CAMINEO.INFO.-Una inmensa alegría le invadía el corazón, pues por fin se iba a hacer realidad uno de sus sueños más deseados. Su hermano pequeño regresaba de la universidad y le iba a relevar en el mando del trabajo familiar. Pero resulta que nada más bajar del tren le dio una noticia inesperada que hacía presagiar lo peor: se había casado por sorpresa con la hija de un rico empresario.
Su nueva cuñada hizo aparición y tras los saludos de rigor dijo algo que sepultó las esperanzas de nuestro protagonista: su padre estaba entusiasmado con el maravilloso porvenir que tenía su marido y le había ofrecido un puesto de trabajo en un departamento de investigación. La alegría se esfumó de su corazón y eso que hacía esfuerzos para convencerse de que las buenas nuevas eran maravillosas… ¿sólo para su hermano?
Pero no hay que olvidar que todo es para bien, aunque no lo creamos o no seamos conscientes a las primeras de cambio. Poco tiempo después, cuando ya se había hecho a la idea de seguir con su oscuro trabajo, fue a ver a una chica del pueblo que acababa de regresar de la universidad. Ella le dijo que había regresado a casa porque sentía añoranza de su hogar, de su ciudad. Él no podía entender aquella decisión, ese deseo de volver a un pueblucho sin porvenir. Una decisión que era la contraposición absoluta a su idea de la vida, a sus ilusiones de siempre.
Y uno se pregunta quién de los dos tenía razón, qué postura era la correcta. Y la respuesta la obtenemos al contemplar su semblante, en la actitud de afrontar su vida: Ella, feliz y él, frustrado y amargado. Porque quizás, el origen de nuestra infelicidad se encuentra en un fracaso imaginario, en una envidia que nos impide ver más allá, en un inconformismo que nos imposibilita valorar todo lo bueno que tenemos, en un egocentrismo que ciega nuestro cariño desinteresado hacia los demás.
Y todo es para bien, pues nuestro amigo se casó con aquella chica gracias a sus hipotéticos infortunios, a esa supuesta condena vital y laboral que le suponía quedarse en su oscuro, sólo en apariencia, puesto de trabajo en una simple oficina. Ahí queda eso.
