La otra crisis: Paternidad censurada

Algunos políticos presumen de cercanía popular y se les llena la boca con una proclama: la de que piensan primero en la ciudadanía y que se ponen siempre en su piel. Y por eso afirman ufanos que cuando ellos gobiernen escucharán a la calle antes de promulgar cualquier tipo de ley.

Sí, y uno se pregunta si esos políticos viven en este país o en una irrealidad virtual creada por su fanatismo. Porque, que uno sepa, no hay manifestación familiar alguna en las puertas de los centros escolares quejándose de la obligatoriedad de la asignatura de religión o del concierto educativo en los centros privados. Pues resulta que la asignatura de religión es optativa y la cursan aquellos alumnos que lo desean y los conciertos económicos se asignan a los colegios que cumplen con toda la normativa legal exigible.

Por eso, y por algunas razones más, uno no entiende cómo es posible que una de las prioridades innegociables de algunos partidos políticos sea la supresión de la religión del currículo escolar y también de los conciertos a los colegios privados. Uno no se explica cómo es posible que los políticos que presumen de diálogo, consenso y demás, vayan a desautorizar al 70% de familias que desean para sus hijos el área de religión y a otras cientos de miles que optan en libertad por la enseñanza privada. ¿O será que eso de escuchar al pueblo es puro marketing y su única pretensión es instaurar en España el pensamiento único? No sé, no sé…