La otra crisis: Realización personal

CAMINEO.INFO.-Es la palabra mágica que todo lo justifica, la que abre la puerta a la incomprensible comprensión ajena, la que sacrifica la felicidad del prójimo sin posibilidad de réplica alguna, la que retrasa la llegada de los hijos, la que separa matrimonios, la que permite escalar posiciones profesionales utilizando a los demás como escalones. Sí, es la palabra maldita que el egocentrismo pone siempre en boca de todos aquellos que son incapaces de olvidarse de sí mismos y mirar a su alrededor. Es la causa directa de la infelicidad de muchísimos niños y también de las personas que se acogen a ella con descaro y ambición.
Así es, me estoy refiriendo a la palabra “autorrealización”, ese proyecto de vida sin sentido si uno lo busca en solitario, sin importarle para nada la “autorrealización” de los demás, de los que habitan en su casa o forman su familia. Porque para sentirse “realizados” muchos son capaces de destruir la realidad de los más próximos y dejarlos en la estacada: sin padre, sin madre, sin hermanos, sin trabajo, sin casa, sin amigos, sin esperanza…
Y no nos faltan ejemplos para comprobar que otra forma de vivir es posible, que podemos ser felices haciendo felices a los demás, que ahí, en la dicha ajena, está nuestra auténtica “realización”. Y si no que se lo digan a George, que se creía un mártir en vida porque nunca jamás pudo ir a estudiar a la universidad, ni viajar por el mundo entero, ni construir grandes edificios y puentes majestuosos. Pero al menos tuvo siempre una cosa clara: la felicidad y el bienestar de los demás están antes que todos mis nobles anhelos. Y por eso será capaz de renunciar a la universidad para que vaya su hermano pequeño, de quedarse sin luna de miel para salvar la empresa familiar, de tener una familia numerosa aunque esto suponga no cambiar de casa ni de coche y quedarse sin vacaciones un año tras otro.
George vivía como un mártir inmortal, con la amargura en la cara y en el corazón, hasta que un día cayó en la cuenta y fue consciente de que no era un fracasado, de que la felicidad la tenía al alcance de su mano, de que la familia y los amigos están muy por encima de las ambiciones personales que nos hacen perder el rumbo correcto y que son la fuente directa de una alegría perenne. George cayó en la cuenta… porque buscó y abrió su corazón a Aquel que nunca falla, porque rezó con humildad a Dios pidiéndole su ayuda infalible.