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CAMINEO.INFO




Kerigma de Kiko Argüello en Düsseldorf

Wed, 22 Jun 2011 09:15:00
 
Redacción

CAMINEO.INFO.- Por favor, hermanos, sentaos. Es muy importante este momento porque puede cambiar la vida de todos, si verdaderamente Dios nos concede la conversión. Os digo una palabra solamente, pero os tenéis que estar quietos.

Hemos dicho muchas veces que Dios ha querido salvar al mundo a través de la necedad de la predicación, y que cada vez que se anuncia el kerigma éste se realiza, se actúa. Dios ha querido salvar al mundo a través de una noticia. Esta noticia esta ahora operante. ¿Qué noticia es operante? (¡Escuchadme! ¡Escuchadme!) Esta noticia está reflejada en este icono (“el Juicio final”), esta noticia acaba diciendo que Aquél que ha muerto por vosotros para que pudierais cambiar vida, Dios lo ha resucitado de la muerte y le ha constituido Kyrios, Señor de vivos y muertos. Y volverá para juzgar a los vivos y a los muertos.

Este cuadro forma parte del kerigma:
la segunda venida de Cristo.

Esta muchacha o muchacho desnudo que veis en el icono ¡somos nosotros! Un día será descubierta nuestra realidad más profunda. Pero Dios ha enviado a su Hijo Jesucristo para que tú puedas vivir una vida nueva, gratuitamente. Acordaos de la palabra de San Pablo: “Caritas Christi urget nos” el amor de Cristo nos apremia, nos urge, al pensar que si Cristo ha muerto por todos ¡todos los hombres han muerto! ¿Y para qué ha muerto? Dice: “para que los hombres no vivan más para sí mismos, sino que vivan para Aquél que murió y resucitó por ellos” (cf. 2 Co 5,14-17).


Nosotros os hemos predicado esta antropología que el Señor ha dado al Camino, este kerigma, esta síntesis teológico-kerigmática que Dios ha querido que dijésemos también a los obispos. Pensad que el Señor, en estos últimos años, ha llevado 1.400 obispos a la Domus Galilea.


¡Cuántos dones nos está dando Dios para llevar adelante una nueva evangelización! Es necesario llevar una síntesis, una forma de predicación, una palabra verdadera llena de vida eterna, de un contenido profundo, verdadero.


Mirad, cuando los apóstoles predican que “Aquél que habéis matado (todos nosotros hemos matado a Cristo, todos hemos preferido nuestra vida) Él se ha ofrecido como víctima de amor, de propiciación por nosotros, para pagar por nuestros pecados, para que se realice toda justicia”, el Padre ha aceptado esta oblación suya por nosotros. Esta muerte por cada uno de nosotros el Padre la ha aceptado; por tanto todos hemos muerto y todos tenemos derecho a recibir la vida inmortal, la victoria sobre la muerte. Ha muerto por nuestros pecados, ha resucitado para nuestra justificación; la prueba de que hemos sido perdonados es que no morimos más, que hemos sido co-resucitados con El a una vida nueva, a una vida eterna.


Pero lo más impresionante, hermanos, es que esta figura, este pobre hombre crucificado, si él es verdaderamente Dios (porque los apóstoles anuncian esta noticia: éste es EL SEÑOR, el Kyrios, en el Antiguo Testamento esta palabra está reservada a Dios; ¡es Dios!) entonces, si este amor que se ha hecho presente es Dios ¡ésta es la verdad!
Somos invitados a vivir en la verdad. Fijaos que esta palabra es mucho más profunda de lo que podéis pensar. Puedes vivir una vida en la mentira o en la verdad. Y ¿qué es la verdad? El amor de Dios crucificado, la esencia misma de Dios. Dice la carta a los Hebreos que Cristo es la impronta de la sustancia divina, reflejo de su gloria. A Dios nadie le ha visto jamás. Dios es amor, un amor infinito, eterno, inconmensurable, amor a nosotros como somos. Para amarnos Dios no tiene necesidad de que cambiemos de vida, nos ama tal como somos; nos ama infinitamente, totalmente, hasta la muerte.


Este amor es lo que rige todo el universo. En este amor ha sido creada toda criatura, cada animal, cada flor, cada planta, éste es el contenido de toda la belleza humana, de nosotros mismos: ¡el amor! Por tanto somos invitados a vivir una vida en Él, en este amor, en la verdad. Y ¿qué es este amor? ¡Es la santidad! Y ¿qué es la santidad? La santidad, dice Cristo, es que un cristiano no dice una palabra mala, ni siquiera una; dice Cristo que seremos juzgados por una palabra ociosa, vana.


Somos invitados a vivir la verdad en una vida santa: sin mirar a una mujer deseándola; amando al enemigo; haciendo de nuestra vida una liturgia de santidad; aceptando la precariedad de vivir este amor en medio de la tempestad de la que hablaba nuestro presidente, el Cardenal Meisner, en medio de las tentaciones que nos rodean: del sexo, de la soberbia, de la vanagloria.


Su amor ha sido depositado en nosotros, somos invitados a vivir nuestra vida en la verdad, en la santidad divina ofrecida gratis a nosotros.


Pero ¡atención a este cuadro! si lo rechazáis, este cuadro se convierte para vosotros en juicio. Habéis estado en Düsseldorf, Cristo te ha invitado a cambiar de vida, conoce todas tus mentiras, tus fornicaciones, tus masturbaciones, lo que quieras, tu vida que no vale nada; esa vida que no está fundada en la verdad. Te ofrece gratis totalmente, en su amor, la posibilidad de recibir con el perdón de los pecados la reconciliación con Dios y recibir del cielo el Espíritu Santo ¡ahora! La esencia divina es que Dios querría ser uno contigo. Como el Padre está en el Hijo y el Hijo en el Padre uno por el Espíritu Santo, Dios querría ser uno con nosotros, porque ésta es la esencia divina, la verdad del universo. Para ser uno en nosotros tiene necesidad de nuestra libertad, que nosotros digamos: ¡aquí estoy! como ha dicho la Santa Virgen María: heme aquí, haz de mí lo que quieras, Padre. Es lo que ha dicho Cristo en Getsemaní: “No como quiero yo, sino como quieras tú”. Y mirad el fruto: después de dos mil años estamos aquí 25.000 jóvenes. Porque Cristo ha dicho: “Sí, Padre, todo es posible para ti, todo; si es posible, que yo no beba de este cáliz…”. Él, pobrecillo, lleno de miedo, débil, pensaba que no podía. Pero dice: “Que no sea como yo quiero, sino como quieras tú”. Dios le manda un ángel que le conforta, que le abraza, que le dice: ¡ánimo! Como nosotros hemos dicho hoy a la Virgen María cantando con la orquesta:


“María, tú eres la madre de Dios, ¡ánimo!”


No penséis en vuestras incomodidades, en vuestros pequeños sufrimientos; el verdadero sufrimiento es vivir una vida de mentira. Mirad cuánta gente se mata, recordadlo, recordadlo siempre. Dice Cristo: “Habéis visto aquella torre de Siloé: se ha caído y ha matado a dieciocho personas”. Habéis visto lo que ha sucedido en Japón. También en España, en Lorca, ha habido un terremoto terrible. ¡Habéis visto lo que está sucediendo! “¿Vosotros creéis que eso era un castigo?

¿Creéis que lo que le ha sucedido a aquella gente es porque eran peores que vosotros? No, os aseguro -dice Jesucristo- y si no os convertís todos pereceréis del mismo modo”. ¿Cuántas familias alrededor de vosotros destruidas? ¿Cuántas chicas de las que han abusado? ¿Cuántas chicas que han hecho tres abortos a los dieciséis años? Preguntádselo a las chicas que están en la missio ad gentes de Kemnitz o de Ámsterdam ¡cómo está Europa! ¿Y vosotros creéis que eso les ha sucedido sólo a esas personas? No, está sucediendo en toda Europa. Si vosotros no os convertís os sucederá lo mismo: mañana dejaréis el Camino, dejaréis la Iglesia, vuestra vida será un infierno y algunos de vosotros podrán incluso acabar suicidándose. Cada minuto se suicida una persona.


Pero el Señor quiere ayudarles. Uno podría decir: Pero ¿por qué no les ayuda? No, Él ha decidido salvar al mundo a través de la predicación; no se le aparece directamente a un hombre diciéndole:


¡haz esto, no debes hacer lo otro! En España, por ejemplo, están matando a tantas mujeres. Tenemos una antropología bíblica, fantástica: el hombre, habiéndose separado de Dios, su  ser más profundo, su ser persona está vacío, ¡está muerto! Tiene necesidad de ser, tiene necesidad de ser persona, y ser persona quiere decir ser amado por alguien. Se ha casado con una mujer guapa, ha puesto su ser en esa mujer, y esa mujer lo ha abandonado por otro hombre. El siente tal sufrimiento dentro porque su ser más profundo se ha precipitado al infierno; no solamente está destrozado ¡está en el infierno de la nada, del no ser! Y para que la mujer sepa el mal tan terrible que le ha causado, va y mata a los hijos y después se mata él. ¿Habéis leído la historia de esa mujer que tenía dos niñas guapísimas? Ella guapa, él muy guapo, niñas guapísimas, etc.; ahora la policía las está buscando, no saben si el padre las ha matado en Suiza. La mujer no entiende el porqué y quizá se dice: éste no es el hombre con el que me he casado! Ella se casó con un chico joven, burgués, bien; pero ella le ha traicionado con otro hombre y no entiende que de repente su marido se convirtió en nada y no existe más, ¡ya no existe! Nosotros sabemos que lo profundo del ser humano muere en el momento en que se separa de Dios y tiene la muerte dentro. Por eso todos tienen la muerte dentro. “Deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mt 8,22), dice el Señor. Sabemos que este fondo del ser humano tiene que ser curado, y Dios solamente lo cura cuando lo visita con un toque de su sustancia, cuando la sustancia divina, el Espíritu Santo, da testimonio a nuestro espíritu y nos dice: Yo te amo, Kiko, yo te amo, y te amo como un padre, “tú eres mi hijo”. Aquí el hombre nace nuevamente como persona; no pone ya su ser en una mujer o en un hombre. ¿Y cómo se puede dar este toque, este testimonio del Espíritu de Cristo?

Dice San Pablo:
“El Espíritu de Cristo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”, nuestro mismo espíritu gime dentro de nosotros diciendo. “¡Abbá, Papá, Padre! (cf. 8,16-17).


Entonces, claro, en este encuentro se da la fe: la fe viene por el oído, por la predicación.


Por eso, “¡Ay! de mí si no anuncio el evangelio” (1 Co 9,16); porque a través de la fe viene el Espíritu Santo. Pero la fe Dios la da al que escucha el kerigma. Es más, Dios mismo da el Espíritu al que escucha porque le quiere dar la fe, y a través de la fe la salvación, una vida nueva, una nueva creación. Pasa lo que es viejo, dice San Pablo, todo se hace nuevo (cf. 2 Co 5,17).


Antes hemos conocido a Cristo con los ojos, exteriormente, ahora ya no es así. Ahora está dentro de nosotros, es uno conmigo, ¡dentro de mí! Vive conmigo, duerme conmigo, camina conmigo, hablamos juntos por la calle; es mi amigo, mi ser más profundo, el que da sentido a mi ser persona. Lo que los Padres del desierto llaman
el Cristo parlante, ¡porque te habla! Estás durmiendo y le dices: -Señor, ¡te quiero! y Él te responde inmediatamente. O le dices: Señor, ayúdame que estoy aterrorizado por el encuentro de Düsseldorf… y Él me responde enseguida: - Ánimo, yo estaré allí contigo, ¡ánimo! -¿Pero, Señor, la música? Quizás no les guste... -¡Ánimo, yo estaré contigo! Y sientes dentro esta palabra que te dice: ¡Ánimo! No estoy solo, no hay ningún cristiano que esté solo.


Hoy sois invitados a poner vuestra vida en la verdad de Cristo, en el amor de Cristo por vosotros, para no vivir más en vosotros mismos, sino vivir en Él. Os aseguro que el futuro de los nuevos presbíteros en la Iglesia será maravilloso, con la
missio ad gentes, en Asia, en China, en el norte de Noruega. Hay que resanar esta sociedad llena de gente sola, donde se ha destruido la familia, donde ya no hay jóvenes. ¡No hay más jóvenes! Porque no han querido tener hijos.


Por eso, también nosotros con esta peregrinación hemos querido dar un testimonio con vosotros a muchas parroquias de Alemania para que digan: ¡Mira cuántos jóvenes! Bien hermanos, si alguno de vosotros siente hoy, esta tarde, que quiere ofrecer su vida, porque Él os está llamando a cambiar de vida, a poneros a su servicio, no tengáis miedo de nada, porque Él se hace garante, ¡se hace garante de todo! Hace milagros. He visto chicos que han estado fuera del Camino, llenos de crisis; después, improvisamente, vuelven al Camino, vienen a un encuentro y el Señor les llama, se levantan.


Su padre me dice: ¡No le reconozco! le ha tocado en aquel seminario, allí en África, en un lugar horrible, y está contentísimo ¡ha cambiado! era un burgués terrible que no soportaba las incomodidades ¡no lo reconozco! Dios se ha hecho garante de todo y ese chaval está contentísimo, no es ya la persona de antes un burgués que se buscaba a sí mismo en todo, incapaz de donarse a los demás; eso sí que es sufrimiento y maldición. Pero si Cristo te llama con Él a amar a la humanidad como la ama Él, es bellísimo porque Cristo nos transmite su ansia de salvación. Es Él el que quiere salvar a la humanidad. ¡Es Él el que la quiere salvar!

 

 







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01-01-2013, gracias

¡Gracias por estas palabras! ¡Gloria a Dios! Que el Señor te bendiga, Kiko. No soy del Camino, pero soy vuestro hermano en Cristo y me alegro mucho de oíros, y doy gloria a Dios por vosotros. ¡Bendiciones!

Emilio Alegre

foroclic@gmail.com


27-09-2012, KERIGMA

SOY FANÁTICA DE KIKO ARGUELLO, GRACIAS ,A TRAVES DE ÉL COMPRENDI EL KERIGMA, Y AHORA ME DOY CUENTA DE LO NECESARIO QUE ES PARA LA VIDA DE TODO CRISTIANO

Zulay R de Alvarez

zulayrs@hotmail.com


28-06-2011, encuentro dusseldorf

me ha gustado el kerigma anunciado por kiko en relación a todo el encuentro pero me gustaria tener todo lo que kiko ha dicho referente al cuadro del juicio, a los 3 angeles y las 3 mujeres que me han impactado, mandadme todo lo referente al cuadro sobre cada detalle mucho lo agradecere recien aqui en venezuela tuvimos el encuentro nacional con una peregrinacion en la cual recorrimos 4 estados y envengelizamos en 2 otros mas distantes 3 yo estoy en lo que llamamos la region andina de venerzuela especificamente de trujillo todo el camino lo comenzamos el dia de san juan bautista el 24 de junio hasta el 27 en total de peregrinacion 4 dias.

pedro

yepzarch@hotmail.com


25-06-2011, kiko

leelo

alma

pumita_1_@hotmail.com


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