La otra crisis: No hay fiesta sin alcohol

CAMINEO.INFO.-Triste de mí, que ya llegaron las fiestas de San Fermín, donde sólo el vino, la comida y la música montan el gran festín, pues los toros y el santo son una simple excusa a un desenfreno de lo más ruin.
Aunque, a decir verdad, es el líquido rojo el más deseado y buscado, pues algunos son incapaces de divertirse si no pierden el control del todo copa en mano. Si cualquier simple excusa es buena para alzar el codo, si a diario uno busca el narcótico que todo hace olvidar, cuando llega una fiesta grande, un triunfo importante del equipo de sus amores, un concierto espectacular o la llegada del héroe del pueblo… ahí todo queda permitido y resulta que el exceso es más que obligatorio para festejar de verdad de la buena y hasta el coma etílico semejante acontecimiento sin par.
Sí, y para nada importa el mobiliario urbano, el descanso de los niños, mayores y enfermos, el hedor del orín y las heces esparcidas por jardines y garajes, la basura que se acumula y la que no lo está, campando a sus anchas por la ciudad entera, el señorío perdido de muchos jóvenes o el prestigio de una ciudad y de unos habitantes que a los ojos del mundo entero parecen unos beodos irresponsables.
Triste de mí, que se acaben ya las fiestas de San Fermín, que los extranjeros venidos aquí marchen pronto para no más volver si su sola intención es beber, si para ellos España es sólo una gran bodega que nutre a las bocas sedientas de alcohol y así justificar un desenfreno y un comportamiento indigno de un ser humano.