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CAMINEO.INFO.- Mons. Demetrio Fernández González.




La diócesis de Córdoba con san Juan de Ávila

Thu, 16 Sep 2010 07:28:00
 
Mons. Demetrio Fernández González. Obispo de Córdoba
Mons. Demetrio Fernández González.

CAMINEO.INFO.- La diócesis de Córdoba es relicario de san Juan de Ávila, uno de los santos españoles más grandes de la Iglesia universal en el siglo XVI, cuyo influjo se ha expandido por la iglesia universal como el buen olor de Cristo. Estamos ante la figura de un “verdadero reformador”1 que ha vitalizado a la Iglesia con su vida y con su doctrina y que probablemente sea declarado doctor de la Iglesia universal, cuando el Santo Padre lo crea oportuno.

Nacido en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) en 1500 en el seno de una familia acomodada, que le educó cristianamente, muy joven se trasladó a Salamanca para estudiar leyes (1516), con un futuro prometedor para un joven como él. El encuentro con Jesucristo cambió su vida radicalmente, y lo que estimaba ganancia lo tuvo como pérdida con tal de ganar el amor de Cristo que supera todo conocimiento. Y “lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo” (Flp 3,7-8). Esta experiencia de san Pablo se hizo carne en la vida del joven Juan de Ávila, y dejó Salamanca y el estudio de las leyes y el futuro prometedor, al ser “alcanzado por el Señor” (Flp 3,12), al que encontró pobre, humilde y penitente en su retiro de Almodóvar. Tres años dedicado a la oración y a la penitencia, años de crecimiento en el amor y de purificación interior, años que le preparaban para una donación más plena de sí mismo. El futuro de Juan de Ávila se fraguó en esos años de silencio exterior y de “atención a lo interior”2 en el despertar de su primera juventud.

Bien orientado por sus directores espirituales se encamina a Alcalá (1520-1526), decidido ya a ser sacerdote y a consagrar su vida a Cristo y a la evangelización. Doce pobres le acompañaron en la fiesta de su ordenación sacerdotal en Almodóvar del Campo, cuando ya sus padres habían muerto. Ni más banquetes ni más dispendios. Todo un programa de vida, cuando todavía Marx no había hablado de “pobres”, pero cuando Jesús hacía ya siglos “siendo rico se había hecho pobre para enriquecernos con su pobreza” (2Co 8,9) y cuando Francisco de Asís (1182-1226), un joven parecido a Juan de Ávila, en el seguimiento de Jesús dejó su hacienda y su casa para reconstruir la Casa de Dios desde los sólidos cimientos de la hermana pobreza y de la humildad.

Encendido en el amor de Cristo, a Juan de Ávila sólo le interesa ganar almas para Cristo (cf 1Co 9,19ss) e ir a gritar hasta el confín de la tierra, como lo hiciera Francisco Javier, que la salvación del hombre se encuentra solamente en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, centro y plenitud de la revelación de Dios a los hombres, único salvador de todos los hombres3. Y que la única desgracia del hombre es no haber conocido a Jesucristo y verse privado de su amor, aunque sólo sea por unos años, más aún si es para siempre4. Por eso, se ofreció al obispo de Tlaxcala, Juan Garcés, para ir a Nueva España-México como misionero (1527). Pero D. Alonso Manrique, arzobispo de Sevilla, introduce una corrección en la trayectoria de esta vida misionera, a punto de embarcarse para México, y lo encauza en tareas de evangelización en su diócesis y después en otras diócesis del entorno, mereciendo por eso el título de “apóstol de Andalucía”.

Su obra principal Audi filia (con el incipit del Salmo 44) es todo un tratado de ascética de los más consultados y leídos en su época. “Ha convertido más almas que letras tiene” decía de este libro el cardenal Astorga, arzobispo de Toledo. La envidia de algunos lo llevaron a la Inquisición, que lo tuvo en la cárcel más de un año, de 1531 a 1533, saliendo de ella más encendido y purificado, plenamente identificado con Cristo crucificado, al estilo de san Pablo: “vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mi” (Gal 2,19).

Al salir de la cárcel, en 1535 entabla contacto con el obispo de Córdoba Álvarez de Toledo y hace amistad con su sucesor el obispo Cristóbal de Rojas, al que entrega el Memorial para el Concilio de Toledo, que presidió el mismo obispo de Córdoba. En Montilla se instala en 1544. En Montilla, el Espíritu del Señor irá rematando su obra y desde su casa, cedida por los marqueses de Priego, escribe, habla, recibe a sus discípulos, sale para predicar algunas misiones, hasta su muerte el 10 de mayo de 1569.

La diócesis de Córdoba es deudora de este hijo suyo, al que no ha tratado como se merece. La circunstancia de ser cura diocesano hizo que la Compañía de Jesús, a quien había entregado su cuerpo como reliquia, no afrontara su causa de canonización y precisamente su condición de cura diocesano, “cedido a la Compañía de Jesús” post mortem, hacía que nadie estuviera detrás para apoyar esta causa. Unos por otros, este astro brillante de la Iglesia ha experimentado una humillación histórica demasiado prolongada hasta que los curas diocesanos de Madrid, la Congregación de san Pedro Apóstol, a petición de unos curas de Córdoba en 1622, afrontaron su causa de beatificación que culminó con la beatificación por parte de León XIII el 4 de abril de 1894. Pío XII lo declaró patrono del clero secular español el 2 de julio de 1946, y Pablo VI lo canonizó el 31 de mayo de 1970.

La causa de doctorado ha sido tomada por la Conferencia Episcopal Española, a petición del obispo de Córdoba Mons. Infantes Florido en 1989, y según los datos de que disponemos, estaríamos en la recta final para su declaración como Doctor de la Iglesia Universal.

El Centro diocesano “San Juan de Ávila” en Montilla

Los santos son de donde mueren, es decir, de donde “nacen” para el cielo. De los santos no se celebra el día de su nacimiento en la carne, aunque todo comenzara en esa fecha. De los santos se celebra el día de su nacimiento para el cielo, su dies natalis. Y san Juan de Ávila murió en Montilla (Córdoba) el 10 de mayo de 1569. En esta fecha y en este lugar se localizan las coordenadas de lugar y tiempo que marcan la historia, su historia. Por eso, la diócesis de Córdoba es la diócesis de san Juan de Ávila.

La figura de san Juan de Ávila desborda por su gran categoría los límites de lugar y tiempo, y es como todos los santos patrimonio de la Iglesia universal, y particularmente patrono del clero secular español por declaración del Papa Pío XII (1946). Todos los sacerdotes diocesanos seculares de España estamos agradecidos a esta proclamación, que ha llevado a la Conferencia Episcopal Española (CEE) a promover la causa de doctorado, que está punto de concluir.

La iniciativa del Papa Pio XII y la acción promotora del doctorado por parte de CEE no eximen, sino que estimulan a “su” diócesis de Córdoba a promover iniciativas que lo den a conocer al mundo entero, y especialmente a los sacerdotes diocesanos de todas las diócesis, de España y de la Iglesia universal. La diócesis de Córdoba se siente movida a dar acogida a los muchos peregrinos que acuden hasta el sepulcro del Santo y a impulsar todavía más el conocimiento de su vida y de su doctrina. Y agradecemos todo el camino recorrido hasta aquí por tantas personas, instituciones, iniciativas, etc. que han mantenido viva la llama del amor al Maestro Ávila.

Por estas razones, con fecha 11 de junio de 2010 en la clausura del Año sacerdotal y como fruto directo del mismo, en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y como un regalo precioso del Corazón de Jesús a nuestra diócesis, el obispo de Córdoba ha erigido canónicamente el Centro Diocesano “San Juan de Ávila” para el estudio de la persona, la doctrina, la espiritualidad y la pastoral del Santo Maestro, precisamente en su lugar de “nacimiento”, Montilla (Córdoba), y en la casa misma que acogió sus últimos años de vida y su último suspiro. Tengo la firme convicción, compartida por muchos en la diócesis de Córdoba, de que este Centro Diocesano será un foco permanente de doctrina y espiritualidad avilista, y, al lado de otras muchas iniciativas que el Espíritu hace brotar en su Iglesia, supondrá una gran renovación de los sacerdotes, y particularmente de los sacerdotes diocesanos, configurándolos con Cristo, al estilo de san Juan de Ávila, y estimulará a tantos seminaristas en el camino de su vocación. No lo hacemos desde ningún carisma particular, que bienvenidos sean a su santa Iglesia, sino desde la entraña misma de la Iglesia, desde la diócesis de Córdoba con su obispo al frente y con su presbiterio, al más puro estilo de san Juan de Ávila, que por eso es patrono del clero secular.

El objetivo de este Centro es el de dar a conocer cada vez más a san Juan de Ávila, promoviendo el estudio y la difusión de sus obras, la traducción de las mismas a otras lenguas, el cultivo de su espiritualidad y de su talante pastoral, cuajado por el trato personal de la dirección espiritual y por la predicación en las misiones populares y en los grandes sermones doctrinales. Se trata de dotar a Montilla de lugares adecuados para los peregrinos, que se acercan hasta su sepulcro, hasta la casa del Santo y demás lugares avilistas: parroquias que vienen de otros lugares, sacerdotes que quieren acercarse a Juan de Ávila, seminaristas que visitan el pueblo del Maestro Ávila. Queremos que Montilla sea el epicentro de una relación cada vez más creciente con san Juan de Ávila, porque esta es su diócesis y aquí está su sepulcro.

Mantendremos contacto con otras instituciones, personas, iniciativas, etc. que promueven el conocimiento y el estudio del Maestro Ávila, recibiremos de ellos lo mucho que pueden enseñarnos, pero entre lo mucho que se ha hecho y se está haciendo, y que nos ha conducido a la vigilia del doctorado, no debe faltar la colaboración activa y eficaz de la diócesis de Córdoba, “la diócesis de San Juan de Ávila”, como me indicó el Papa Benedicto XVI al presentarme ante él como nuevo obispo de Córdoba. Más aún, estamos convencidos de que la diócesis de Córdoba ha de tener iniciativas propias en relación con san Juan de Ávila, y compensar de alguna manera la deuda de gratitud que tiene con este hijo suyo, tan preterido durante siglos. Al fin y al cabo, la diócesis de Córdoba es el lugar de su tránsito y guarda la urna de sus reliquias en la Iglesia de la Encarnación, hasta ahora regentada por los PP. Jesuitas, aquí está su su casa y su memoria.

El Santuario de San Juan de Ávila, la Iglesia de la Encarnación

Precisamente en este momento la Compañía de Jesús, y en su nombre el Prepósito General, P. Adolfo Nicolás, s.j., después de las gestiones realizadas en los meses pasados, ha cedido en usufructo gratuito a la diócesis de Córdoba el templo que guarda el sepulcro de san Juan de Ávila, con todos sus enseres muebles e inmuebles de los que está dotado. Con licencia de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica de fecha 14 de junio de 2010, expresamente pedida para el caso, la Compañía de Jesús ha materializado esta cesión de uso con fecha 23 de junio, y queda concretada el 12 de septiembre, en el que se despiden los PP. Jesuitas y comienzan su servicio el nuevo Rector del Santuario, el vicerrector y el adscrito, todos ellos sacerdotes diocesanos de Córdoba buenos conocedores del Santo Maestro. A partir de este momento serán los sacerdotes diocesanos de Córdoba los que servirán este templo, la Iglesia de la Encarnación, que hemos de considerarlo ya como Santuario de san Juan de Ávila (Iglesia de la Encarnación), con la esperanza de que pronto sea declarado Basílica de San Juan de Ávila.

Consideramos este hecho como otro fruto añadido del Año sacerdotal, donde han confluido estas dos realidades: la erección canónica del Centro Diocesano “San Juan de Ávila” en Montilla y la cesión de uso del Santuario de San Juan de Ávila (Iglesia de la Encarnación), de manera que lo uno y lo otro estén unidos en las personas que han de gestionar todo lo referente a san Juan de Ávila en Montilla. Con estos dos acontecimientos comenzamos una nueva etapa de mayor valoración y devoción al santo Maestro Ávila, que redundará en una renovación sacerdotal de los presbiterios diocesanos en España y en todo el mundo.

Recursos humanos y materiales

El Centro Diocesano “San Juan de Ávila”, que es erigido canónicamente por el obispo diocesano, dotándole de personalidad jurídica pública y con estatutos propios a manera de fundación, a tenor de los cc. 116 y 117, gestionará la Casa de San Juan de Ávila y el Santuario de San Juan de Ávila (Iglesia de la Encarnación). El Centro es de la diócesis, el Santuario continúa siendo de los PP. Jesuitas, que nos ceden el uso gratuitamente y por un tiempo, con inventario de todos los bienes muebles e inmuebles y un acuerdo suscrito entre el Obispo de Córdoba y el Provincial de los PP. Jesuitas. La diócesis de Córdoba se hace cargo de esta nueva realidad, aportando personas y medios.

Al frente de este Centro el Obispo nombra un Director, que es nombrado a su vez Rector del Santuario, y será ayudado por un Vicedirector y vicerrector, y por un Adscrito. Tres sacerdotes cordobeses (y se da la circunstancia de que estos tres primeros son de Montilla), de los que esperamos pongan en marcha con imaginación y buen trabajo la tarea que se les encomienda. En este tipo de iniciativas que comienzan lo más importante son las personas. El desarrollo de esta iniciativa irá señalando las necesidades concretas y las programaciones adecuadas.

Para lo relativo al Santuario, un Padre jesuita (en este caso, también natural de Montilla) hará un seguimiento y continuará aportando colaboraciones encomendadas, como la tramitación del Santuario en Basílica u otras que puedan encomendársele en el futuro. Este Padre representa al Provincial de los PP. Jesuitas en todo lo referente al Santuario y forma parte de la Comisión de seguimiento, que preside el Rector y está integrada también por el Vicerrector. En espíritu de mutua colaboración y buen entendimiento, la Compañía de Jesús seguirá aportando su colaboración, que una vez más agradecemos.

La Casa de San Juan de Ávila es propiedad de la diócesis de Córdoba y ha estado patrocinada durante siglos por la parroquia de Santiago Apóstol de Montilla, madre y nodriza de lo referente a san Juan de Ávila en Montilla por parte de la diócesis. Con la anuencia del párroco, ésta será la sede social del Centro Diocesano “San Juan de Ávila”, y al director del Centro se le encomienda la gestión de esta Casa. El director, de acuerdo con el párroco, redacte un inventario completo de los objetos que en esta Casa se encuentran. No es momento de despojar la Casa, sino de dotarla más todavía con los objetos que podamos, de manera que pueda ofrecerse desde aquí el servicio que hasta ahora ha venido ofreciendo e incluso mejorarlo, al ir explicando cada una de las estancias y los objetos que enriquecen la Casa con una catequesis adecuada sobre la vida del Santo. En caso de que el Centro se extinguiera, los bienes de esta Casa serán devueltos a quienes los han cedido. Pido a los montillanos que sean generosos en aportar sus cosas para dotar la Casa de San Juan de Ávila, que, con este proyecto que se pone en marcha, será cada vez más un lugar de peregrinación universal.

El Santuario cuenta con unas estancias anejas, propiedad de la Compañía de Jesús, como es la sacristía y el museo adyacente, y la residencia de los Padres Jesuitas hasta su marcha. También estos inmuebles son cedidos en usufructo gratuito por la Compañía de Jesús a la diócesis de Córdoba, junto con el Santuario, y podrán emplearse para los fines propios del Santuario y del Centro diocesano “San Juan de Ávila”.

La diócesis de Córdoba ha adquirido dos pisos adyacentes al Santuario, que ofrecerán distintos servicios para todo lo que se proyecta en relación con san Juan de Ávila y la acogida a sacerdotes y peregrinos.

Realizaciones y proyectos

Una nueva realidad que surge está llena de proyectos y de ilusiones. Pero no partimos de cero, gracias a Dios. Contamos en primer lugar con el santo Maestro Ávila y con el deber que la diócesis de Córdoba asume de darlo a conocer todavía más. Si me permitís usar el lenguaje comercial, y no creo que se moleste nuestro Santo, el producto es de primera calidad. Así lo reconoce la Iglesia y así debemos asumirlo desde nuestra diócesis de Córdoba para la Iglesia universal y para el mundo entero. Y si el producto es de primera calidad, hemos de “comercializarlo” mucho más de lo que está.

A día de hoy tenemos la edición crítica de las Obras completas en 4 tomos, patrocinada por la Conferencia Episcopal Española. Pero esta edición actualizada es heredera de otra anterior que cuidaron con esmero los Operarios Diocesanos, D. Luis Sala Balust y D. Francisco Martínez. A ellas se añade el Proceso de Beatificación del Maestro Ávila, publicado como tomo V de las obras por el Hno José Luis Martínez Gil, Hermano de San Juan de Dios. A día de hoy hay todo un largo camino recorrido por muchas personas e instituciones.

Cómo no agradecer a aquellos sacerdotes de Córdoba que a comienzos del siglo XVII contactan con los curas diocesanos de Madrid, y éstos sufragan hasta conseguirlo en 1894 la beatificación del santo Maestro. Cómo no agradecer la labor constante de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, que ha inoculado en tantos sacerdotes diocesanos la devoción a san Juan de Ávila desde los Seminarios Menores y Mayores que ellos han gestionado a lo largo del siglo XX. Cómo olvidar todo el movimiento sacerdotal de la postguerra, que viene de la mejor Acción Católica y que se proyecta en sueños y en concreciones del sacerdote diocesano secular, llamado a la santidad, teniendo como modelo a san Juan de Ávila. De esos años (1947) es la proclamación de san Juan de Ávila como patrono del clero secular español. Con qué fervor lo pidieron y cómo lo han disfrutado y nos lo han transmitido a las generaciones actuales.

Cómo no citar a personajes ilustres como Mons. Laureano Castán Lacoma, D. Baldomero Jiménez Duque, el siervo de Dios José Rivera Ramírez, D. Juan Esquerda Bifet, sacerdotes diocesanos, que han conocido y transmitido la vivencia y la doctrina del santo Maestro. Y tantos y tantos directores espirituales de Seminarios, que han infundido la devoción a este Maestro de santos. En Córdoba, todos los obispos han sido solícitos promotores de san Juan de Ávila, además de D. Gaspar Bustos, actual director espiritual del Seminario de Córdoba. Y otros muchos sacerdotes diocesanos, cuya lista sería interminable. A todos, a los mencionados y a los no mencionados, nuestra enorme gratitud. Gracias a todos ellos, hoy podemos recibir un gran legado, que hemos de expandir por el mundo entero.

Contamos con un Santuario –pronto será Basílica-, que ha gestionado ejemplarmente la Compañía de Jesús desde los tiempos de san Francisco de Borja hasta el día de hoy, y donde tantos Padres Jesuitas a lo largo de los siglos han guardado las reliquias del Santo Maestro como “el arca del Testamento”, en expresión de san Ignacio de Loyola. Este templo y la residencia adyacente de los PP. Jesuitas han conocido épocas de verdadero esplendor. Citemos como más reciente al P. Valdés, sj, que preparó y vivió con toda intensidad la canonización de san Juan de Ávila en 1970. Y actualmente el P. Matías García, que le ha tocado realizar todas las gestiones del acuerdo marco y del traspaso efectivo.

Contamos con la Casa de San Juan de Ávila, mantenida desde su muerte hasta el día de hoy, lugar obligatorio de visita para quien quiere conocer el estilo del Santo Maestro, y casi verle sentado junto al brocal del pozo del patio hablando con sus discípulos, o ver a san Juan de Dios venir a visitarlo o san Francisco de Borja que cruzaba de rodillas el umbral de esa puerta y llegaba de rodillas hasta el camastro del santo. O verle agonizar en la habitación superior, fijos los ojos en el Ecce homo, que allí se conserva. La parroquia de Santiago Apóstol ha cuidado con esmero esta preciosa reliquia y no podemos dejar de mencionar a D. Cristóbal Gómez, sacerdote diocesano, mantenedor de esta casa durante décadas, hasta el día de hoy. La Biblioteca Diocesana conserva como uno de sus mejores tesoros la biblioteca personal de san Juan de Ávila, con anotaciones del mismo santo.

No empezamos de cero, no. Ni pretendemos tener la exclusiva de un santo tan universal. La Conferencia Episcopal Española, a petición del Obispo de Córdoba, ha invertido recursos humanos y económicos abundantes a favor de esta Causa, que a todos los sacerdotes seculares españoles nos es tan querida. El Congreso Internacional “El Maestro Ávila” del año 2000 y el volumen de sus Actas, cuidado por D. José Luis Moreno y D. Francisco Javier Díaz Lorite, dan fe de ello. Los trabajos de D. Lope Rubio como postulador y la entrega de la Positio por parte de la postuladora Encarnita González el pasado mes de abril marcan la etapa final de este largo camino.

Pero se trata de ir más allá. El “producto” (perdón, de nuevo) lo merece. Los curas lo agradecerán, y las nuevas generaciones de sacerdotes se beneficiarán de este referente sacerdotal, como nos hemos beneficiado los que ya tenemos canas. El Año sacerdotal, recientemente clausurado, ha sido el momento propicio para dar este nuevo impulso. Y la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, cuyo amor ha predicado tan bella e incisivamente el Maestro Ávila, es la fecha adecuada para comenzar esta nueva etapa.

Las nuevas tecnologías (internet, página web, facebook, soporte informático de sus obras, recopilación de charlas, conferencias, etc.) serán un instrumento para dar a conocer la figura de nuestro Santo. La visita de las reliquias a distintas diócesis españolas, americanas y de otros lugares (algunos ya lo han pedido), bien preparada y realizada, hará un gran bien a los sacerdotes y seminaristas que lo veneran como patrono. La traducción de sus obras a nuevas lenguas difundirá su doctrina, presente por muchos cauces en la historia de la espiritualidad católica y sacerdotal. La adquisición de una buena biblioteca, especializada en el Santo y en su época, servirá de base para nuevas investigaciones. Para todo esto necesitamos también medios económicos. Tendemos nuestra mano pedigüeña a quien quiera apoyar este precioso proyecto, cuyo número de cuenta es: Centro Diocesano “San Juan de Ávila”, 2024 0004 64 3300024117.

La adecuación de lugares en Montilla para acoger a los peregrinos, grupos de paso y personas que quieren pernoctar o hacer alguna jornada de retiro, está en la mente de los primeros proyectos. Por eso, Mons. Juan José Asenjo, anterior obispo de Córdoba y actual arzobispo metropolitano de Sevilla, dio los primeros pasos de este proyecto, adquirió para la diócesis de Córdoba los inmuebles mencionados y firmó con el Provincial de los PP. Jesuitas el convenio de cesión, que ahora se ejecuta.

A todos muchas gracias por lo que han hecho en favor de san Juan de Ávila. De todos queremos aprender y estamos dispuestos a recibir su ayuda. La diócesis de Córdoba comienza una nueva etapa de relación con san Juan de Ávila, que todos esperamos sea fecunda en frutos de santidad, y particularmente de santidad sacerdotal. Por eso, la diócesis de Córdoba está con san Juan de Ávila, porque él no ha dejado nunca de estar con la diócesis de Córdoba, con su diócesis. A su intercesión especialmente encomendamos los frutos espirituales de todo este proyecto, que ya es una realidad incipiente.







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13-01-2011, Denuncia de una madre desesperada.

Mas q un comentario es una denuncia a la hermandad d Barquisimeto Venezuela.Mis hijos los he formado con valores y mucho sacrificio pero estoy desesperada al ver como los han danado psicologicamente.
Acudo a ustds que confio pueden hacer algo Voy a denunciarlos en los medios de comunicacion de ser posible o a mayores tengo personas amigas del gobierno q me prometen ayudarme.Ellos son Jose Miguel Gil y Jose Angel Gil..Pido presindan de ellos o veran donde puedo llegar en mi desesperacion.Atentamente..Ana Perdomo,

Ana Perdomo

Anny3h@htmail.com


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