Festividad de Nuestra Señora del Pilar.

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1.- Es un destello de la presencia de Dios. Si María ha sido grande en la memoria histórica de nuestros pueblos, es precisamente, porque Dios fue especialmente acogido en la persona de Jesús en los pueblos y ciudades de habla Hispana.

¿Podemos seguir diciendo esto actualmente? La Virgen del Pilar, entre otros muchos sentimientos, evoca la fortaleza de la fe. Aclamar a María, como patrona de la Hispanidad, nos tiene que interpelar en lo más hondo de nuestras entrañas sobre el cómo vivimos nuestra vida de cristianos. No hace mucho tiempo, políticos asistentes a una celebración religiosa, se enojaban porque el Obispo que presidía la Eucaristía había sido especialmente “duro” en sus apreciaciones.

Lo cierto es que, el culto a María, no se puede quedar en la belleza estética de un rosario o de una corona, en el esplendor de un manto o de un templo levantado en honor de Ella. Eso, además de ser expresión de la devoción de un pueblo, sería incompleto si no nos llevase a seguir con todas las consecuencias y con cierta radicalidad, a Aquel que María nos trae entre sus brazos: Cristo.

2.- Desde siglos pretéritos, la figura de la Virgen del Pilar, está asociada a los inicios de la evangelización. De nuevo, hoy más que nunca, necesitamos de su estímulo e intercesión para comenzar a construir nuevos cimientos de fe en las generaciones que llaman a nuestras puertas, que conviven junto a nosotros, pero que débilmente o con muchas dificultades conocen la persona de Jesús de Nazaret.

A Santiago Apóstol, nos cuenta la tradición, María le prometió su asistencia permanente en su apostolado. Volvamos también nuestros ojos, en este 12 de octubre, y hagámosle sabedora de los avatares en los que nos debatimos. De las arenas movedizas en las que son engullidos tantos amigos nuestros porque no resisten al vendaval del materialismo, secularización o del simple pragmatismo. La Virgen del Pilar, asentada sobre roca firme, ha resistido las idas y venidas del río Ebro a su paso por Zaragoza. ¿Tan frágiles vamos a ser nosotros de no hacer frente a esas otras inundaciones amorales y relativistas que nos asolan?

3.- La festividad de la Virgen del Pilar tiene connotaciones de sano optimismo. Nunca serán mayores las dificultades que la fortaleza que imprime la fe. El testimonio de los cristianos, se hace operativo, real y visible, cuando no acompaña el ambiente. En los obstáculos es donde María va poniendo pilares para que vayamos apoyándonos y descubriendo los signos de la presencia de Dios. “Tú permaneces como la columna que guiaba y sostenía día y noche al pueblo en el desierto” (Sab18, 3; Ex 13, 21-22)

Es reconfortante recurrir a ese paraíso de nuestro pensamiento y soñar con aquel momento estelar donde, María, se convirtió en estrella de la evangelización en nuestra tierra. Fue por delante y alumbró con su presencia todos los esfuerzos de Santiago por sembrar el campo de España con la semilla de la fe. Avanza, hoy también, abriéndonos el camino y dándonos pistas para que Jesús sea proclamado y amado en la realidad donde nos toca vivir.

Teniendo tanto por hacer, hoy en el día de la Virgen del Pilar, no tenemos derecho al pesimismo, a la desesperanza o a la falta de entusiasmo en nuestra acción evangelizadora. Tenemos un Pilar que sostiene nuestro amor a Cristo: María. Descubrir a María, en este camino, ha sido para el pueblo cristiano –y lo es también para nosotros- un orgullo y un motivo para alabar más y mejor a Dios. ¡Bendita y alabada sea la hora, en que Maria Santísima vino a Zaragoza!