Los progresistas de nuevo cuño están convencidos de que la educación pública ha de seguir un único modelo; el que ellos han decidido de forma unilateral, por supuesto. Y este empecinamiento selectivo les impide caer en la cuenta de la realidad que nos rodea. Porque la educación pública está dirigida a un "público plural", donde coexisten familias con formas diversas de pensar y de actuar. Porque esa educación pública está subvencionada con los impuestos que paga ese "público plural". Porque pensar que solo hay un único modelo educativo público posible, y no otro, es creerse en posesión de la verdad absoluta y despreciar el parecer de los demás. Y es que aquí está el quid de la cuestión.
Los progresistas de nuevo cuño están convencidos, de forma absoluta, de que el derecho a educar a los niños lo tiene el Estado y no los padres. Y por eso no están dispuestos a que se destine un solo euro a otro modelo educativo que no sea el que ellos, ya sea desde el poder gubernamental o desde la oposición, proponen; aunque esos euros sean aportados por familias que piensan que el derecho primigenio de la educación de sus hijos es suyo.
Y es que en el fondo es una cuestión de amor, o de miedo, a la libertad. Porque las familias que son sabedoras de su papel primordial no tienen ningún problema en que coexistan diferentes modelos educativos y que cada uno elija el que vaya más acorde con su forma de ser y de pensar, sin que haya ninguna imposición por medio. Todo lo contrario de lo que exigen los progresistas, que no están dispuestos a consentir otro modelo que no sea el suyo. Y es que por sus obras los conoceréis…