CAMINEO.INFO.- María del Rosario Sáez Yuguero, rectora de la Universidad Católica de Ávila, ha hablado con Análisis Digital del Congreso Mundial de Universidades Católicas, que se va a celebrar del 12 al 14 de agosto en Ávila– los días previos a la celebración en Madrid de la Jornada Mundial de la Juventud- bajo el lema “La identidad de las universidades católicas”. Siete centros universitarios españoles y casi treinta del resto del mundo han convocado este evento, abierto a profesores, directivos de universidades, alumnos e investigadores.
-¿Qué significa que una universidad merezca ser católica? ¿Cómo están en general estructuradas y qué autoridad ejerce la Iglesia sobre ellas?
Las universidades católicas compartimos con el resto de universidades nuestra preocupación por la formación de los alumnos, la formación profesional, la investigación y que queremos contribuir al desarrollo del medio en el que nos desenvolvemos. Sin embargo, las universidades católicas aportamos, además del trato personal con cada uno de nuestros alumnos, es mostrarles la preocupación porque busquen la verdad, no sólo en la ciencia sino la verdad del hombre y formar a los estudiantes con los valores evangélicos de justicia, de paz, de libertad y de verdad. Creo que esa es nuestra principal aportación, que sepan responder a cuestiones como ¿para qué estamos aquí? ¿Cuál es nuestro destino? ¿Qué sentido tienen las cosas que hacemos? ¿Qué es bueno y qué malo?
Además, las universidades católicas también nos distinguimos por contribuir a la difusión del mensaje cristiano mediante la evangelización de la cultura, de la música, del arte o las ciencias. Tenemos muchísimo que aportar si somos capaces de esforzarnos y hacerlo bien. Una universidad no es católica porque se llame así o pertenezca a alguna institución católica sino porque todo el personal de esa universidad está comprometido con la transmisión de esos valores. No es suficiente que en sus estatutos y normas de funcionamiento quede reflejado que sea una institución católica si luego el profesorado, el personal de administración, los directivos o los investigadores no están comprometidos con esos valores católicos y no son testigos en el trabajo que realizan cada día.
¿Hasta qué punto los alumnos llegan a asimilar el contenido católico de su enseñanza?
Nuestros alumnos son iguales a los del resto de universidades. Es verdad, que algunas familias llevan a sus hijos porque realmente quieren una educación católica, pero muchos van a la universidad católica –como podrían ir a otra universidad- buscando hacer una buena carrera en Derecho, ser una buena enfermera o un buen ingeniero de montes o forestal. Son alumnos como todos, pero además de con las materias comunes, les hacemos reflexionar sobre cuestiones éticas y antropológicas. Los alumnos, que son los mismos que van al botellón y de fiesta, tienen la oportunidad de plantearse cuestiones sobre los fundamentos de la vida, sobre lo que nos preocupa a todos, qué es la soledad, la alegría, Jesús… ¿Hay vida eterna? ¿Esto se acaba aquí? ¿Es todo materialismo? Los chicos lo agradecen muchísimo y a muchos les ha cambiado la vida porque les enseñamos a pensar en cosas como la trascendencia y no que estamos de paso para aprender una materia y ya está. Esto, creo, es la principal aportación que hacemos a nuestros alumnos.
¿Cómo surgió la idea de convocar un Congreso Mundial de Universidades Católicas (WCCU)? ¿Qué cree que puede aportar a una semana de la JMJ?
Este congreso lo organizamos para replantearnos la misión de una universidad católica y por la llamada del Papa a la “Nueva Evangelización” y reflexionar sobre lo que estamos haciendo para contribuir a ella. En el mundo hay muchos problemas y dificultades y nosotros tenemos que aportar algo. Por eso, nos preguntamos si estamos realmente contribuyendo a la misión. Además, de cara a la JMJ, a la que van a venir muchos profesores y alumnos –la mayoría, además, van a ser universitarios- se nos ocurrió hacer un congreso en esos días previos, aprovechando que va a haber gente de países muy lejanos, que no tendrían otra oportunidad de venir a España. Así, nos podremos conocer, establecer relaciones, animarnos, ver que no estamos solos en este camino de la evangelización de la cultura católica.
Además, si algo nos caracteriza a los cristianos es la valoración de la razón. Muchos temas no son de religión sino de pura razón. Creo que eso hay que explotarlo más, profundizando en la encíclica de Benedicto XVI Fides et Ratio y formarnos para desmontar muchos argumentos con los que nos quieren reducir a la sacristía. Cultivando la razón, aportaremos un testimonio creíble de lo que hacemos.
Respecto a lo que ocurrió en la Universidad de Lovaina hace unos meses, ¿cree que una universidad católica en España se planteará dejar de serlo?
No creo que eso ocurriera porque ninguna universidad española de identidad católica se está replanteando eso. No sé lo que ocurre en la universidad de Lovaina pero si una universidad se llama católica, tiene que ser católica. No es sólo que se quite el nombre. Les vendría bien venir a nuestro congreso y reflexionar sobre las argumentaciones científicas y el método racional, que no aparta de la fe sino todo lo contrario. En lugar de pensar en dejar de ser católica porque no lo puede vivir, hay que replanteárselo y comenzar a vivir como católica. A lo largo de los siglos ha aportado muchísimo a la sociedad europea y es una pena que por dejarse influenciar por lo correctamente político no se dedique a buscar con sinceridad la verdad.
¿Habrá un segundo congreso de universidades católicas en un futuro?
Nosotros organizamos este congreso pensando en la JMJ. De la Conferencia Episcopal de Brasil nos han venido a visitar porque quieren darle continuidad en cada una de las próximas Jornadas Mundiales de la Juventud. Sería algo muy interesante y una buena ocasión para seguir pensando en estos temas.
