Rodríguez Zapatero; nuestro anterior presidente del Gobierno… que ya habrá que ir aclarándoselo a las nuevas generaciones; lo intentó una y otra vez, y por eso insistió en eso de los brotes verdes, en lo de jugar la “Champion” y cosas por el estilo. Pretendía infundir una confianza ciega en los españoles para que dejaran a un lado sus miedos y empezaran a consumir, y así, de ese modo, reactivar nuestra maltrecha economía. Pero sus palabras se las llevó el viento y la fuerza de los votos puso fin a su desgobierno.
Mariano Rajoy, por boca del señor Montoro, también insiste una y otra vez, de noche y de día, a tiempo y a destiempo: Ya estamos saliendo de la crisis. Pero, a diferencia de Zapatero, tiene donde apoyarse en su ficticia ilusión: Han sacado, con bombo y platillo, una polémica reforma laboral que, según ellos, es la causa primera de esa ansiada recuperación que se vislumbra. Y así, sin querer la cosa, su “canto de sirena” se puede apoyar en ese hecho concreto, en acciones de gobierno que Zapatero no pudo o supo realizar en su día.
Quizá el quid de la cuestión solo sea infundir confianza, la sola sensación de recuperación que nos incita al consumo, y mover así esa rueda de la economía que se retroalimenta de “muchos pocos”. Y de eso es sabedor el señor Montoro y compañía. Lo que quizá no sepan, y a su desconcierto legislativo nos remitimos, es que esta crisis no es tan solo económica, sino que va mucho más allá. No se enteran de que está en juego la dignidad de las personas, la libertad de las conciencias, la vida de todo ser humano desde el mismo momento de su concepción y hasta su muerte natural, la familia como centro y origen de la sociedad, del mismo Estado…
Sí, está mucho en juego y este Gobierno solo sabe hablar de economía, de números y cifras, de su “fabulosa” reforma laboral y de la salida en falso a una crisis que es inabarcable para unas mentes cegadas y apegadas al poder político. Ahí queda eso.