Una lección de vida

CAMINEO.INFO.-Ya lo dijo un santo de nuestro tiempo: No somos humildes cuando nos echamos piedras sobre nuestro tejado, sino cuando nos humillan y lo sabemos llevar por amor a Dios. Pues eso, que este escrito es una buena prueba de esa falsa humildad, aunque también es cierto que está motivado por uno de esos toques vitales que nos recuerdan el verdadero camino del buen ser.
Porque muchas veces pensamos que lo sabemos todo, que aquella metedura de pata que tuvo el vecino jamás la tendremos nosotros, que nuestra inteligencia y maña están a prueba de cualquier contratiempo y que somos tan listos que nadie en su sano juicio intentaría tomarnos el pelo.
Pues eso, que una tarde salíamos de viaje y cuando intentamos rodar la llave para asegurar la puerta… ¡no podía ser! Nos habíamos dejado el otro juego puesto en la cerradura de dentro de casa. Enfados, “ya te lo dije yo”, tarjetas de crédito dobladas sin éxito, “no fuerces con la llave que se romperá”, llamemos al cerrajero…
Y así fue. El cerrajero llegó media hora más tarde. Nos pidió la llave, “forzó” la cerradura y… la llave giró hacia un lado y hacia el otro. Silencio. Miradas furtivas. Silencio roto por unas palabras que nos ofrecían una solución sin romper la puerta por el precio de 230 Euros más IVA. Cambio de semblante. No podía ser lo que mis ojos acababan de ver. ¿Había sido un espejismo o la llave había rodado dentro de la cerradura? ¿230 Euros más IVA? ¡Pues va a ser que no! Semblante serio y decisión tomada. Espera que consulte con la empresa, que os hago un precio especial de horario laboral no urgente. Que sí, que 115 Euros más IVA y nos abría la puerta sin romper la cerradura, aunque estaba bloqueada y sea puerta blindada de las buenas. ¿Estará de broma? Pues no, pues nos lo tomamos en serio y aceptamos. Paripé con el martillo durante treinta segundos y puerta abierta. Recibo hecho a mano, firma y entrega de los billetes. Despedida, que no cierre.
Y así fue, pues repetimos, como las natillas. Llave puesta por la parte de dentro. Fuérzala que no se rompe, empuja un poco que ya rueda y… ¡puerta abierta! Humillado del todo, humildad de la buena, confirmada ignorancia en puertas de otros lados con el mismo problema que ya sabemos no es tal. ¿Indignación ante un timo injusto? No, afirmación de la cruda realidad, de que estamos hechos de una pasta heredera del pecado original y que para subir hacia arriba, hacia ese Cielo que nos tenemos que ganar, necesitamos de la ayuda de los demás, cerrajeros incluidos.