Está claro que la ley va en su contra y que los colegios no pueden cambiar los libros de texto sin causa justificada durante cuatro cursos o más. Eso está claro. También que las asociaciones de padres están organizando “bancos de libros” para que los alumnos se gasten en libros lo menos posible. Y aún más, pues esas mismas asociaciones, saltándose la legitimidad que tienen las librerías, asumen la compra-venta de libros de texto en sus centros escolares. Y sí, para reinvertir las ganancias en los propios colegios... ¡faltaría más!
Todo esto está claro, pero las editoriales tampoco deben de olvidar que el “bonolibro” ha desaparecido y que las “becas” se conceden pero no se cobran. Ahora acaban de salir las bases para las del curso 2013/14 y eso que aún están por cobrar las becas del curso que acaba y también las del anterior. ¡Ahí es nada!
Pues eso, que las editoriales y las librerías tienen claro que el negocio de los libros de texto llega a su fin. Y más todavía cuando se normalice el uso de las nuevas tecnologías en todos los centros escolares. Llega a su fin, pero eso no justifica que unas, las editoriales, quieran morir matando, imponiendo unos precios más que abusivos, y las otras, las librerías, mueran ahogadas al tener que vender los libros a precio de coste, y todo por querer competir con el precio que ofrecen en los colegios las asociaciones de padres.
¿Y entonces qué hacemos? ¿Cómo podemos poner punto y final a este abuso generalizado? Algunos dirán que no se puede poner puertas al campo, que son tiempos de cambios y que, como ya ha ocurrido en multitud de ocasiones, las editoriales y los libreros se tendrán que reinventar. ¡Menuda aventura más maravillosa! ¿No les parece?