari tendría que continuar residiendo en
Roma o en el Vaticano, donde de hecho nunca ha residido”.
La
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada se ha sólo
limitado a pedir que Figari fuese destinado en una
residencia donde no haya una comunidad de Sodálites, que le
fuese prohibido el contacto con miembros del Sodalicio, hacer
declaraciones públicas y participar
en manifestaciones públicas.
La decisión de establecer
en Roma la residencia de Figari – se explica en el
comunicado- debe atribuirse a la libre elección del Superior
General, dictada por necesidades concretas para la
realización del propósito principal de la carta de 2017, es
decir, de “evitar en la medida de lo posible, cualquier daño
adicional a cualquier persona por parte del sr. Figari, para
proteger a las víctimas y favorecer el curso de la justicia”.
“En consecuencia, no se ha reservado ninguna protección o
privilegio de ningún tipo al sr. Figari”. Por lo tanto, si en el
futuro “surge la necesidad de que el sr. Figari regrese a Perú
para rendir cuentas a la justicia peruana, su regreso al
citado país podrá ser autorizado por
el Comisario Apostólico”.
El comunicado concluye
añadiendo que las medidas solicitadas por la Congregación en
la carta del 30 de enero de 2017, aún “no han sido formalmente
dispuestas, solamente porque el sr. Figari después de la
notificación de dicha carta presentó una apelación
administrativa jerárquica, como era su derecho, al Tribunal
Supremo de la Signatura Apostólica, que, sin embargo, el 31 de
enero pasado rechazó la apelación”.
No obstante,
-finaliza el comunicado – el sr. Figari ha presentado una
apelación adicional contra esta decisión ante el Colegio de
Jueces del Foro Apostólico Supremo.