La situación sanitaria de la República Democrática del Congo
es, según una información que aparece en Internet, la siguiente: “Los
hospitales públicos, tanto en provincias como en la capital, muy deteriorados y
con instalaciones obsoletas, desprovistos en general de todo medicamento, no
están en condiciones de dispensar cuidados de calidad.” En el sector privado hay médicos generalistas
y especialistas de buen nivel que ejercen en clínicas y algunos de ellos son de
estandar europeo. Siempre hay que pagar por adelantado.
En Kinshasa destacan, actualmente, cuatro centros
hospitalarios y uno de ellos se llama Monkole. Lo que llama la atención de este
centro es que está situado en uno de los barrios pobres de Kinshasa y que el 48
% de sus pacientes es gente sin recursos.
Monkole surgió como iniciativa de CECFOR (Centro Congoleño de Formación)
y de la ONG italiana ICU (Instituto per la Cooperazione Universitaria).
Comenzó a funcionar en 1991 como un dispensario en el que
trabajaban un médico, un ayudante de laboratorio, tres enfermeros y cinco
trabajadores de otras categorías laborales. En el transcurso del tiempo pasó de
dispensario a hospital. Lucharon contra enfermedades como el paludismo, la
tuberculosis o el sida. Posteriormente, el prestigio de Monkole dio lugar a que
acudieran pacientes de otros municipios, a veces, lejanos. Lo que atrae a la
mayoría es la atención del personal médico, la acogida que encuentran y la
higiene de las instalaciones.
Debido a la carencia de infraestructuras, a las dificultades
de montar un hospital se unió la necesidad de obtener agua potable y
electricidad y, por ello, los directores de Monkole, con la ayuda del PATS
(programa financiado por la Unión Europea), construyeron un pozo en 1997 y
adquirieron dos generadores eléctricos.
Por otra parte, para paliar el problema del reclutamiento de personal
bien preparado, CECFOR creó un Instituto Superior de Enfermería.
Actualmente, los
directivos sueñan con crear una Facultad de Medicina. Para ello se requiere
resolver la financiación y obtener becas para la formación del profesorado. Hay
que tener en cuenta que la Universidad de Kinshasa retribuye escasamente a los
profesores y éstos, para completar su sueldo,
trabajan como médicos en distintos lugares y dedican poco tiempo a la
enseñanza. Por otra parte, la carencia de materiales da lugar a que se realicen
escasas prácticas.
Para equilibrar el presupuesto y realizar nuevas
ampliaciones, Monkole tiene acuerdos con empresas y, actualmente, con la
Embajada de Estados Unidos. Los mayores
ingresos por este concepto compensan los escasos pagos de los más pobres. Pero,
para asegurar su desarrollo, Monkole debe recurrir a donativos y a la
financiación de sus proyectos por otros medios. La Unión Europea subvencionó la
segunda parte de esta obra cuando comenzaron las hospitalizaciones.
En 2001, a raíz de una reforma de la sanidad del país,
Monkole fue elevado al rango de Hospital General de Referencia del municipio de
Mont Ngafala (180.000 habitantes). Por este motivo, hay planes para ampliar el
hospital y tener la posibilidad de contar con 120 camas, con todas las especialidades,
lo cual exige comprar otro terreno. A
los dirigentes de Monkole les gustaría realizar este proyecto pero han de
confiar en la generosidad de otros. Ayudar a empresas de esta índole es una de
las mejores formas de ayudar a países de África por parte de Europa. Además de
acoger inmigrantes del tercer mundo, los europeos debemos ejercer la
generosidad ayudando a estos países en su propio entorno.
Es interesante saber que Monkole, además de la atención del
hospital, ha examinado a 5.742 escolares de la parte sur de la ciudad, en el
marco de un programa de sanidad escolar, y ha realizado el examen preventivo de
un determinado tipo de anemia en 2.906 niños.
Dos médicos de Monkole han efectuado periodos de formación
en la Clínica Universidad de Navarra y están en marcha varios trabajos de
investigación en colaboración con esta Clínica.
Como fruto de estos trabajos se han publicado artículos en la revista
nacional “Congo Medical”. El impulsor de Monkole fue el Beato Álvaro del Portillo,
entonces, Prelado del Opus Dei.