Claudio Di Girólamo: “Tratando de ser menos yo, más soy artista, dejando que Dios actúe”

CAMINEO.INFO.- Claudio Di Girólamo es pintor, muralista, vitralista, diseñador y director teatral. A sus 82 años se apasiona cuando habla de la belleza, del arte, de la liturgia y de Dios. Es autor de murales para capillas de pueblos y poblaciones, así como de edificios como la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica en Santiago o la capilla del Hospital del Trabajador en Concepción

Guiado por su fe cristiana y su compromiso social, se ha interesado en forma entusiasta y creativa por acercar manifestaciones culturales a los sectores más desposeídos, teniendo la iniciativa de los Cabildos Culturales, que son instancias de participación comunitaria a lo largo de nuestro país.

¿De qué forma el arte puede ayudar a la misión evangelizadora de la Iglesia?

Antes de eso me gustaría hablar de algo que me parece importantísimo, todo arte ha sido religioso siempre, ya que marca una puerta hacia la trascendencia, hacia algo más alto como al espíritu, debido a esto siempre es religioso, que viene de religar o sea religa con tu esencia de ser humano que no solamente es cuerpo, sino también es algo que algunos llamamos alma.
Siempre existe la idea que a través del arte se puede evangelizar, dar la Buena Noticia de que al hombre le espera algo mejor y más grande, en ese aspecto yo creo que el arte y la evangelización tienen que tomar primero en cuenta eso.
Hoy no existe una preparación adecuada, porque el arte se ve como separado de lo social. Si tomamos en cuenta los frescos del Giotto en la ciudad de Asís, en aquel tiempo a estos se les llamaba la pintura mural, la Biblia de los pobres, ya que los que no sabían leer ni escribir aprendían la historia de Cristo a través de las figuras que habían. Podemos ver que el arte litúrgico también tiene su parte pedagógica, lo cual es tremendamente importante, por eso si bien soy bastante contemporáneo con todas las cosas que hago, siempre pienso en que el arte debe llegar a la mayoría de la gente.

¿Cree usted que los sacerdotes deberían tener algún conocimiento en esta materia?

Realmente hay un problema serio en la formación de los sacerdotes e incluso en las religiosas, ya que son ellos los que deciden qué hacer en un lugar litúrgico y deben estar preparados, pero empiezan a hacer desarreglos tan grandes que es muy difícil hacerlo de nuevo o arreglarlo, entonces debería haber una preparación. Pero hoy el arte sigue siendo casi un lujo sibarítico, hay tantos problemas en el mundo que el arte es separado de él y ya casi nadie lo toma en cuenta, a pesar de que el espacio litúrgico en todas las civilizaciones ha sido un lugar para alabar a Dios a través del arte.
Esto pasa porque en los seminarios no hay formación, donde a los estudiantes se les señale que el arte es un instrumento evangelizador primordial. Hay un déficit enorme en entender que el arte puede ser un aporte, hay ignorancia, porque no lo conocen, lo ideal sería compartir con los aspirantes al sacerdocio, yo estoy abierto a cualquier invitación que me hagan.

A nivel general ¿Usted cree que estamos perdiendo el interés por la belleza?

Desgraciadamente sí, porque en una sociedad de mercado la belleza no tiene ningún sentido de utilidad. Estamos metidos exclusivamente en lo que es la competitividad más que en la cooperación, lo cual divide a la sociedad entre ganadores y perdedores. En relación a esto el artista tiene que unirse a la comunidad, muchas veces un artista cree más en la comunidad que los mismos sacerdotes.
Recuerdo que muchas veces con don Raúl Silva Henríquez tenía estas diferencias, donde él me decía que la gente no va a entender nada de los murales que hacía, sin embargo, las personas entienden muchos más de lo que uno cree. Pienso que se necesita más confianza de parte de los sacerdotes hacia los artistas y la misma comunidad.

El arte tiene como fuente de inspiración la belleza ¿Cree usted que ésta puede cambiar al mundo?

La belleza para mí es la libertad. En la Declaración Universal de los DD.HH. falta el artículo que diga que todo hombre y mujer tiene derecho a la belleza. De hecho la pobreza del campo no es tan tremenda como la pobreza en la ciudad, porque en el campo uno tiene más contacto con la belleza de la naturaleza. La belleza es simple y se necesita. Como artista tengo el derecho y deber de dar a conocer lo que para mí es la belleza y esto puede provocar un diálogo.

Dios como causa de todo lo creado ¿qué lugar tiene en un artista que ocupa como herramienta de trabajo la belleza?

El artista tiene que ver mucho con el teólogo, porque trabaja con el misterio, los teólogos intentan explicar lo qué es la Santísima Trinidad es como si yo tratara de explicar lo qué es la belleza. Para mí son esas cosas maravillosas que te dan claramente la idea concreta de donde estás parado, yo admiro lo maravillosa que es la creación, yo que soy la nada misma frente a todo el universo, sin embargo puedo pensar el universo, ahí está la grandeza del ser humano. Dios hizo todo para acompañar al ser humano, Dios cree en su criatura, está al lado nuestro todo el tiempo lo queramos o no, cuando Jesús dijo yo estaré con ustedes hasta el final de los tiempos para mí es consolador, lo que me hace creer que Él está en algún lugar esperándome y me va a recibir.

¿Cómo manifiesta esta fe en su papel de artista?
Alguien decía yo no tengo que hacer nada cuando llega algo de Dios, lo único que debo hacer es limpiar el vidrio, porque yo no tengo la luz, como artista debo hacer eso, dejar que pase la luz por el vidrio limpiándolo. Para ser limpio es necesario ser muy simple, muy sencillo. Dios me quiere como intermediario no como centro de las cosas y eso para un artista que no sea creyente es muy complicado, porque uno está en vitrina todo el tiempo y el ego se hiperboliza.
Un artista que desea hacer arte litúrgico es un artista que está dispuesto a ser puente e intermediario, pero no como para decir yo soy esto, sino que en la medida que trate ser menos yo más soy artista, dejando que Dios actúe. Lo esencial es Cristo quien no mide con la medida de los hombres.

¿Por qué cree usted que en la construcción de los templos parroquiales ya no se da cabida a las manifestaciones artísticas como la pintura, iconografía o la misma arquitectura?

Lo que pasa es que no se entiende bien la cosa, lo mismo pasa cuando se dice hagamos viviendas sociales y no importa que ésta sea una caja de fósforos, que sea invisible la vivienda social y lo mismo pasa con el espacio litúrgico, se necesita un espacio digno que no necesariamente debe ser tan amplio, pero si que produzca esa cercanía con la comunidad, el problema es que no se ve que la arquitectura y la pintura puedan estar al servicio de la comunidad, pudiendo ser un nexo, un puente hacia la trascendencia. No es una cosa de tener más o menos dinero. La capilla del Hospital del Trabajador en Concepción es un ejemplo de ello.

¿Los laicos también tenemos responsabilidad en la inclusión del arte en la liturgia y en dar importancia a la belleza en los templos?

Entre los laicos hay muchos benefactores que dicen cópiame esto o esto otro y eso es un error y no te dejan en la libertad de expresión. Yo defiendo el arte público como es lo que pasa en Europa, hoy quien necesita la belleza de forma urgente son los pobres, porque los ricos como tienen dinero pueden ir a París o a estas grandes ciudades donde en la misma calle uno se encuentra con manifestaciones artísticas de todo tipo. La belleza es una necesidad primaria que alegra y alimenta el espíritu.