Uno no sale de su asombro ante el empeño independentista adoptado por el Gobierno catalán en plena crisis; que no es tan solo económica. Y además, a esa obstinación secesionista, hay que sumarle su defensa acérrima, cuasi irracional, de todo animal que sufra maltrato, ya sea físico o psíquico. Y para botón de muestra, ahí está la prohibición de las corridas de toros del pasado año y ahora la de los espectáculos de circo que utilicen animales.
Si uno se pone a filosofar desbarrando, puede llegar a la conclusión de que el Gobierno de Cataluña lo que desea es poner a los animales irracionales al mismo nivel que al resto de la ciudadanía catalana. ¿Que con qué fin? Pues quizá para sumar nuevos e inesperados adeptos a su causa independentista.
De ser así, se equivoca de todas, todas. Porque si el Gobierno catalán quiere de verdad sumar más y más votos a su causa secesionista, lo que tendría que hacer ya mismo es derogar en su territorio la ley del aborto. En cuestión de unos pocos años, la población catalana superaría a la española y ganarían hasta un referéndum sobre su independencia realizado en toda España.
Más aún. Si el Gobierno del señor Mas decide dar este paso racional y deroga la ley del aborto en Cataluña, yo seré el primero en darle mi apoyo y convertirme en un orgulloso ciudadano catalán. Ahí queda eso.