El Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, presidió ayer en la Catedral de la Almudena una Eucaristía por la memoria de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. La ceremonia, que estuvo concelebrada por Mons. Ramón Herrando, Vicario regional de la Prelatura en España, el Cabildo Catedral y numerosos sacerdotes, se celebraba 28 años después del fallecimiento de San Josemaría y 11 años desde su canonización. “Para los fieles de la Prelatura es un día de fiesta”, afirmó. st-josemaria-escriva
Destacando que “todos los santos son ejemplares, heroicos, que ofrecen fórmulas de vida luminosa para sus hermanos”, puso de manifiesto que “San Josemaría es un gran ejemplo, un apóstol de la santidad, de la vocación, de la llamada a todos los cristianos y al apostolado de todos ellos”. Y es que “los hombres creen que pueden encontrar el camino de su felicidad despreciando la palabra santidad, una contradicción con lo que son y están llamados a ser”.
El Cardenal hizo un repaso por la época que le tocó vivir a San Josemaría, los años 20, “década en la que ha habido una especie de renovación interior de la conciencia de la Iglesia y de la Iglesia” y, rememorando las palabras de Romano Guardini, dijo que “la Iglesia despertaba a las almas”. En ese contexto, prosiguió, “un joven sacerdote concreta esa conciencia y la hace eficaz, realizada y realizable”.
Habló también de la secularización, el laicismo, la concepción materialista de la vida, y declaró que “parecía que el hombre había olvidado a Dios”. “La respuesta: el camino nuevo. Buscar la santidad en la vida en todos los aspectos, en vuestro cuerpo”, añadió. Y es que “toda fórmula de felicidad que se acaba antes de la muerte no es felicidad”. Para el Cardenal, San Josemaría “lo predicó con virtudes y fórmulas heroicas. Por eso la iglesia lo canonizó y figura en el calendario de sus santos”.
También, subrayó que “lo que ocurría en esos años 20, hoy presenta no menos urgencia. Hubo una especie de vuelta a la concepción radicalmente laicista de la vida, una situación de angustia, de nostalgia, a veces de frustración. El materialismo del siglo XXI no es menos duro que el de comienzos del siglo XX”, donde se niega el inicio de la vida, “hasta el embrión, hasta la concepción del amor, que se desvirtúa hasta límites increíbles”.
“La crisis de nuestro tiempo, desde el punto de vista socio-económico y político es muy grave”, en referencia a “la crisis de fe, esperanza y amor por la que está atravesando el mundo”. Y la respuesta “es la que él dio: Hay que santificar la vida y la realidad desde dentro de ella misma”.
Finalmente, sostuvo que “cuando uno lee textos de san Josemaría, se acerca a su alma y a su relación íntima con Dios”. Por eso, “tenemos que seguirlo, abrir caminos de santidad” y así, siendo “testigos y apóstoles de la santificación con los demás, más iremos venciendo a la crisis. Esa es la tarea de los que viven la vocación de la santidad”. Y concluyó exhortando a la Virgen, de la que san Josemaría, con la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles, “era un gran devoto”.
