La historia se vuelve a repetir una vez más. Al igual que ocurriera en aquel cuento con el “traje inexistente del rey”; donde tan solo un niño se atrevió a decir la verdad y es que el rey iba desnudo; hoy en día también se reniega de la verdad por cobardía ideológica, por miedo a la crítica destructiva, para no complicarse la vida o por una deformación de la conciencia a sabiendas o no.
Hoy en día se critica con dureza a las personas que tratan de ir con la verdad por delante. Aunque lo peor de todo no es eso, sino el silencio e incluso la condena pública de aquellos que son sabedores de esa verdad y debieran defenderla por principios.
El ministro del Interior, el señor Fernández Díaz, se ha atrevido a afirmar una gran verdad: La unión homosexual no asegura la pervivencia del ser humano; y menos aún hoy en día, cuando los matrimonios en edad fértil no superan la media de 1’4 hijos. Por eso, por simple sentido común y de supervivencia, el matrimonio; “oficio de la madre” y por eso la unión entre un hombre y una mujer; necesita una protección y un cuidado especial.
Las críticas feroces no se han hecho esperar. Aunque quizá lo peor de todo no sea esto, sino que el periodista Luis del Val, aprovechando su participación, que es diaria, en el programa de la COPE “La Mañana con Buruaga”, tilde al ministro de “tonto contemporáneo”. Y es que resultará que los que ven y defienden la verdad deben ser niños o atontados. Pues visto lo visto, uno prefiere ser idiota antes que un incongruente o chaquetero radiofónico.