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El Traslado del Nazareno cumple veinticinco años

Fri, 27 Mar 2015 15:02:00
 
LUIS FELIPE DELGADO DE CASTRO / LA OPINION DE ZAMORA
A la memoria de don José Martín Escribano, cura párroco de San Frontis (1959-2002)

Se cumplen ahora veinticinco años del restablecimiento de la procesión de Traslado del Nazareno desde su templo de San Frontis a la ciudad. Veinticinco años y veintiséis procesiones, con la que hace en este 2015. Un Traslado popular que en la historia de la cofradía de Jesús del Vía Crucis fue y hoy es una de sus señas de identidad más significativas.

La historia de esta procesión popular o traslado comenzó muchos años antes, en 1941 y se reescribió en 1990, tras un paréntesis de veinte años sin realizarse. La procesión popular se inició en el domingo de Ramos de 1941, meses antes de la constitución oficial y aprobación eclesiástica de la cofradía de Jesús del Vía Crucis que escogía para su procesión y culto la imagen del Nazareno del templo de San Frontis, ya entonces de gran devoción en su barrio. Los vecinos, la mayor parte de ellos hortelanos, sacaban en procesión desde muy antiguo esta imagen con motivo de la bendición del los campos en la mañana del 3 de mayo, festividad de la Santa Cruz, y en la noche del Jueves Santo con su cofradía vecinal del Señor y de la Santa Cruz que hoy le da culto y veneración en procesión el 14 de septiembre por las calles del barrio. El sacerdote José Ángel Rivera de las Heras, párroco actual de ese templo e hijo del barrio, escribió en 1991, con motivo del cincuenta aniversario de su fundación, una completa y detallada historia de la cofradía de Jesús del Vía Crucis en la que se reflejan de forma pormenorizada y rigurosa esos primeros cincuenta años de existencia.

Para llevar a cabo la procesión oficial de la cofradía, dispuesta para la tarde noche del martes santo en el calendario de la Semana Santa zamorana entonces libre de procesiones, era preciso previamente el traslado de la imagen desde su templo hasta la S.I. Catedral, en cuyo templo establecía la nueva cofradía su sede.

Para ello se creó su Traslado días antes en procesión popular, organizada por la cofradía sanfrontina del Señor y de la Santa Cruz, que lo debería traer hasta la Catedral. Y así fue como en la tarde del domingo de Ramos de 1941 se organizó su primer Traslado, continuado con el regreso de la imagen a su templo dos días más tarde, aún con carácter popular, ante la imposibilidad de contar con túnicas los zamoranos alistados en ella y sin el refrendo eclesiástico de los estatutos fundacionales. En aquellos primeros años, este Traslado se iniciaba en San Frontis a las seis de la tarde, ya que la procesión de la Borriquita lo hacía a las tres y media y había margen suficiente de tiempo para acudir a ver o participar en ambas procesiones. Y así en aquellos primeros años, el Traslado terminaba en el primer templo de la diócesis, con un solemne triduo que presidía el Nazareno junto al Cristo de las Injurias, ya colocado en su trono para su procesión del Miércoles Santo.

A partir de 1948 el Traslado se efectuó hasta el templo de San Andrés, elegido por la cofradía al ser más céntrico y con ello tratar de conseguir mayor participación en sus cultos. En 1960 el Traslado pasó al Viernes de Dolores, en busca quizá de una mayor participación popular, ya entonces muy débil dado el desinterés de la cofradía ya que no acudían ni los hermanos obligados a ello y en 1970 fue el último año que se organizó. Desde aquel año hasta 1990, el Traslado pasó a mejor vida. Tan solo en algunas asambleas de los años ochenta, varios hermanos se interesaron por su recuperación pero sin fruto alguno. En 1989, con la llegada de la nueva junta directiva comandada por Virgilio Pedrero Yéboles, se apostó firmemente por su restablecimiento como una de las irrenunciables aspiraciones del nuevo equipo directivo. Y al poco tiempo, en septiembre de aquel año 1989, la cofradía se dirigió al obispo de la diócesis, don Eduardo Poveda Rodríguez, solicitando su recuperación, que en diciembre fue denegada después de consultar a la parroquia y a sus delegados. En los medios informativos locales aparecieron publicadas entonces numerosas cartas de devotos del Nazareno y vecinos del barrio que, enterados de la negativa eclesial, solicitaban su restablecimiento. Ya en enero siguiente, la razonada y justa insistencia de la cofradía en su solicitud y la negativa de la parroquia a hacerlo, forzaron al obispo a una reunión a cuatro bandas en la que, bajo la presidencia de monseñor Poveda, acudieron al Obispado la parroquia de San Frontis con su párroco al frente, don José Martín Escribano, el consejo pastoral y cofradía del Señor y de la Santa Cruz, el consejo rector de la Junta pro Semana Santa y directiva de la cofradía, más distinguidos miembros de la curia diocesana como consejeros del prelado. Era el sábado 20 de enero. Allí, tras una profunda reflexión y análisis de las divergencias existentes y cruces de opiniones, en un clima de respeto no exento de tirantez, el obispo, con el asentimiento de todos, parroquia, cofradía y junta pro Semana Santa, aprobó la recuperación de esta procesión de Traslado "ad experimentum" y por tres años, en decreto episcopal que firmaría con fecha 17 de febrero siguiente. Sin embargo, no pudo complacer la solicitud de la cofradía de celebrar el Traslado en el anochecer del domingo de Ramos, al entender que la liturgia del día lo prohibía. Por la cofradía se le recordó al señor obispo que numerosas hermandades en toda España sacaban a las calles ya esa misma tarde imágenes de Jesús con la cruz a cuestas o incluso en la cruz pero insistió en que se organizase el Viernes de Dolores, la fecha en la que todos estaban de acuerdo excepto la cofradía que no quería perjudicar los intereses de la Hermandad del Cristo del Espíritu Santo ya que, desde su fundación en 1975, desfilaba esa día a partir de las diez y media de la noche y el Traslado del Nazareno podía coincidir en algún momento del tiempo con la otra procesión en la calle. Por ello solicitó del prelado se celebrase el día anterior, a lo que este y la parroquia accedieron. Años después, en la tarde y noche del Domingo de Ramos, se han visto en Zamora procesiones con imágenes de Cristo en la Cruz promovidas por la propia Iglesia diocesana, en un puro contrasentido de aquella negativa por razones litúrgicas. Pero esa es otra historia.

El feliz desenlace se debió por una parte a la lucha tenaz de la cofradía y, sobre todo, a la comprensión y benevolencia del obispo monseñor Poveda Rodríguez, de feliz recuerdo. Han pasado veinticinco años y aquella reunión en una tarde gélida de enero en la sala de juntas del Obispado aún permanece viva, muy viva en la memoria de quienes tuvimos ocasión, por unas u otras razones, de participar en la misma. Hubo momentos de dura tensión, de encendidas discusiones. Pero la bondad de monseñor Poveda y la intercesión de Eduardo Pedrero aliviaron la tensión. Solventada la difícil y controvertida papeleta, la cofradía encontró desde aquel mismo día el apoyo incondicional del párroco don José Martín Escribano que, tan reacio en principio al Traslado, fue después uno de sus valedores más importantes hasta su muerte y firme pilar con sus consejos a la directiva de la cofradía para incorporar tantas y tan importantes novedades en aquellos años. La recuperación del Traslado del Nazareno fue un ejemplo de sincera y leal colaboración entre la Iglesia diocesana, Obispado, parroquia y una cofradía semanasantera a través del diálogo, la comprensión y el afecto. Eran otros tiempos, sin duda.

Y así fue cómo, hace veinticinco años, la cofradía de Jesús del Vía Crucis logró restablecer una procesión popular que ha vuelto a ser, como en sus primeros años, la puerta de la Semana Santa de Zamora con su devota organización "desorganizada". Un Traslado presidido por la sencillez de las buenas gentes del barrio, con velas encendidas y la participación de quienes, hermanos de la cofradía y familiares, bajan desde la ciudad para acompañar al Cristo en su camino hacia la Catedral.

Pero al margen del restablecimiento del Traslado del Nazareno, se cumplen ahora también veinticinco años de la nueva túnica de terciopelo morado que estrenó entonces la imagen (desde 1962, y en contra de la opinión de sus devotos del barrio, salía con una blanca, de lino), cuyo terciopelo morado fue donado por la firma La Rosa de Oro y el jefe del paso del Nazareno, Felipe de Castro Pedrero. El bordado de la túnica fue confeccionado por la Comunidad de las M.M. Marinas. Aquel mismo año ambas imágenes salieron por fin a hombros, otra sentida aspiración, con la reestructuración completa del trono de la Virgen de la Esperanza y la cesión de la mesa del Nazareno de la Vera Cruz para nuestro Cristo, a la espera de la nueva mesa que estrenaría al año siguiente. Por cierto, para aquel primer Traslado, y algunos más, la cofradía contó con la cesión de la mesa de la Virgen del Encuentro por la cofradía de la Santísima Resurrección, que colaboró de forma incondicional.

También ahora se cumplen veinticinco años de la creación del acto de la despedida de las dos imágenes en la plaza de Belén, a la salida del puente de piedra, con la reverencia tan multitudinariamente seguida hoy día, que se ha convertido en uno de los momentos más admirados y seguidos por los zamoranos, así como de la rehabilitación del rezo del Vía Crucis en la plaza de San Frontis, a la llegada del Nazareno a su templo. Igualmente también cumplen veinticinco años las catorce estaciones procesionales, en las que se colocaron los relieves primitivos del trono de la Virgen de la Esperanza, del escultor Víctor de los Ríos, que realzan la vistosidad de la procesión y muestran en un lugar preferente del desfile los fundamentos del nombre de la cofradía. Estos fueron los primeros e importantes pasos que la revitalizada cofradía daba en 1990, para llegar a una celebración inolvidable, la del 50 aniversario de su fundación que conmemoramos con el mayor esplendor al año siguiente, en 1991. Pero ese será tema de otro o de otros artículos cuando llegue el momento. 

LUIS FELIPE DELGADO DE CASTRO,  Secretario de la cofradía de 1989 a 1993







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