La otra crisis: Becas condenatorias

Algunos políticos confunden el término oposición con el de imposición. Por eso, cuando su partido gobierna, aprueban las leyes que les da la gana sin consenso ninguno. Por eso, cuando están en la oposición, pretenden que el gobierno de turno apruebe leyes impregnadas con su propia ideología y si no, como norma general, se posicionan siempre en contra de cualquier iniciativa gubernamental, con la idea clara de desgastar su autoridad y acelerar su vuelta al poder.

Aquí tenemos un ejemplo claro de lo que acabo de decir, con el ministro popular Wert y su proyecto de ley educativa. Una ley educativa criticada y rechazada por los partidos de la oposición desde el segundo uno, aunque se puedan contar con los dedos de una sola mano los políticos que se la han leído.

Algunos políticos no ven más allá de su propia ideología e ignoran que en Finlandia; país modelo por la eficacia de su sistema educativo; la mitad de los estudiantes de secundaria se decantan por los módulos formativos y el resto, la otra mitad, accede a los estudios universitarios. Cosa que no ocurre aquí en España, donde siete de cada diez estudiantes se convierten en universitarios y los demás, tres de cada diez, cursan formación profesional.

Algunos políticos no quieren reconocer la cruda realidad: El nivel académico de nuestras universidades deja mucho que desear e innumerables titulados universitarios engrosan la lista de parados. Pero como confunden oposición con imposición, se rasgaron sus vestiduras cuando el ministro Wert anunció que para disfrutar de una beca universitaria los estudiantes deberían tener, como mínimo, un seis y medio de media académica.

Pues resulta que nuestro ministro se queda corto en sus pretensiones. Pues ese seis y medio también tendría que aplicarse no solo para conceder becas, sino también para poder matricularse en cualquier universidad, pública o privada. Ignoran estos políticos opositores que los estudiantes que están interesados de verdad en una titulación en concreto, repiten una y otra vez las pruebas de acceso hasta que consiguen la nota mínima. Ignoran que a muchos de esos estudiantes que se iban a quedar sin beca o sin poder matricularse por no llegar a la nota mínima, se les iba a hacer un gran favor. Sí, pues hubieran pasado de ser unos mediocres titulados universitarios a tener posibilidades reales de conseguir un empleo, y todo gracias a una formación profesional casi a medida. Sí, pues muchos de esos estudiantes, gracias a la imposibilidad de realizar estudios universitarios, hubieran descubierto su verdadera vocación profesional. Ahí queda eso.