Según datos de la Conferencia Episcopal, durante el curso 2011-2012 se ha producido un incremento del 4,2% el número de seminaristas mayores, (o sea, 51 más que en el periodo anterior). Cada época tiene sus problemas, pero Dios da en cada tiempo la gracia oportuna para asumirlos y superarlos con amor y realismo.
En la Jornada Mundial de la Juventud, el pasado mes de agosto, el Santo Padre en la homilía que les dirigía a los seminaristas en la Catedral de Santa Mª de la Almudena de Madrid, les decía: “Al veros, compruebo de nuevo cómo Cristo sigue llamando a jóvenes discípulos para hacerlos apóstoles suyos, permaneciendo así viva la misión de la Iglesia y la oferta del evangelio al mundo”.
La vocación no nace en el Seminario, sino en las familias, el ejemplo de los padres, la educación religiosa de los niños en sus primeros años son el primer seminario de la comunidad cristiana.
Esta mañana oía en la radio una entrevista que le hacían en la COPE, en el programa “Iglesia en Málaga”, a los padres de un seminarista y que ya tienen otro hijo sacerdote, que le preguntaban a la madre ¿Cómo os agradecerá Dios la generosidad que habéis tenido con dejar a dos de vuestros ser sacerdotes? A lo que ella respondió: ¿Será, como le vamos a agradecer nosotros a Él la llamada que ha hecho a nuestros hijos? Esta familia es el reflejo de lo que es, una auténtica Iglesia “doméstica”.