Crisis del Estado Español y descomunal déficit público.

La Constitución Española de 1978, se hizo mirando hacia el fracaso de la II República(19131-1936), fracaso estrepitoso más debido a la visión antidemocrática de las izquierdas soviéticas, anarcosindicalistas y bolcheviques, obsesionadas por imponer la dictadura revolucionaria del proletariado, y cómo no, también debido a la dejadez institucional y a la cobardía de las derechas radicales o conservadoras, cuando ejercieronel poder, pues, fueron incapaces de democratizar a la sociedad civil a través del fortalecimientoy las reformas de una Constitución contaminada por el laicismo jacobino y masónico, anticatólico, y que abrió las puertas a un federalismo autonómico, al permitir los nacionalismos radicales e independentistas de vascos y catalanes, que, como no lograron sus objetivos de ser estados, contribuyeron a que España cayera en una desintegración social, política, cultural y económica, que culminó, en la Guerra Civil.

Los mal llamados padres de la patria, de antes y después de la esquizofrénica Transición Democrática, los líderes tecnócratas del franquismo junto a los advenedizos líderes políticos del socialismo, del comunismo y de los nacionalismos secesionistas, hicieron la Constitución Española de 1978, más pensando en los interés del independentismo nacionalista vasco y catalán, que en la unidad por el bien común de la Patria, la Nación y del Estado Español.

Los bien llamados padres de la Patria, en Inglaterra, Alemania o Francia, o el mismo Estados Unidos, siempre han antepuesto la unidad en el bien común de sus patrias, a los intereses individuales e ideológicos de los partidos políticos. En España, no ha sucedido así, para nuestra desgracia, y no será porque nuestra larga y rica historia, no está repleta de personajes históricos, que han antepuesto primero el bien común de la unidad de España, a sus apetencias personales o de poder ideológico. Con un ejemplo señero, basta: el del economista, más que pensador, el católico y liberal moderado de nuestra Ilustración, Melchor Gaspar de Jovellanos(1744-1811), que quiso modernizar a España, sin que dejará de ser ella en sus fundamentos históricos.

La Historia de España a partir del siglo XVIII y hasta este siglo XXI, hubiera acontecido de otro modo, si no nos hubiésemos olvidado de las raíces y los fundamentos identificativos de España, pues, Jovellanos representa el único ejemplo de ilustrado liberal que buscaba "concordar"[1], armonizar y conciliar el pensamiento ilustrado con el pensamiento cristiano católico, que se preocupa por el bien común de las sociedades civiles. La razón, no es razón científica ni tampoco religiosa, cuando no se atiene tanto a "la tradición divina (revelación)" como a "la tradición humana (enseñanza)"[2], es decir, tanto la ciencia teórico-práctica, como la ciencia teológica o espiritual, tanto a los principios político, científico y económico, como a los principios moral y ético.

La Historia actual del Estado Español, en crisis y déficit crónicos, sería otra, y no estaríamos con tremendas deficiencias, sociales, políticas, culturales, económicas, espirituales y financieras, que han destruido la unidad histórica de España en el bien común.

Hay que recuperar la unidad del bien común de nuestra identidad histórica, y para ello, los diecisiete autocráticos micro-estados, en los que han degenerado el Estado de las Autonomías, han de ser revisados y puestos en su sitio, para que sean simples autonomías sin competencias fundamentales, que anulen tanta dinosaurio- burocracia; para que sean meros gestores de la unidad en el bien común de España, y no autocráticos gobiernos y parlamentos, que nos han embotado con tantísimas leyes indescifrables y farragosas, causantes del hundimiento integral de España.

[1]MenéndezPelayo, Marcelino, "Los contrarrevolucionarios del XVIII", en la Historia de España, Edit. Ciudadela Libros, S.L., Madrid, 2007, ps 225-229.

[2] Ibídem, p. 227.