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Portada:: Homilia:: Ciclo C:: Domingo IV tiempo de Cueresma (Ciclo c): Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.





Domingo IV tiempo de Cueresma (Ciclo c): Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.

Sun, 10 Mar 2013 00:03:00
 

CAMINEO.INFO.-

Josué
5, 9a. 10-12
Sal
33, 2-3. 4-5. 6-7
Corintios
5, 17-21
Lucas
15,1-3. 11-32. 

De todas las parábolas que Jesús explicó a lo largo desu vida, seguramente la que mejor explica cómo es Dios, es la parábola del hijo pródigo que hoy hemos leído. Ninguna parábola nos habla mejor de cómo es Dios.

Si una persona que no supiera nada del cristianismo, y hoy en día hay muchas, quisiera saber cómo es el Dios de los cristianos le tendríamos que dar a leer esta parábola: "este padre misericordioso es nuestro Dios".

La parábola queda iluminada por el contexto en el que Jesús la explica: "solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos"".

Jesús responde a estas murmuraciones con una parábola. Una parábola que viene a decir: hago loque hace mi Padre. Como que mi Padre ama a todos, nunca deja de amar, siempre está dispuesto a acoger y perdonar, yo hago lo mismo. Aunque el pecado sea gravísimo, en el corazón del Padre nunca hay odio, ni rencor, ni deseo de venganza. Jesús hace lo que hace su Padre.

Esta parábola en aquel tiempo, rompía muchos esquemas mentales. Tenían la imagen de un Dios castigador de pecadores, de un Dios que se enfadaba con los hombres. La parábola de Jesús es totalmente contracultural.

Aún hoy, a veces, pueden pervivir en nosotros estos esquemas. Contra estos esquemas, hoy aparece una imagen contundente, magnífica, entrañable: Jesús sentado a la mesa con los pecadores. Dios no castiga, Dios no se enfada. Dios, Jesucristo, se sienta a la mesa con los pecadores. Y lo hace con las personas más mal vistas en aquellos momentos que eran los cobradores de impuestos, porqué colaboraban con el invasor romano.

Muy importante: contemplar, tener muy presentes, actualizar estas dos imágenes: la de Jesús sentado a la mesa con pecadores y la del Padre abrazando al hijo porqué nos ama, hagamos lo que hagamos y nunca no deja de amar. Esta contemplación nos ayuda a relacionarnos más correctamente con Dios, a situarnos ante un Dios que "solo" sabe amar.

Antes de hablar del hijo pródigo, quisiera hablar un poco más de Jesús. Nos aproximamos a la parábola siguiendo el esquema de los cuatro niveles, como domingo el pasado.....

Nivel 1: Las ideas de Jesús. Muy claro. ¡Tenemos un Padre que nos ama y nos perdona siempre!.

Nivel 2: En la vida de Jesús vemos que realmente vive esta relación con el Padre, mejor dicho, podríamos decir que Jesús vive de esta relación con el Padre. "Mi alimento es hacer la voluntad del Padre". Toda la vida de Jesús es una vida referida al Padre, orientada al Padre, en relación al Padre.

Nivel 3: Entremos en el corazón de Jesús. Porqué es de su corazón que ha surgido esta parábola. Y en el corazón de Jesús encontramos una doble experiencia: de un lado, unaprofundísima experiencia de sentirse amado por el Padre. Y, por otro lado, que el amor del Padre llega a todos, sean buenos, sean malos. Es un amor misericordioso, que se compadece, que se conmueve.

Nivel 4: Esto que hay en el corazón de Jesús lo dirigimos a nosotros. Y descubrimos una cosa bastante sorprendente: Jesús nos invita a reproducir en nosotros esta experiencia de sabernos y sentirnos amados por el Padre. Jesús quiere que gocemos, como Él hizo, del amor del Padre.

Cuando Jesús dice "nadie viene al Padre sino por mí" (Jn 14,6) nos está haciendo esta invitación, a entrar en su corazón y reproducir en nosotros su relación con el Padre.

Porqué la vida cristiana es esto: unidos a Jesucristo, viviendo en Cristo, nos dirigimos al Padre.

Contemplemos al hijo pequeño. ¿Qué hace? ¿Cuál es su pecado? Su pecado es querer realizarse siguiendo su propia voluntad, lejos del Padre.

Esto también nos pasa a nosotros: muchas veces sabemos que Dios nos pide una cosa (Dios que habla en nuestra conciencia) pero hacemos otra. Nos queremos realizar al margen de su voluntad.

Contemplemos el amor del Padre hacia su hijo pródigo: el padre salía cada día a esperarlo, y miraba al horizonte, por eso lo ve de lejos, "lo vio y se conmovió; y, echando a correr se le echó al cuello y se puso a besarlo". Es impresionante este abrazo del Padre. Un abrazo que acoge, que perdona, que restaura, que rehace lo que el pecado había destruido. Un abrazo que acaba en fiesta.

Este amor del Padre hacia el hijo lo hemos de proyectar sobre nosotros. Muy importante, como antes decíamos: contemplar, actualizar, hacernos presente este amor, porqué vivir en este amor es una fiesta.

El sacramento de la reconciliación, podríamos decir que es el espacio donde se actualiza este abrazo. Cada vez que nos confesamos recibimos el abrazo incondicional del Padre. Un abrazo que acoge, que perdona, que restaura, que rehace lo que el pecado había destruido. Un abrazo que acaba en fiesta. A veces, vamos a confesarnos muy pendientes de nuestros pecados y poco pendientes de este abrazo.







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