Carta desde Kitwe (Zambia)

Me presento, soy Manolo Servián , presbitero misionero del Camino Neocatecumenal. Soy de Lucena y hace 10 años que estoy en Kitwe, ciudad minera de un millon de habitantes, que se encuentra en Zambia. Antes estuve en El Líbano.

Al poco tiempo de estar aquí descubrí que África es mucho más de lo que nos imaginamos. Lo primero, no es tan inhóspita como se puede pensar, pero es verdad que tiene grandes dificultades y sufrimientos.

Siempre hablamos de las enfermedades que azontan este continente, cosa que es verdadera, pero es sólo una parte de la realidad. Me sorprendio descubrir el gran índice de alcoholismo que hay tanto en hombres como en mujeres, para poder refugiarse ante las dificultades con las que se enfrentan las personas cada día, y los grandes conflictos a nivel familiar y laboral que esto genera. Otro gran sufrimiento es la fuerza que ejerce la brujería y las supersticiones sobre las personas que les conduce a vivir con terror. La ausencia de la figura paterna, pues es la madre la que lleva, en gran parte, la familia adelante. La corrupción presente a todos los niveles sociales. A fin de cuentas el verdadero problema está en la dureza del corazón de los hombres, esa es la gran enfermedad que también necesita ser curada en África, lo mismo que en Europa.

El concepto de ateismo no existe en Zambia, no hay ninguna duda de la existencia de Dios, esto ayuda en un primer momento a poder anunciar el Evangelio de Jesucristo a este pueblo. Noticia que reciben con alegría y esperanza. Tienen necesidad de ser amados y descubren que Dios les quiere como son y esto les da la esperanza. Por tanto la urgencia de hacer presente la familia cristiana, la comunidad de hermanos que se aman más allá de la muerte, y ser uno para que el mundo crea que Jesús es el enviado del Padre para ellos.

Esa es la misión que realizo en Zambia con un equipo: una misionera seglar viuda de Austria, que comenzó con su marido hace 28 años, y tiene dos hijas, 16 nietos y un biznieto, y ha renunciado a todo por amor a este pueblo, y un joven italiano también laico que está haciendo una experiencia. Juntos trabajamos en diversas parroquias de toda la diócesis con el Camino Neocatecumenal, un camino de salvación y de esperanza donde puedan nacer hombres y mujeres nuevos nacidos del agua y del espíritu. Para esto, para vivir la fe creamos pequeñas comunidades que se reúnen para escuchar la Palabra y para la celebración de la Eucaristía, y vemos cómo a través de la acción misionera de la Iglesia, se van liberando de la brujería y pasan del miedo a Dios, a la libertad de ser hijos de Dios.

Aparece la familia cristiana, eso es el centro de nuestra misión. Recuperar la vida de las familias, pongo un ejemplo, menos el día de Navidad, donde todos comen juntos, el resto del año no come la familia junta en torno a la mesa. El padre come en el salón con sus amigos o familiares varones, las mujeres en la cocina y los niños donde les pilla. Hacer que coman juntos entorno a la mesa dándose presente el amor de Dios Trino. Seguimos adelante en esta misión, llenos de buen animo. Que aparezca la belleza de la familia cristiana.

Hay una gran pobreza en África, es verdad, tambien hay egoismo, y todas las lacras humanas ya que a veces les cuesta trabajo ayudarse entre ellos, por eso es importante que se pueda vivir la fe en comunidad, de manera que cuando uno se encuentra en grandes dificultades, por enfermedad o falta de trabajo, los otros hermanos de su comunidad pueden ayudarle, apareciendo así el milagro que en el fondo todos necesitamos: amor y unidad. San Daniel Comboni decía: «África o muerte», movido por su amor a esta tierra. ¿Problemas? Tenemos muchos, pero también tenemos la esperanza, que viene del Señor. Rezad por nosotros.