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Domingo VIII T.O. : "buscad el reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura"

Sun, 27 Feb 2011 07:05:00
 

CAMINEO.INFO.-

Isaías 49, 14-15
Sal 61, 2-3. 6-7. 8-9ab
Corintios 4, 1-5
Mateo 6, 24-34

Este evangelio nos reclama entrar en el corazón de Jesucristo y descubrir la experiencia que le lleva a manifestarse de esta manera.

A veces, una mirada superficial nos puede llevar a pensar que Jesús nos viene a comunicar ideas (por ejemplo: “el pobre de espíritu es feliz”, o “responde al mal con el bien”, o “Dios es providente”…). Y no es así, Jesús no viene a comunicar ideas, Jesús lo que hace es comunicarnos su experiencia personal, que nace de la relación con Dios Padre... Y nos la comunica para que la hagamos nuestra.

De aquí la importancia de hacer este “ejercicio”, esta práctica espiritual, de entrar en el corazón de Jesucristo para entender mejor lo que está diciendo.

Y si leemos este texto y entramos en el corazón de Jesús descubrimos que Él está viviendo en la providencia de su Padre. Jesús ha hecho experiencia de que su Padre lo provee de todo, no sólo de las cosas materiales, sino también de las espirituales…

Nosotros como discípulos del Cristo estamos llamados a reproducir en nosotros estas experiencias que hace Jesús.

No sirve de nada que yo diga: “Dios Padre es providente”, y vosotros os quedéis con la idea. Este evangelio nos lanza a hacer experiencia de Dios que nos ama y es providente. Apropiarnos de esta experiencia de Jesús…

José Benito Cottolengo se dedicó a los más pobres fiándose sólo de la Providencia. Un amigo suyo le dice un día: “Cada vez que vengo a visitarte veo una construcción nueva. ¿Hasta donde quieres crecer? ¿Dónde encontrarás tanto dinero para cubrir los gastos?”. Y el santo responde: “¡Estate tranquilo! Tú y yo somos niños y no entendemos los designios de la Providencia. Dejémosle hacer a Él”. Hoy en día todos los cottolengos siguen funcionando confiando en la Providencia, o sea a partir de lo que la gente les lleva.

Y esto liga con la segunda gracia que nos quieren conceder estas lecturas: cuando escuchamos: “No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir”.
O cuando escuchamos la primera lectura: “¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura...? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré”.

Automáticamente todos pensamos: “¿Y los pobres qué?”. “Si Dios es providente, si Dios no se olvida de nosotros, ¿qué pasa con tanta gente inocente que sufre?”.

Respondo con una historia: había un hombre que delante del sufrimiento de los inocentes se dirigió a Dios y le dijo: “¿Qué haces por los niños que mueren de hambre? ¿Qué haces por los que se quedan ciegos porqué les falta vitamina A? ¿Qué haces por los niños soldados, por los dedicados al turismo sexual? ¿Qué haces por todos ellos?”. Y Dios respondió: “Te he hecho a ti”. La Providencia de Dios actúa, casi siempre, a través de los hombres.

La providencia de Dios no es un milagro a nivel mundial que lleva pan donde hay hambre y agua donde hay sed. No. No es así.

La Providencia de Dios son personas concretas, con nombre y apellidos, que movidos por el amor de Dios proveen a los Cottolengos.
La Providencia de Dios son los voluntarios de Cáritas, y vuestras aportaciones, que hacen que Dios haya proveído este jueves pasado a más de 100 familias aquí en Cardedeu, (Cardedeu es una población de 16.596 habitantes)  sí más de 100 familias. Esto es la Providencia de Dios.

Y el plan de Dios es que esta Providencia llegue a todos, pero el pecado de los hombres, nuestro egoísmo, lo impide.

Somos las manos de Dios, somos los brazos de Dios, pero nuestro egoísmo ata nuestras manos y nuestros brazos...

Hay una cosa que me sorprende mucho: en el evangelio Jesús hace muchos advertencias en contra de las riquezas, muchos, pero lo hace a personas que viven pobremente. No hay coches, ni teles, ni móviles, ni ropa de marca, ni modas, ni vacaciones, ni viajes, ni salidas de fin de semana, ni ordenadores, ni equipos de música, No hay nada de todo esto, pero advierte constantemente en contra de las riquezas.

Porqué tengamos mucho o tengamos poco podemos tener el corazón puesto en las cosas materiales.

Porqué tengamos mucho o tengamos poco hay una pregunta radical que estamos obligados a responder: ¿qué amo más mis riquezas o el hermano que pasa hambre?

“Por encima de todo buscad el Reino de Dios”.







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