Muros e ideas

En 1961, unos hombres, desde ideas inspiradas en el comunismo, levantaron el tristemente famoso muro de Berlín. Otros hombres, desde ideas diferentes, lucharon contra ese muro, incluso murieron junto a las alambradas, simplemente porque deseaban reencontrarse con familiares o amigos. Optaron por la libertad, y murieron bajo balas asesinas.

El muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989. Hombres e ideas hicieron posible la supresión de una barrera injusta y arbitraria. En Alemania, como en otros países de Europa, soplaba fuerte el viento de la libertad y el anhelo por construir un mundo más justo.

Las ideas son como el dínamo poderoso que lleva adelante parte de la historia humana. Sólo una parte, porque incluso los más fuertes no son capaces de imponer sus ideas a los débiles.

Existen factores misteriosos y fuerzas profundas que tejen los hechos. En el siglo XIX, una tormenta tuvo una importancia casi decisiva para la derrota de Napoleón en Waterloo. En el siglo XX, Karol Wojtyla, un Papa sin divisiones ni armas, generó un viento de esperanza en muchos corazones amenazados por servicios secretos eficaces pero impotentes ante la energía de las nuevas ideas.

El muro de Berlín quedó reducido a ruinas. Otros muros, algunos tristemente visibles, otros ocultos, separan todavía hoy los corazones y los cuerpos. Pueblos ricos se niegan a compartir sus bienes a quienes mueren de hambre en países abrumados por la miseria. En diversos lugares se alzan alambradas para impedir el paso de emigrantes. También en Tierra Santa se construye un muro amargo, con la excusa de evitar atentados y con el triste resultado de aumentar los odios.

En nuestro mundo quedan muros por derribar. Ideas como el miedo, la avaricia, el afán de dominio, provocan conflictos y dividen corazones.

Hace falta denunciar y extirpar ideas egoístas que generan desconfianza y opresiones, que construyen hospitales donde se aborta a los hijos, que provocan guerras económicas que ahogan en la miseria a los pobres.

Hace falta promover ideas buenas, desde la verdad sobre el hombre y su dignidad indestructible, para que el mundo vea caer muros malignos de las calles y de las almas, y para que haya más puentes y caminos que unan a los pueblos en su camino hacia la justicia verdadera