CAMINEO.INFO.- Mercedes (Buenos Aires)/ARGENTINA.- El arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Agustín Radrizzani, advirtió sobre un cuadro de “emergencia educativa” en el continente y en la Argentina, a raíz de la instrumentación de reformas en los planes educacionales, sobre todo porque allí se presenta a la educación como “algo centrado en la adquisición de conocimientos y habilidades, parcializando y reduciendo la integralidad de la persona humana, guiados preponderantemente por criterios materialistas que privilegian la producción, la competitividad y el mercado”, y también porque “se propician inclusiones de actitudes contrarias a los valores de la vida, de la familia y de una sana sexualidad”.
“A esto se suman las propias desorientaciones motivadas por las más diversas causas, no toca ahora dilucidarlas, que llevan a considerar la tarea educativa como un mero medio de sustento, como fuente laboral, o bien un lugar que me prestigia y adorna el curriculum vitae; también, como deformación, aparece la escuela como un lugar meramente de contención y arreglo de conflictos”, reconoció.
El prelado mercedino hizo estas observaciones al hablar sobre “la misión de la escuela católica” ante los participantes de la Jornada de Capacitación Docente, que se realizó el pasado 17 de febrero en el Auditorium del Seminario Santo Cura de Ars, organizada por el Instituto de Formación Docente y Técnica de la Ciudad de Mercedes, el Instituto Padre Ansaldo y esa casa de formación sacerdotal.
El arzobispo subrayó que “ante esta realidad, a la que podríamos sumar otras muchas dificultades complejas, aparece el desafío de conocer nuestra identidad como escuela católica para plantearnos con claridad los objetivos de nuestra área y el compromiso coherente con nuestra responsabilidad como discípulos misioneros del Maestro de Galilea”.
“Es imprescindible partir de la conciencia de nuestra propia vocación como docentes evangelizadores. ¡Más que un ‘empleo’ se trata de una misión!”, aseveró.
Monseñor Radrizzani llamó a convencerse y poner los medios prácticos necesarios para que “la tarea educativa sea en estrecha colaboración con los padres de familia, integrándolos en el proyecto educativo”, porque, señaló, “en definitiva son los padres quienes nos confían lo más preciado que tienen: sus hijos, para que colaboremos con ellos en la formación, como decía San Juan Bosco, de ‘honestos ciudadanos y buenos cristianos’”.
Tras indicar que éste es “todo un ideario sintetizado maravillosamente” por el santo salesiano, precisó que “se tratará de acercarnos al auténtico fin de la escuela católica, que ‘está llamada a transformarse, ante todo en lugar privilegiado de formación y promoción integral, mediante la asimilación sistemática y crítica de la cultura, cosa que se logra mediante un encuentro vivo y vital con el patrimonio cultural”.
“La escuela católica tiene la irrenunciable responsabilidad -insistió- de poner de relieve la dimensión ética y religiosa de la cultura, para desarrollar aquello que es constitutivo de nuestra condición humana y la destaca como tal, como lo es la espiritualidad. Esto permite escapar de las trampas relativistas que dan lugar a una libertad mal entendida: solo confrontando con los valores absolutos logra el hombre la plena libertad ética, que presupone la libertad psicológica y la perfecciona, dando sentido y valor a la vida de la persona”.
Por lo tanto, aseguró monseñor Radrizzani, “no es cualquier educación, sino aquella que humaniza y personaliza al ser humano, logrando que sea consciente y libre, según el orden creado, para estar en comunión con Dios, consigo mismo, con los demás y con la propia creación”.
Asimismo, puntualizó que “el marco referencial, ante la complejidad de un proyecto educativo, ha de ser la cosmovisión cristiana de la realidad, logrando que los niños y jóvenes descubran su identidad a imagen de Jesucristo, luz esclarecedora del misterio de la persona humana”, porque, sostuvo, “en Él, todos los valores humanos encuentran su plena realización e integración”.
Monseñor Radrizzani recordó además que el documento de Aparecida propone que la educación en la fe en las instituciones católicas sea “explícita, integral y transversal”, e hizo hincapié en que es “responsabilidad de toda la comunidad educativa (directivos, maestros, personal administrativo, alumnos, padres de familia, etc.), en cuanto comunidad eclesial, asumir el rol de formar discípulos misioneros de Jesús en todos los niveles”.
“Sabemos que nacemos con un temperamento, aunque podemos forjar el carácter, a través del ejercicio de las virtudes y lograr una personalidad coherente con los valores del Evangelio, capaz de comprometerse con la sociedad actual, para instaurar el Reino de Dios en el mundo, haciéndolo más justo, más solidario, más pacífico. En resumen, más plenamente humano. Ese es nuestro ideal, ese es nuestro desafío”, concluyó.+
