La otra crisis: La gloria infinita de ser español

CAMINEO.INFO.-Atrás quedó ya la festividad de la Virgen del Pilar, el Día de la Hispanidad, el Día de nuestras Fuerzas Armadas, el día de la evidencia vergonzante de unos nacionalistas que usan al “Estado español” a su antojo, sujetos siempre al control de su electorado, temerosos de no mostrar a toda hora su afán independentista y su oposición directa a todo aquello que huela a patria, nación, país o España.
Porque uno ya está más que harto de la actitud de algunos presidentes autonómicos “nacionalistas” que se creen unos reyezuelos aldeanos, los amos de su mundillo patrio, e indignos de desplazarse a la capital del “Estado opresor” para rendir homenaje a su rey y a las fuerzas armadas que lo sostienen.
Y uno está más que harto porque el sentir de la mayoría de los españoles es bien distinto, porque muchos de nosotros juramos “dar hasta la última gota de nuestra sangre” por España y cantamos a voz en grito “la gloria infinita de ser español”. Sí, y por eso nos duele en el alma ese desprecio, ese deseo de ocultar la bandera, el himno y todo aquello que huela a España. ¿Pero qué se han creído estos señores “nacionalistos”? ¿Se puede tener una boina más grande que la suya? ¿Se puede ser más ignorante y vivir más alejados de la realidad histórica? ¿Es posible que una persona de bien olvide por completo que la lengua, el idioma que sea, está al servicio de las personas y su función debe ser la de unir y no la de crear disputas? ¿Cómo es posible que su afán de independencia esté por encima de la caridad, del trato amable con todos, de la disculpa y del deseo de construir un mundo más justo?
Por eso, más de una vez, nos puede venir a la cabeza el desánimo y la indignación, y gritarles con desprecio: ¡Muy bien! ¿Queréis la independencia? ¡Concedido! ¡Ya podéis brindar y dar saltos de alegría! ¡Por fin se acabó la opresión! ¡Llegó la hora de ser felices y de comer perdices! ¡Ahora sí que sí vais a tener una vida colmada de dicha!
Sí, más de una vez nos gustaría quitarnos de encima ese lastre nacionalista que tanta desdicha produce a la inmensa mayoría de los españoles. Pero no, no lo vamos a hacer por una sencilla razón: Si ahora, conforme están las cosas, no son capaces de llevar con alegría sus contradicciones cotidianas, jamás lograrán esa plenitud de vida puebla que tanto ansían. Ni aunque logren la independencia infinita de España, de Europa, del Mundo y del Universo entero. Ahí queda eso.