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Domingo III Tiempo de Pascua:

Sun, 14 Apr 2013 00:31:00
 

CAMINEO.INFO.-

HECHOS DE LOS APÓSTOLES 5, 27 b-32. 40b-41
SALMO
29
APOCALIPSIS
5, 11-14
JUAN 21. 1-19


En la primera lectura, Pedro, en respuesta a los judíos que le han detenido, hace una catequesis magnífica sobre la esencia de la fe cristiana, que a nosotros, cristianos del siglo XXI nos dice mucho.

Empieza diciendo Pedro: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Frase fuerte, frase que debe iluminar nuestros comportamientos. Sólo cuando meditemos y consideremos frases como estas podremos conseguir hacerlas vida. Esta frase que nos recuerda el primer mandamiento de la ley de Dios: “Amar a Dios sobre todas las cosas”.

Después Pedro expone dos hechos históricos: el primero es que los judíos provocaron la muerte de Jesús y el segundo que Dios ha resucitado a Jesús. Nuestra fe se fundamenta en la historia. No es la fe la que da lugar a la historia, es la historia la que da lugar a la fe.

A veces, en los momentos de duda, es bueno recordarlo: nuestra fe nace de unos hechos históricos, es la persona histórica de Jesús la que da lugar al cristianismo. No son invenciones, fabulaciones, ni un Dios distante y lejano.

Es muy bueno cuando tenemos conversaciones “apologéticas”, hacer aterrizar todo lo que dicen en la historicidad de Jesús. Confrontarlos con la historicidad de Jesús, que obliga a definirse delante de su persona. ¿Existió o no existió? Y si existió ¿era un buen hombre o era el Hijo de Dios?

Cuando nos digan: “sí, pienso que alguna cosa ha de haber”, o “yo soy agnóstico, de Dios no podemos saber nada, ni niego, ni afirmo”. Confrontémoslos con el Jesús histórico, que no vuelen tan arriba, que bajen a la historia, a los hechos históricos.

Gran lección la que nos da Pedro, al hacer catequesis partiendo de hechos históricos.

Después Pedro hace una afirmación de fe: “La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador”. Afirmación identidaria referida a Jesús. Como hemos dicho muchas veces, la identidad de Jesús es fundamento de nuestra fe. Hemos de meditarlas.


¿Y dónde lleva esta identidad, este ser “Jefe” y “Salvador”? Nos lleva a la conversión y al perdón de los pecados. Entendidos como un espacio donde se hace posible recapacitar, arrepentirse, comenzar de nuevo de la mano de Jesús Resucitado.

Jesús Resucitado ha vencido el pecado, nosotros unidos a Él experimentamos esta victoria en nosotros. Una victoria, lenta (no lo vencemos de golpe), que implica esfuerzo (participamos de su victoria, pero hace falta nuestra implicación total), una victoria que vemos que nos abre una puerta fundamental para ser felices: poder amar verdaderamente. Cuanto más pecado hay en nuestra vida, menos capacidad de amar, cuanto menos pecado hay más capacidad de amar.

Por esto hablamos de la vida nueva que nos trae Jesucristo resucitado. Radicalmente diferente de la que tendríamos si Él no estuviera presente en nuestra vida.

Esto liga con el evangelio: los discípulos no han pescado nada, otra vez, toda la noche poniendo empeño y no han pescado nada. Y llega Jesús y su presencia y su palabra todo lo transforma, y se produce la pesca milagrosa.

La presencia de Jesús en nuestra vida también lo transforma todo. Y si no transforma, es que no está presente.

Es muy bonito notar como en este evangelio, se realiza esta presencia: en medio del trabajo. Esto también nos pasa: Jesús resucitado se hace presente en nuestra vida cotidiana, diaria, y a nosotros, como a los discípulos, nos cuesta verlo, descubrirlo, reconocerlo. No olvidemos nunca que Él se hace presente en nuestra vida cotidiana y que nosotros hemos de descubrirlo.

También es muy entrañable que Jesús prepare el almuerzo. Los discípulos han estado toda la noche trabajando, están hambrientos, y Jesús sensible a sus necesidades, y a las nuestras, les prepara un almuerzo, que comporta un dinamismo de relación, de encuentro, de diálogo, de fraternidad. También Jesús quiere almorzar con nosotros. Una de les diez propuestas que os hacía para el Año de la Fe, era hacer cada día un café con Jesús. De tanto en tanto, quedamos con amigos para hacer un café y hablar un rato. Lo mismo hemos de hacer con Jesús, para hacer posible este dinamismo de encuentro, de relación, de diálogo que Él quiere tener con nosotros.

Acaba diciendo Pedro: “Testigos de esto somos nosotros”. Viene a decir Pedro … de todo esto, de esta síntesis catequética, nosotros hemos hecho experiencia, y por tanto, somos testimonios. No explicamos teorías, exponemos nuestra vida...

Todos nosotros somos llamados a tener una experiencia de Dios que nos haga testimonios, de mil maneras diferentes, de su amor misericordioso por los hombres.







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