CAMINEO.INFO.- Abrán escuchó a Dios: “Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré”. Y Abrán dejó su estabilidad en la ciudad de Ur, sus posesiones, sus comodidades, su clan familiar, y sin saber donde iba se pone en camino... IMPRESIONANTE!. Por eso es nuestro Padre en la fe …
Esto es la Cuaresma, un ponerse en camino: dejar cosas, (el ayuno nos ayuda a dejar cosas: dejamos TV, dejamos gastos, dejamos caprichos, dejamos distracciones, etc.), y nos ponemos en camino para encontrar a Dios (oración), en camino para encontrar al hermano (caridad).
La Cuaresma es un itinerario para crecer, para avanzar, con un objetivo doble: amar más a Dios, amar más al hermano...
Hoy la liturgia nos presenta Abrán como modelo en la escucha a Dios, modelo en la confianza en Dios, modelo en hacer vida lo que el Señor le indica. Otra vez aparece una idea reiterada últimamente: la fe no son ideas teóricas, la fe se plasma en la vida.
Hay que reconocerlo nos cuesta escuchar, nos cuesta confiar, nos cuesta hacer vida la fe, hace falta mirar estos grandes personajes, como Abrán, que sí lo hicieron...
Y la Cuaresma es quizá el tiempo litúrgico que más plasmación concreta nos pide, a través de las prácticas cuaresmales. No hay prácticas de adviento ….
Estamos viviendo ya el segundo Domingo de Cuaresma. Y ahora ya tendríamos que tener definidas –desde la oración- nuestras prácticas cuaresmales. Y seguro, que la vivencia de las prácticas cuaresmales -oración, ayuno y limosna (caridad)- comienzan a hacer su trabajo y vamos experimentando un deseo de conversión en nuestro interior, un deseo de amar más a Dios …
Dios Padre nos ofrece este tiempo de conversión, de cambio, de crecer, de replantear nuestra vida cristiana, hace falta que respondamos con nuestra vida. Dios nos pide que en este tiempo apretemos el acelerador. En la universidad les digo: “perder la Cuaresma es perder todo el curso”. Y la idea de perder el curso la tienen muy clara qué quiere decir. A vosotros os digo: “dejarnos perder la Cuaresma es perder todo el año litúrgico”. Si no hay Cuaresma tampoco hay Pascua. Si no hay Pascua no hay resurrección, no hgay vida …
Si no morimos con Cristo al pecado, tampoco podremos resucitar con Cristo a la vida eterna.
Aprovechemos este tiempo de gracia, no dejemos pasarlo como si nada... Intensifiquemos nuestra oración, ayuno y limosna.
Hoy el evangelio nos presenta la transfiguración de Jesús delante de sus discípulos. Es una escena que nos muestra claramente la divinidad de Jesús (tema del que hemos hablado bastante). Es una escena que culmina con la petición de Dios Padre: “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo”. No nos tendría que dejar indiferentes que en el inicio de la Cuaresma la Iglesia nos presente un texto donde Dios Padre nos exhorta a escuchar a su Hijo. No podemos vivir la Cuaresma sin escucharlo.
De la necesidad de acercarnos a la Palabra de Dios, para poder escuchar a Dios, también hemos hablado bastante.
La idea que quisiera desarrollar, brevemente, hace referencia a la cruz. ¿Por qué hablar ahora de la cruz? Porqué Jesús va camino de Jerusalén, donde sabe que le matarán. Camina hacia la cruz. Porqué la transfiguración quiere ayudar a los discípulos a superar el gran escándalo de la cruz. Y porqué la transfiguración está puesta a continuación del primer anuncio que Jesús hace de su pasión y muerte.
Jesús camina sereno hacia la cruz. No la rehúsa. Jesús ha entendido que para llegar a la gloria de la resurrección ha de pasar por la cruz.
Y nosotros ¿qué?, ¿cómo actuamos delante las dificultades, delante de lo que no nos gusta, delante de la cruz? En una sociedad que hace del bienestar un valor prioritario la cruz cuesta de ser vivida cristianamente...
Nosotros somos los discípulos de Jesús, sus seguidores, nos queremos parecer a Él, nos queremos cristificar, queremos que su espíritu habite en nosotros. Y todo esto pasa por asimilar la cruz en nuestra vida, no rehusarla, no escandalizarnos delante la cruz, no evitarla a cualquier precio, aceptarla, abrazarla, amarla...
Su cruz nos ha salvado, nuestras cruces, bien vividas, nos salvarán... También nosotros hemos de caminar serenos en los momentos de cruz, también nosotros hemos de aceptar que es preciso pasar por la cruz... para poder crecer, madurar, resucitar...
San Pablo decía a Timoteo en su carta: “Querido hermano: toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios”. Con Cristo siempre podemos seguir avanzando, con Cristo siempre hay esperanza, con Cristo la cruz no la llevamos solos...
La práctica cuaresmal del ayuno está en relación con la cruz. Ayunar de alimentos, de dulces, de postres, de distracciones, de TV, de revistas del corazón, todo esto es una práctica que nos pone en contacto con la cruz del Señor.
Que esta eucaristía nos enseñe a mirar a Abrán, a mirar a Jesús para aprender las lecciones que nos dan y poder vivir intensamente la cuaresma.
