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HECHOS DE LOS APÓSTOLES 3, 13-15.17.19
SALMO 4
PRIMERA JUAN 2, 1-5a
LUCAS 23, 35-48
Decía la semana pasada que a partir de diversos textos de la resurrección del Señor se veían en los discípulos unas reacciones peculiares, difíciles de entender.
Hoy pasa lo mismo aunque en un grado más elevado. Situemos la escena en su contexto: Acaban de llegar los discípulos de Emaús, se encuentran los once y otras personas reunidas y les dicen a los discípulos de Emaús: “¡Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón!.” Y después los discípulos de Emaus explican lo que les había pasado por el camino y como habían reconocido a Jesús al partir el pan.
“Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos”. Y otra vez unas reacciones sorprendentes: “Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma”. Están hablando de la resurrección del Señor, de los diversos testimonios que ya tienen... se aparece Jesús Resucitado... y se asustan y se creen que ven un fantasma.
Y Jesús dice: “¿Por qué os alarmáis?” Esto quiere decir que estaban alarmados. Y dice también: “¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Esto quiere decir que tenían dudas.
Los discípulos están tan asustados, llenos de miedo, alarmados y con dudas, que Jesús les dirá: “Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta”.
Hoy empiezo a contestar la cuestión de porqué reaccionan así, unos domingos más adelante acabaremos de dar la respuesta. Tres puntos breves.
1. Lo primero que debemos decir es que los discípulos no se esperaban la resurrección del Señor. Los discípulos no se lo esperaban, y cuando Jesús les había hablado de ella no habían entendido nada de nada (p.ej. Transfiguración).
2. Hace falta decir también que la resurrección es un acontecimiento único. No habían hecho nunca experiencia de esto. No tenían unas experiencias previas. Pensemos que la resurrección de Lázaro es cualitativamente muy diferente: Lázaro es un cadáver que vuelve a la vida que tenía antes de morir. Pero lo que ven en Jesús no es esto: es su cuerpo, pero no es su cuerpo (atraviesa las paredes), es Jesús, pero no lo acaban de reconocer (Emaús, pesca milagrosa en el lago). El P. Ignacio Condal nos lo dijo muy bien en la conferencia a los padres de catequesis. El cuerpo de Jesús es somapneumatikon (soma = cuerpo; pneuma = espíritu, por tanto, un cuerpo espiritualizado). Un cuerpo que ya no está sometido a las coordenadas espacio y tiempo.
También nuestros cuerpos resucitados serán así. La Madre de Dios es asunta al cielo en cuerpo y alma. Podríamos pensar, si hay un cuerpo hay un espacio, y por tanto ¿dónde está físicamente la Madre de Dios?. Ella tiene un cuerpo espiritualizado no sometido a las coordenadas espacio y tiempo.
Por tanto, estamos delante de un acontecimiento único y peculiar, que rompe sus esquemas y los abre a un nuevo horizonte de comprensión. Si Jesús ha resucitado, todo adquiere una nueva luz...
3. La resurrección del Señor es un misterio de fe, no es algo asumible automáticamente por la razón, pide la fe, y la fe es progresiva, hay resistencias, les cuesta creer... Por esto, Jesús se aparecerá a los discípulos durante 50 días. Porqué les hace falta un proceso, el proceso de la fe... Están delante de una nueva realidad que pide una nueva comprensión, una realidad que les reclama repensar muchas cosas, una realidad que cambiará sus vidas totalmente, y poder vivir todo esto pide conversión. Y la conversión no es automática.
Yo me imagino que los discípulos durante estos 50 días rezaron más que nunca. A la pregunta de: señores apóstoles ¿cuál es la época de su vida donde rezaron más? Estoy casi seguro que todos dirían los 50 días de las apariciones del Señor. Porqué se encuentran delante de un nuevo camino, de un camino desconocido, de un camino que los sobrepasa. Nosotros tenemos 2000 años de historia detrás. Ellos están justo comenzando esta historia.
Por tanto, vamos viendo como hay un montón de hechos que justifican las reacciones un poco peculiares de los discípulos. ((No se lo esperaban. Acontecimiento único. Misterio de fe))
Y una última idea: Vale la pena destacar que en casi todas las apariciones de Jesús Resucitado empieza diciendo: “Paz a vosotros”. Hoy ha estado así. Domingo pasado por tres veces Jesús decía estas palabras. Recuerdo que no sólo leemos hechos del pasado sino que los hacemos presentes, por tanto hoy Jesucristo nos da la paz a nosotros... ¡Vale la pena pensarlo! Y contemplar a Jesucristo dándonos la paz.
Digámosle a Jesús: “Quiero recibir tu paz, dame tu paz y no necesito nada más”
