La otra crisis: Un debate monotemático

CAMINEO.INFO.-El dinero perdido, extraviado, desviado o robado era su única obsesión. Alguien tenía que poner solución a esa desgracia inesperada que había dejado las arcas vacías o pagar con la cárcel y el deshonor tamaña osadía. Una mirada al cielo, una oración y la luz le iluminó: la hacienda es importante, pero aún más lo es la familia y los amigos que tanto nos quieren. Si creemos en las personas, si a todos tratamos con la dignidad que merecen, todo lo demás ya no será tan vital, pues la prosperidad material pasará a un segundo plano, que es la posición correcta para que la cosa marche bien.
Tenía casi todo el poder en sus manos, pero aún quería algo más: hundir a su rival para que nada ni nadie le pudiera hacer sombra nunca jamás. Y ocultó el dinero que aquél necesitaba para salir adelante y trató de desprestigiarlo para que todos le abandonaran y acabara en la cárcel por despilfarrador y soñador de empresas irrealizables. Y no dio su brazo a torcer, pese a recibir las felicitaciones del que era su insignificante oponente. Pero resulta que tenía la batalla perdida de antemano, pues nadie en esta vida es un fracasado si tiene amigos. ¿No creen?
Pero bien, que nadie se lleve a engaño, pues no estoy hablando de la intervención del señor Rajoy y del señor Zapatero en el monotemático debate sobre el estado de la nación. Al señor Rajoy parece importarle sólo la economía, incapaz de mirar más allá del suelo que pisa o de hacer alguna referencia al estado moral de esta sociedad indignada de tanta habladuría.
Eso sí, al igual que George Bailey le felicitó las navidades al señor Potter, el señor Rajoy fue capaz de desearle un feliz futuro, alejado de la política, al presidente Zapatero. Un señor Zapatero que, al contrario que el señor Potter, cree que esta crisis económica es sólo un escollo que le ha impedido realizar su verdadero objetivo: cambiar de arriba abajo el pensar y el sentir moral de la sociedad entera.
Sí, y como el señor Rajoy tampoco es George Bailey, que nadie espere un milagro cuando acceda a la presidencia de esta nuestra nación: todo, menos la dichosa economía, quedará como estaba. Eso sí, esperemos que los terribles despropósitos logrados por los socialistas no vayan a más.