Hay días en que se hace más agudo
el sentimiento de que las cosas no van bien, hoy es uno de ellos. No va bien la
convivencia entre españoles, nuestras libertades, nuestra lengua común, la
realidad de nuestra nación. Parece como si todo hiciera aguas y vamos dando
cada día más pasos hacia un precipicio. Quizás esté equivocado y las cosas no
marchen tan mal.
Siempre he pensado que la
política tenía como finalidad esencial buscar las mejores soluciones para el bien común, el bien de los andaluces,
de los extremeños, de los catalanes o de los gallegos, pero tengo la impresión
de que los gobernantes de cada trozo de España lo que tratan es de imponer sus
ideas, sus intereses, su manera de ver la vida a todos los que se encuentren dentro
de su ámbito de acción utilizando para ello
los medios de adoctrinamiento que tengan a su alcance.
En lugar de colaboración entre
las diversas de formaciones políticas para superar los problemas, parece que siempre tiene que haber
enfrentamiento, acoso al que piensa diferente al que se le coloca una marca
amarilla como a los judíos bajo el nazismo, se le señala con algún adjetivo
denigratorio: facha, nazi, extrema derecha, franquista y otros por el estilo
buscando su destrucción.
La forma más efectiva de
manipulación ya está inventada por el neo-marxismo: destruir las instituciones
que sostienen al individuo, la familia, la religión, la propiedad para dejarlo
inerme frente al poder.
La familia, a la vista está, ha sido casi destruida, sus funciones van quedando
en suspenso. La familia formada por un hombre y una mujer para toda la vida y
para engendrar vida, parece en trance de desaparición. La nupcialidad ha caído,
las personas no se casan y una mayoría de los que se casan rompen su compromiso
con toda facilidad. Si no hay familia estable los hijos es un estorbo, mejor no
tenerlos utilizando los métodos anticonceptivos y si se llega al embarazo se
elimina el concebido mediante el aborto practicado sin cortapisas.
Si a pesar de todo hay familias
con hijos, pues se evita que los eduquen en sus propios valores, ya los educará
el gobierno, de uno u otro color, en la perversa ideología de género para que
sean ciudadanos de este mundo tan moderno que terminará por extinguirse.
La religión, la relación del
hombre con Dios, si se toma en serio, puede poner en cuestión la validez de las
ideas y valores que difunde la modernidad, razón por la cual tratan de vaciarla
de contenido y convencer a las personas de que nosotros somos nuestros propios
dioses, que no hay mas leyes que las que emanen del parlamento.
Pero en esos parlamentos también se decide sobre
nuestro trabajo, sobre nuestras actividades, sobre nuestras propiedades y
tendremos que soportar las crisis que la mala administración de los que nos
gobiernan nos cause. Cada vez estamos más inermes ante una economía que no
controlamos, ni nuestros políticos tampoco. ¿Qué impuestos gravarán nuestros
ingresos? ¿Qué ingresos podremos obtener? ¿Seguirán pagándose las pensiones?
¿Qué futuro nos espera? ¿Seguirá existiendo la España de hoy?
Mi sentimiento de que las cosas
no van bien ¿estará equivocado?