Ejemplaridad y esperanza

En octubre de 2014 asistí a una conferencia organizada por la Escuela de Arquitectura de la UMA a cargo de Javier Gomá Lanzón, doctor en Filosofía, licenciado en Filología Clásica y en Derecho. Es letrado del Consejo de Estado, habiendo obtenido el nº 1 de su promoción con 27 años. Desde muy temprana edad sintió la necesidad de filosofar y fue, una vez casado y con hijos, cuando publicó su primer libro “Imitación y experiencia” con el que ganó el Premio Nacional de Ensayo. Javier Gomá es un hombre joven, lleno de vitalidad, habla con gran convencimiento y sabe llegar al público en general. Algo destacable en su filosofía es la teoría de la ejemplaridad. Cada ser humano puede ser, si quiere, un buen ejemplo para los que le rodean. Una persona es fiable por su modo de ser y de comportarse, aunque cometa errores, que siempre puede subsanar. Lo importante es lograr un saldo positivo de ejemplaridad. Citó la canción de Alaska “¿A quien le importa lo que yo haga?” y afirmó que a todos nos importa, en primer lugar, a la propia conciencia y en segundo lugar, al entorno. Todos somos un ejemplo para los demás que puede resultar positivo o negativo.

Javier Gomá va a contrapelo de la filosofía contemporánea que está obsesionada por negar una naturaleza común y, también, a contrapelo de la cultura dominante que propugna seres originales, únicos y, en muchos casos, extravagantes. Él dice: “Si yo quiero poner en marcha una filosofía basada en la ejemplaridad hay que revisar esa antropología que excluye el carácter universal del ejemplo.” Resalta que lo verdaderamente humano del hombre y de la mujer no es lo que les hace distintos sino lo que les asimila y esto “abre el camino a una posible ejemplaridad cuya esencia es la repetición del ejemplo y la tendencia a la universalidad.” Los seres humanos no somos autónomos pero sí somos racionales y nuestra libertad nos capacita para elegir cual es el modelo digno de imitación.

Esa opinión tan difundida diferenciando la vida pública de la vida privada como si en esta última se pudiese hacer lo que apetezca sin límites, es algo que confunde a muchos. Dice Javier Gomá: “Eso de que en tu vida privada puedes hacer lo que quieras sin perjuicio a terceros es imposible porque siempre perjudicas a terceros.” El impacto del mal ejemplo no es jurídicamente punible ni debe serlo en una democracia, es una conquista de la modernidad. “Pero ha sido una desdicha que lo que es cierto en el concepto jurídico se haya desplazado a lo moral: lo que es indiferente para el derecho, no lo es para ti mismo, para la moral, incluso para la viabilidad de la democracia.” Lógicamente, la ley que amenaza con una sanción o una pena en caso de incumplirse, solamente llega a regular los aspectos externos de la convivencia ciudadana pero “no es capaz de entrar en lo que asegura una convivencia bien ordenada, un corazón bien educado y con buen gusto.”

Javier Gomá publicó en 2013 el libro “Necesario pero imposible” en el que aborda en profundidad el tema de la esperanza. ¿Puede llegar a albergarse la esperanza en nuestro interior tras la experiencia de un mundo injusto? La esperanza definitiva, después de la muerte, es perfectamente asumible y nos resulta necesaria pero imposible por nuestros propios medios. Puede llegar a abordarse en este mundo positivista siempre que se formule de una manera verosímil para nuestra mentalidad actual. Toda la historia de la filosofía demuestra que trató este tema a lo largo de los siglos pero, curiosamente, en el siglo XlX, desaparece como tema filosófico y se lo deja a la teología. Se llega a considerar que la realidad solo es tal si es fruto de la experiencia directa de los sentidos y, por otra parte, es evidente que gran parte de la cultura actual se caracteriza por una ausencia de esperanza, se le llame ateísmo, agnosticismo o increencia. Dice Javier Gomá: “La tesis de William James, el gran pragmatista estadounidense, es que el escéptico, que quiere evitar el error a toda costa y que pospone indefinidamente la oportunidad de acertar por carecer de “evidencia científica suficiente”, no puede hurtarse a la elección y simplemente elige no creer, lo cual no es la postura más racional ya que una regla de pensamiento que me impidiera absolutamente conocer ciertas clases de verdades, en el caso de que éstas existieran realmente, sería una regla irracional.”

Este filósofo habla del cristianismo diciendo que es la única religión que afirma que una persona real, histórica, Jesús, ya ha muerto y ya ha resucitado, sin esperar a la resurrección general prevista para el fin de la historia. Presenta su vida como una super-ejemplaridad, y dice: “El galileo murió en Jerusalén a la vista de todos, en público suplicio y, a los pocos días, sus discípulos que habían huido a Galilea, volvieron de súbito a la capital proclamando que, tras ser sepultado, se había dejado ver por muchos de ellos.” Y por deducción, si a un ejemplar de la especie humana le ha ocurrido esto, podría ser válido para el resto de ella. Si se concede verosimilitud a este precedente de supervivencia personal, es lógico que tenga un efecto directo sobre la esperanza humana. Tuvo que producirse algo que de forma repentina provocó en los desesperanzados seguidores de Jesús, muy pegados a la brutal realidad, un vuelco total de su estado de ánimo. Y, además, los habilitó para iniciar, contracorriente, la predicación a todos sin importarles el encarcelamiento o la muerte de algunos de ellos.

Jesús de Nazaret, de vida corta en la tierra es, con muchísima distancia, la persona más estudiada, analizada y escrutada de la historia universal. Solo desde el punto de vista humano, es el hombre más carismático que ha existido. Y su enseñanza ha llegado y permanece en los más apartados rincones de la tierra. Él se muestra a los que están abiertos a escucharle y les comunica la ESPERANZA. Bien es verdad que se hace necesario un requisito: un proceso interno de conversión del corazón.