Tomás Durán: “Es preferible una Iglesia central con una Eucaristía viva, que decenas de asambleas de 8 ó 10 personas”

-Tomás, parece que la reordenación pastoral que se está llevando a cabo en la Diócesis puede parecer insuficiente. ¿Este I Cursillo de Moderadores de Celebraciones de la Palabra responde a un intento serio de preparar el futuro a partir de la realidad presente para no desatender a los fieles?

-Nuestra diócesis cuenta con 405 parroquias, 375 en la zona rural y 41 en el área urbana, de las cuales 30 están en la ciudad y 21 en el alfoz, pero integradas en los cuatro arciprestazgos urbanos. Dentro de diez años seremos 70 sacerdotes menores de 75 años, edad de la jubilación, de los cuales solo 35 bajarán de los 65. A esto hay que unir la despoblación existente en el mundo rural y la nueva configuración de la capital, que pierde población en el centro, y la que permanece es de edad muy avanzada, mientras los barrios periféricos y los pueblos cercanos se han ido llenando de vitalidad y juventud. Con todos estos datos no podemos seguir manteniendo unas estructuras y una pastoral como si no hubiera pasado nada en los últimos cuarenta años. En este contexto, es necesario en esta hora, la introducción de las Celebraciones en ausencia de Presbítero, que es una iniciativa de nuestro Obispo y Pastor diocesano, Mons. Carlos López, el cual, después de oír el Consejo Presbiteral, ha promulgado un Directorio sobre este tema.

-¿No es un futuro demasiado negro el que se avecina y el que pinta? ¿Por dónde caminar entonces con esperanza?

-Quiero resaltar con mucha fuerza: las estadísticas no convierten el corazón, hasta lo pueden enfriar y no son ni la primera ni la última palabra. La Iglesia de Salamanca debe responder en esta hora al Señor, que nos habla en su Palabra, con su presencia constante y a través de los signos de los tiempos. ¿Qué es lo que Él nos está pidiendo aquí y ahora? Esa es la pregunta. Y nos hace una llamada a retomar un nuevo impulso espiritual y apostólico, a vivir su misma misión, a seguir sus pasos y gestos, a proclamar su Palabra y a compartir su destino. Somos llamados a vivir la eclesiología de comunión diseñada en el Concilio Vaticano II. Y somos enviados por el Espíritu Santo a una misión renovada, inspirada en el modelo apostólico enteramente primero, que nos haga apostar decididamente por una "conversión pastoral" y una salida a las periferias existenciales y geográficas, tal como nos señala el Papa Francisco.

El momento que vivimos es una gracia, una oportunidad para una Iglesia más viva. Si esto no lo tenemos en el corazón, lo de las Unidades de Pastoral es una entelequia y mero tema de tertulias. Este es mi convencimiento: los cinco capítulos del Borrador del Plan diocesano de Pastoral son los retos espirituales y pastorales de nuestra Diócesis. Esos temas son los que deberían ser objeto permanente de oración y diálogo entre nosotros. Y he de resaltar de nuevo que son una iniciativa de nuestro Obispo, oído el Consejo Pastoral diocesano y el Consejo Presbiteral, que coincidieron en la elección.

 -¿Son ahora necesarias las Celebraciones dominicales? ¿Y en el futuro?

-Sí, son necesarias esas celebraciones. En un futuro, no muy lejano, un sacerdote del mundo rural, atenderá 14 o 15 parroquias y es imprescindible que los domingos se convoquen a las comunidades para una celebración dominical. Pero es un paso transitorio. Lo ideal es ir creando "iglesias centrales" donde se celebre la Eucaristía con la asistencia de los fieles de otras parroquias, y que estos "centros apostólicos" sean el referente pastoral para las demás iglesias y comunidades. Es preferible una Iglesia central con una Eucaristía viva, que decenas de asambleas con ocho o diez personas, o menos, en una celebración dominical dispersa y pobre.

-¿No queda con estas decisiones privilegiada la ciudad?

-La ciudad también debe caminar hacia "iglesias centrales". Debemos de ir uniendo varias parroquias que, aunque conserven por un tiempo su actual condición jurídica, vayan trabajando pastoralmente "como si fueran una sola". El actual sistema de treinta parroquias en la ciudad con decenas de eucaristías dominicales, algunas de ellas a escasos cincuenta metros las unas de las otras, no vamos a poder mantenerlo por mucho tiempo. Esto no es un juicio contra nadie y no olvida ni deja de reconocer y agradecer la generosidad de tantos párrocos que han dado su vida en la tarea pastoral encomendada.

-¿En qué zonas de la Diócesis está siendo ya una realidad las Celebraciones dominicales en ausencia de Presbítero?

-Estas celebraciones llevan muchos años realizándose en varios arciprestazgos rurales. Damos las gracias a los sacerdotes, diáconos, religiosas y laicos que las promovieron, promueven y celebran en la actualidad. Queremos dar un paso más: que sean un ministerio laical conferido por el Obispo por un tiempo renovable, que tenga reconocimiento eclesial y una formación espiritual y pastoral permanente. Hemos de extenderlas a más Arciprestazgos rurales. También queremos decir que esto no es una concesión que se hace a los laicos, sino que es algo que nace de su Bautismo y de su participación en la misión de la Iglesia.

 -¿En que consisten estas celebraciones?

-Son celebraciones que pueden hacer los domingos los diáconos, los laicos, religiosos… en ausencia del sacerdote, y que consiste en la proclamación de la Palabra de Dios del domingo y dar la comunión eucarística. Son celebraciones que no son sacramentales aunque sí litúrgicas, donde la asamblea se reúne el domingo, el Día del Señor, un día señalado para todos los creyentes, donde se escucha la Palabra de Dios, donde hay una homilía escrita por el párroco y leída por el laico o religioso y donde hay una comunión eucarística. Son elementos litúrgicos importantes: la proclamación de la Palabra, la comunión eucarística, la asamblea reunida,…. También se llaman en "espera del presbítero", estas comunidades están esperando que el sacerdote venga a celebrar la Eucaristía que es lo esencial e importante.

-¿Este tipo de celebraciones pueden llegar a suplir a la celebración de la eucaristía?

-Existe el peligro de equiparar este tipo de celebraciones con la Eucaristía. Es un peligro real y hay que evitarlo. Por eso la primera opción que debemos plantear es desplazarse a otra parroquia para la celebración dominical, ir creando esas "iglesias centrales". Además de dar una buena catequesis a todo el Pueblo de Dios, señalando la primacía de la Eucaristía y lo secundario y provisional de estas otras celebraciones, hay que preparar previamente a las asambleas donde se vayan a celebrar. Para todo eso se ha organizado este I Cursillo para Moderador de CDAP.

-¿En qué va a consistir el curso y con qué materiales se va a trabajar?

-El curso va a explicar la importancia del domingo como Día del Señor y Día de la Eucaristía. Explicaremos el Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia de Presbítero y veremos los pasos que hemos de dar para establecer más ampliamente estas celebraciones en nuestra Diócesis. No es sólo un curso de formación litúrgica, sino que está encaminado a formar un grupo de Ministros de la Palabra, con responsabilidad eclesial y pastoral.

-¿A quién va dirigido el curso? ¿Es necesaria una formación previa para ser moderador?

-El curso va dirigido a tres tipos de destinatarios. Primero, a los que ya están realizando estas Celebraciones. Segundo, a los laicos y religiosas del mundo rural que quieran ser Moderadores en sus propias parroquias o en las del Arciprestazgo. Y tercero, a religiosos y laicos de la ciudad de Salamanca, que quieran prestar este servicio de manera estable en las parroquias rurales. Llamamos a la generosidad y participación en este primer Cursillo.

-Lógicamente se habrá planteado que el curso tenga una continuidad. ¿Qué recursos se van a ofrecer a los que decidan arrimar el hombro en esta tarea? ¿Cuál será el proceso?

-Para todos los Moderadores de las Celebraciones de la Palabra tiene que haber una preparación inmediata en sus propias parroquias y Arciprestazgos. Y también las Delegaciones de Liturgia y de Catequesis ofrecerán una formación anual acorde a sus necesidades y a la disponibilidad de tiempo. Como todo agente de pastoral, un celebrante de la Palabra sin una formación espiritual y pastoral no podrá ejercer este ministerio.