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Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37-43
Sal 117, 1-2. 16ab-17. 22-23(R.: 24)
Colosenses 3, 1-4
Juan 20, 1-9
¡Jesús ha resucitado! Es el gran anuncio que resuena en esta noche santa (en este domingo de resurrección).
Una resurrección que no la podemos ver sólo como un hecho del pasado sino como un hecho que realmente ha vuelto a suceder. Explico este gran misterio... que si lo entendemos nos hace vivir las celebraciones litúrgicas con otro espíritu.
De la liturgia de esta celebración destaca que en diferentes momentos se utilicen expresiones como “hoy” o “esta noche”.
En el pregón pascual hemos dicho un montón de veces “ésta es la noche”: “.... en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres... ésta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo”. “Ésta es la noche”
En el prefacio diremos: “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este día (esta noche) en que Cristo, nuestra pascua, ha sido inmolado”.
En el canon, plegaria eucarística primera, decimos: “En una misma comunión para celebrar el día santo (la noche santa) de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne, veneramos...”
¿Por qué este énfasis de la liturgia en repetir estas palabras? Para que quede muy claro que no estamos recordando cosas que pasaron, sino que a través de la liturgia estamos haciendo presente ahora y aquí estos acontecimientos que pasaron.
Y al hacerlos presentes podemos entrar en contacto con estos acontecimientos y al entrar en contacto con estos acontecimientos/misterios, estos misterios tocan nuestra vida, nos afectan ...
En toda eucaristía, y hoy de una manera especial, hacemos presente el único acontecimiento de la historia que no pasa. Jesús es crucificado, muerto, y resucita de entre los muertos, y se sienta a la derecha del Padre.
Es un acontecimiento real, que sucedió en nuestra historia, pero absolutamente singular: todos los demás acontecimientos suceden una vez y son absorbidos por el pasado. El misterio pascual de Cristo no permanece en el pasado.
Todo lo que Cristo es y todo lo que Cristo hizo participa de la eternidad divina y a través de la liturgia podemos hacerlo presente.
De aquí nace el “esta noche” y “el hoy” de la liturgia. ¿Cómo puede ser esto? Porqué la liturgia es una obra de Dios. En la liturgia se unen el cielo y la tierra... Se crea un ámbito sagrado... Dios a Moisés, cuando ve la zarza ardiendo, sin consumirse: “descálzate, que estás en tierra sagrada... “. La liturgia es esta tierra sagrada. En la liturgia Jesucristo y los acontecimientos de su vida vienen a nosotros.
Por eso, la liturgia es un camino por el cual nos llega la salvación. Por eso es bueno acercarnos a estas fuentes, los sacramentos, de donde mana la salvación.
Y este entrar en contacto con su pasión, muerte y resurrección a nosotros nos va transformando, nos va divinizando, nos va resucitando. Pasamos de la oscuridad a la luz, de la carne al espíritu, de la muerte a la vida.
La resurrección no la podemos ver como algo que le pasó a Jesús, sino que nosotros vamos resucitando con Él, día a día, cuando recibimos su Espíritu. De aquí nace nuestra alegría: que eso que ha vivido Jesucristo, la resurrección, nos llega también a nosotros…
Acabo exponiendo brevemente los signos que hacen razonable, creíble, la resurrección de Jesucristo. Nuestra fe tiene un fundamento en la razón y hace falta que lo conozcamos:
. Primer signo: El sepulcro lo encontraron vacío. Hecho histórico contrastado. Que él solo no dice mucho, pero todos los signos juntos son bastante elocuentes.
. En el evangelio hemos leído como una mujer es el primer testimonio de que Jesús había Resucitado. Si se lo hubiesen inventado no habrían escogido nunca una mujer, porqué en el mundo judío, de aquel tiempo, una mujer no servía de testimonio.
. Hay diferentes testimonios y en diferentes lugares. La certeza que nos da cada uno se ve reforzada por la que nos dan los demás.
. Sus seguidores en lugar de desaparecer después de la humillante muerte de su líder, aparecen predicando la Buena Nueva.
. Es más, el viernes abandonan a Jesús, y el domingo aparecen predicando la Buena Nueva. ¿Qué ha pasado entre estos dos acontecimientos? Se les ha aparecido el Cristo Resucitado. Y predican con valentía, prescindiendo de las amenazas de muerte de las autoridades judías.
. Y quizás el signo de credibilidad más contundente para refutar a aquellos que dicen que todo fue un invento de los apóstoles es que los apóstoles dieron la vida por Cristo. Todos, excepto San Juan, mueren mártires, si ellos hubieran hecho un montaje...
Todo esto son argumentos racionales; ahora bien, el argumento más claro y contundente que puede presentar todo cristiano es su experiencia personal de relación con un Cristo vivo, que entra en su historia y transforma su vida.
