CAMINEO.INFO.- Unos 7.300 jóvenes se declararon hoy llamados por Dios para la vida religiosa como parte de una ceremonia organizada por el movimiento religioso Camino Neocatecumenal "para recoger los frutos de la JMJ" con el objetivo de lograr nuevos sacerdotes para "evangelizar la China".
Veinticuatro horas después de que Benedicto XVI dejara Madrid, la Plaza de la Cibeles ha vuelto a ser escenario de una reunión religiosa convocada por el fundador y líder de esta organización católica fundada y liderada por Kiko Argüello.
Desde el mismo escenario utilizado por el papa y rodeado por un nutrido grupo de cardenales y obispos, entre los que destacaba el cardenal y arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, Argüello ha arengado a decenas de miles de jóvenes a unirse a una cruzada para "reevangelizar Europa y evangelizar Asia".
"Vamos a empezar por preparar 20.000 nuevos sacerdotes para evangelizar la China", ha gritado Argüello poniendo en pie a decenas de miles de jóvenes que han comenzado a corear "¡China, China, China!" a pleno pulmón.
Tras una arenga de cerca de una hora en la que ha relatado cómo "el profesor Ratzinger" apoyó y ayudó a la expansión del "Camino Neocatecumenal" en Alemania -"y luego nos le hicieron papa"- y ha mezclado a Sartre con San Pablo para hablar del amor, Argüello se ha vuelto hacia la masa para proclamar: "Os estoy gritando dolores de parto para hacer nacer en vosotros a Jesús".
"Oremos al señor de la mies, para que envíe obreros a la mies", ha dicho pidiendo silencio y una oración por las vocaciones, antes de gritar "ánimo chicos, los que hayáis sentido la llamada subid al altar" y desatar una carrera loca de cientos de jóvenes que salían de entre la muchedumbre para subir a ser bendecidos por los obispos.
"¡Nos dicen que hemos llegado a 5.000!", 7.300 asistentes según la organización, ha exclamado antes de anunciar, siempre a voz en grito, que ahora tocaba el turno de las chicas "que están llamadas a ser esposas de Cristo para la salvación de esta generación".
El ritual se ha repetido con la carrera hacia el altar de 2.300 chicas, que una vez bendecidas por los obispos, muchas llorando de emoción, volvían a reunirse con sus grupos avanzando por un entre paseíllo formado por voluntarios que las aplaudían y jaleaban.
