Copìapó/CHILE.- El Obispo en su catequesis explicó que a través de este sacramento nos reconciliamos con Dios que nos ofrece su perdón. “El Dios del cual habla Jesús no es el dios castigador, del terror, sino el Dios de la misericordia”, señaló.
Señaló algunos aspectos importantes al momento de recibir este sacramento. En primer lugar, realizar un examen de conciencia; en segundo lugar, la actitud de dolor por haber ofendido a Dios, tomando conciencia de la gravedad de lo hecho; en tercer lugar, el propósito de hacer todo lo posible para no pecar de nuevo. “Parece que esta parte- dijo el Obispo- es la más débil, por eso caemos siempre en las mismas faltas y errores, pero debemos saber que la vida cristiana no es la repetición de lo mismo, sino un camino de progreso”. El cuarto elemento que destacó es la confesión misma, la declaración de lo hecho.
Destacó que “la capacidad de perdonar los pecados es un poder recibido de Jesucristo mismo, para que ayuden a sus hermanos y hermanas a hacer un camino en santidad, por eso es necesario recibir este sacramento si quiero vivir en amistad con Jesús”. Hizo hincapié en la frase del Padrenuestro, al decir ‘perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden’. “Eso es muy importante –subrayó- porque en ese perdón que damos a los demás nos jugamos el perdón de Dios”. Llamó a reflexionar sobre hace cuánto tiempo ha pasado desde la última confesión y revisar nuestro comportamiento en este tema, para lograr una vida nueva de acuerdo al evangelio.
Luego de la catequesis una integrante del Camino Neocatecumenal compartió un testimonio acerca de la importancia del sacramento de la reconciliación en su vida personal.
Misa en el Día de la Mujer
El Obispo fue el encargado de presidir esta eucaristía, organizada por la Pastoral de la Mujer. En su homilía, el Pastor llamó a la comunidad a construir una sociedad donde mujeres y hombres sean iguales en dignidad, basada en el respeto mutuo y el amor.
En el ofertorio se acercaron 40 mujeres de distintas edades llevando una flor cada una, representando a las mujeres que han sido víctimas de femicidio en el último año. En dos floreros, estas flores fueron puestas a los pies del altar.
