CAMINEO.INFO.- España tiene un problema demográfico, porque en un país que la tasa de natalidad según el INE ha bajado 11,37, es urgente la necesidad de fortalecer la cohesión social. La Comisión Europea advierte de que el envejecimiento pone en riesgo el Estado del Bienestar en el continente. Y España, según la Organización Mundial de la Salud, será el país más viejo del mundo en 2050. Claro que el problema no es sólo nuestro.
La mentalidad materialista y antinatalista prendió como la pólvora en Occidente a finales de los años 60, pero va alcanzando a todo el mundo. Es un problema cultural. Y si las consecuencias materiales se manifiestan aquí con más crudeza, es porque la transformación de los valores ha sido particularmente más rápida en España.
La familia es un bien en si mismo, pero en situaciones como la presente, la disminución de los índices de pobreza, marginación y desamparo, depende en gran medida de la fortaleza de la institución familiar.
Con este ritmo demográfico, ¿quién va a sostener el sistema de pensiones? ¿Cómo va a soportar el mercado de trabajo una pirámide poblacional en la que mueren más personas que las que nacen?
Esperemos que el nuevo Gobierno tenga en su agenda gubernamental políticas en la que la familia se convierta en un criterio a la hora de racionalizar el gasto público, porque de lo contrario una sociedad que no protege ni fomenta el bien más preciado de todos, es una sociedad al borde del suicidio.