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Ez 2,2-5:
"Son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos"
Sal 122: "Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia"
2 Co 12,7b-10: "Presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo"
Mc 6,1-6: "No desprecian a un profeta más que en su tierra"
Hay quien dice que si hubiera vivido en tiempos de Jesús y lo hubiera conocido, entonces le sería fácil creer en Él. El evangelio que hoy hemos contemplado muestra la falsedad de esta manera de argumentar.
Es una escena, a mi entender, dramática y tremendamente actual. Una escena donde se produce un choque entre la imagen/concepto que tenían de Jesús y una nueva imagen/concepto que se hace presente ante ellos.
Me explico: Jesús ha vivido muchos años en Nazaret, le han visto crecer como un joven más del pueblo. Un pueblo pequeño donde todos se conocen perfectamente. Y esto ha provocado que se hagan una cierta imagen de Jesús. // Y llega un momento donde Jesús marcha para iniciar su vida pública y predicar la Buena Nueva del Reino de Dios. // Y un tiempo después vuelve con los doce discípulos, enseña en la sinagoga, reconocen que habla con sabiduría, que dice cosas nuevas, que de sus manos salen milagros, pero... no lo aceptan. En consecuencia Jesús en Nazaret no podrá hacer milagros, no podrá comunicar salvación. Vale la pena tenerlo presente, cuando no aceptamos verdaderamente a Jesús, Él no puede comunicar salvación. La no fe, la no aceptación, ata las manos de Dios.
No lo aceptan porqué tienen una imagen de Jesús y no quieren cambiarla. Para ellos Jesús es: “ … el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón”.
No quieren replantearse la imagen que tienen de Jesús a la luz de lo que se les revela ante ellos: Jesús habla con sabiduría, dice cosas nuevas, de sus manos salen milagros, le acompañan doce discípulos ... Le han puesto una etiqueta y ya no quieren quitársela. Se aferran a la antigua imagen de Jesús y no son capaces de evolucionar, de cambiar, de aceptar las nuevas realidades que acompañan a Jesús.
Y a nosotros nos puede pasar exactamente lo mismo: a medida que participamos de la eucaristía, a medida que vamos rezando y meditando la Palabra de Dios la manera de entender a Cristo y el cristianismo debe ir cambiando. No podemos aferrarnos a una determinada imagen de Jesús, a una determinada manera de vivir la fe porque él desea llevarnos por caminos siempre nuevos.
¿Qué es ser cristiano? ¿Ser buena persona e ir a misa? ¡No!. Esto es tan reductivo que no podemos definir así ser cristiano. Si esta es nuestra definición nos hemos hecho una imagen falsa de Jesús.
Aprendo a ser cristiano mirando a Jesús, (si no lo miro, si no lo contemplo, no puedo ser cristiano), y Él me lleva a:
Tratar y amar a Dios como Padre. Amar Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todo el pensamiento...
Desear ser santo... “Sed santos como mi Padre celestial es santo”
Amar a los enemigos, hacer bien a los que nos odian, a rezar por los que nos ofenden
Perdonar siempre, como Él hace desde la cruz
Compadecerse ante del pobre (no ser un Epulón)
Dar de lo que necesito (viuda pobre)
Servir, llegar a ser servidor
Apasionados por hacer el bien, y tantas otras cosas...
Seguro que no vivimos todas estas dimensiones plenamente, pero ha de haber un deseo de vivirlas. Si no hay este deseo tenemos un problema... No podemos detenernos en nuestro crecimiento. En principio, se supone, que cada vez lo conocemos más, la imagen que tenemos de Él va cambiando, y esto va modificando nuestra manera de vivir la fe.
Decía el Papa en un encuentro hablando de su llamada a ser Papa: “Los caminos del Señor no son cómodos, pero es que tampoco hemos sido creados para la comodidad, sino para cosas grandes, para el bien”.
Y ahora viene la pregunta del millón: ¿Por qué a los que escuchan a Jesús en la sinagoga (por tanto, personas religiosas) y a nosotros nos cuesta tanto avanzar, nos cuesta tanto evolucionar en la manera de entender a Jesús y la vida cristiana? Tres motivos:
1. No pongo los medios para conocer de verdad a Jesús: no rezo, no medito la palabra, no tengo vida mariana, etc. Y entonces tengo siempre la misma imagen falsa de Jesús.
2. Cambiar la imagen de Jesús percibo que me llevará a cambiar cosas en mi vida. Y cambiar nos cuesta mucho. Todos tenemos una fuerte resistencia al cambio. Vivimos muy cómodos y tenemos miedo, miedo a cambiar cosas... Por esto, Jesús repite tantas veces: “No tengáis miedo” “Os doy mi paz”. El evangelista Marcos acaba diciendo de Jesús: “Y se extrañó de su falta de fe”. No queremos creer, no queremos aceptar la nueva imagen/concepto de Jesús.
3. El tercer motivo, y ya acabo, nos lo da la primera lectura, y está relacionado con lo que hemos ido diciendo. En la primera lectura Dios advierte al profeta Ezequiel de las dificultades que tendrá con el Pueblo de Israel, porque “es un pueblo rebelde”, “son testarudos y obstinados” .
Nosotros somos el nuevo Pueblo de Israel, y también nosotros somos un pueblo de rebeldes, testarudos y obstinados.
Es preciso que pensemos en todo esto..., ..., ¿Qué hace que no acojamos lo nuevo que se nos propone y estemos siempre aferrados a lo mismo, y por lo tanto, sin crecer en nuestra vivencia cristiana…?
Si vamos por el camino del: “Yo ya estoy bien como estoy”, “yo no quiero complicarme más la vida”, “la religión la vivo como a mi me parece”,… Así no crecemos, aquí hay rebeldía y dureza de corazón …
Que Dios nos conceda el deseo de crecer siempre en santidad y no aferrarnos a nuestra mediocridad …
