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Portada:: Realidades eclesiales:: Camino Neocatecumenal:: Fue fruto de un estupro, su madre defendió su vida y hoy es sacerdote

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El Padre Luis Alfredo León Armijos fuer ordenado sacerdote cuando tenía 23 años / Foto: salvarel1.blogspot.com




Fue fruto de un estupro, su madre defendió su vida y hoy es sacerdote

Fri, 24 Aug 2018 08:53:00
 
GAUDIUMPRESS

Esta es una historia para ser contada: Luis Alfredo León Armijos, ecuatoriano, fue concebido en una violación, su madre, de tan solo 13 años, defendió su vida negándose a abortar. Con los años se hizo sacerdote, perdonó a su padre y lo confesó.

Es el Padre Luis Alfredo quien cuenta en primera persona su historia a través del blog salvarel1: "Yo podría estar en un tacho de basura, pero a mí se me dio la vida. Mi Madre, María Eufemia Armijos Romero, siendo todavía muy joven (...) limpiaba y cuidaba una casa en Loja para ayudar a sus padres y a sus siete hermanos. El dueño de la casa, aprovechando que estaba solo, abusó de ella y la dejó embarazada".

El sacerdote resalta cómo su madre, pese a que le obligaron a abortar, siempre defendió su vida: "A pesar del rechazo de su familia, que no quería que naciera el bebé -le golpearon en la barriga y le dieron bebidas para que abortara-, mi madre siempre defendió la vida de su hijo y, al verse sola y sin apoyo, oró y sintió en su corazón que el Señor le decía: Defiende la vida de ese niño".

Es así como la muy joven María Eufemia huye de Loja hasta la ciudad de Cuenca, donde alcanzó a sobrevivir con sus propios medios, dando a luz a su hijo el 10 de octubre de 1971. Era las 10:00 horas del domingo, día del Señor.

El Padre Luis Alfredo cuenta que fue un parto lleno de complicaciones por la corta edad de su madre: "nací yo con algunos problemas respiratorios, que el amor y cuidado de Dios Padre y de mi madre, me ayudaron a sanar".

Tiempo después, y con el apoyo de sus padres, su madre regresa a Loja donde inicia una nueva vida como madre soltera. Por circunstancias de la vida, se reencuentra con su padre, quien lo reconoce y comienza a hacerse cargo de él.

Aún, en este punto, las cosas no habían sanado entre los dos. "Mi padre visitaba siempre la casa en la que vivíamos y cumplía con nosotros. Tuvieron tres hijos más y mi relación con él era distante pero buena. Le tenía mucho respeto, infundía autoridad, conmigo siempre fue muy exigente, me llevaba a trabajar con él", narra el Padre Luis Alfredo.

Al cumplir sus 16 años tiene su primer encuentro con Cristo. Lo habían invitado a participar en la Renovación Carismática: "Aprendí de su amor maravilloso y comencé a predicar y a dar catequesis en todo lugar que Dios me ponía, como los autobuses y el correccional de menores".

Fue tal su encuentro con Jesús que un par de años después, a sus 18 años, siente el llamado a la vida sacerdotal, y decide ingresar al Seminario de Loja muy a pesar de la oposición de su padre. Es ordenado sacerdote a sus 23 años. "Fue toda una bendición para mi vida", expresa.

Pero Dios tenía algo más para él. Unos años después, ingresa al Camino Neocatecumenal y paralelo a ello, su madre le cuenta cómo fue que llegó al mundo. "Esto marcó el punto de inicio para un camino de reconciliación de ambos. Ayudé a mi mamá a entender que no podía odiar a mi padre y que Dios la invitaba a amar su propia historia".

Al tiempo, Luis Alfredo comprende algo importante para su vida: "Dios me permitía ser sacerdote no para juzgar, sino para perdonar, para ser instrumento de su misericordia, y yo había juzgado mucho a mi padre por todo. Un día llegó la reconciliación y, perdonando a mi padre, le anunciaba la vida eterna para él".

Ya con la vivencia del perdón en su corazón, un día su padre le llama y le dice que se quería confesar. Iba a operarse y tenía miedo: llevaba 30 años sin comulgar.

"Papá, usted merece el cielo, el perdón de los pecados, la vida eterna, que disfrute del amor de Dios, así como la Iglesia a mí también está haciendo ver el cielo", le dice a su padre.









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