El enemigo en casa

CAMINEO.INFO.-La época de los faraones, la incursión persa, la influencia griega, la dominación romana, la expansión del cristianismo, la invasión musulmana… diversos periodos históricos de un país que pretende dar al mundo entero una imagen de apertura democrática, pero que tropieza con la realidad del integrismo, de la discriminación y de la persecución religiosa.
Y es que no podemos olvidar que el cristianismo corre por las venas de los egipcios desde el siglo I, y que seiscientos años después llegaría la invasión musulmana y la conversión de buena parte de la población por las presiones que desde siempre han sufrido y siguen sufriendo los cristianos.
También está claro que la primacía no la puede otorgar la temporalidad terrenal, la certeza de que los cristianos viven allí su fe desde hace dos mil años y los musulmanes desde hace mil quinientos. Eso está claro. Pero no podemos ni debemos olvidar que el uso de la violencia quita la legitimidad a cualquier religión, creencia, grupo político, forma de gobierno o a lo que sea. No podemos ni debemos olvidar que el rechazo a la libertad deslegitima a cualquier religión… o a lo que sea.
Sí, la libertad, la posibilidad de poder elegir el bien, de practicar sin miedo mi religión, de elegir el tipo de educación deseado, de depositar la papeleta que me dé la gana en la urna electoral o de criticar abiertamente todo aquello que me parezca injusto; sin perder las formas, por supuesto.
Llegó la hora de exigir con determinación el fin de las persecuciones religiosas en los países musulmanes. Sí, de exigir una “alianza de civilizaciones” bidireccional. Porque si tan convencidos estuvieran que la suya es la religión verdadera, la mejor y única, no usarían para nada la coacción ni presionarían de forma violenta, en busca de su conversión al Islam, a los miembros de las otras minorías religiosas.