CAMINEO.INFO.-
Sof 3, 14-18a
Sal 84
Filp 4, 4-7
Lc 3, 10-18
Queridos hermanos y hermanas,
Estamos celebrando y viviendo el III domingo de Adviento. Hoy las lecturas nos hacen una invitación a la alegría, al gozo. No a una alegría de contar chistes, sino a una alegría interior, profunda, espiritual, que nace de nuestra esperanza, “El Señor está cerca”.
La primera lectura nos exhorta a la alegría con estas palabras: “Da gritos de alegría, exulta de júbilo, alégrate de todo corazón, Jerusalén!. Esta debe ser nuestra actitud ante el Señor que viene.
Alegría y gozo porque Jesús viene con la intención de renacer en nuestros corazones, alegría y gozo porque nos quiere comunicar sus gracias. Alegría y gozo arraigados en una esperanza fuerte, en un deseo intenso, de que él viene y renacerá en nosotros.
En la segunda lectura San Pablo nos dice “Estad. Siempre alegres en el Señor, os lo repito estad alegres, ... que nada os angustie”.
Es interesante destacar que esto SP lo dice desde la prisión. Estar “en el Señor” le permite vivir esta circunstancia trágica y dura con alegría.
En el lenguaje cotidiano no decimos nunca “alegrarse en” una persona. Sino más bien decimos “alegrarse con una persona” o “alegrarse por una persona”. SP habla de alegrarse “en el Señor”. La nuestra es una alegría un poco especial nace de una relación, de una experiencia de comunión con Jesús nuestro Señor. Nos alegramos en el Señor. Vale la pena velar para que así sea: que nuestro principal motivo de alegría no sean las comidas, ni los regalos, sino Jesús que va a nacer en nosotros de un modo nuevo, si le dejamos.
Segunda idea: La preparación de la venida del Señor no es sólo espiritual. La preparación de la venida del Señor no se limita a unas actitudes en nuestra oración, no se limita a tener una deternimadas esperanzas, no se limita a una intensificación de la contemplación de la encarnación de Dios. La preparación de la venida del Señor también debe manifestarse en nuestro modo de vida. Le acogemos no solo desde nuestro corazón y nuestro espíritu, también le debemos escoger desde nuestras obras. (oración colecta semana I de adviento)
En la lectura del evangelio de hoy San Juan Bautista predica la llegada del Mesías, pero para que se pueda acoger esa llegada del Mesías, SJB predica un bautismo de conversión, predica un cambio de vida. Y ese cambio de vida es el que predispone para acoger al Mesías.
Por eso la gente se acerca a Juan y le pregunta (tres veces) ¿qué hemos de hacer?. SJB les da respuestas concretas, para llevarlas a la práctica: “El que tenga dos túnicas que de una al que no tiene ninguna, y el que tenga comida que haga lo mismo”.
Para acoger la venida del Señor deberemos cambiar de vida. Nos lo dice la liturgia, nos lo dice la Palabra de Dios. Hemos de entrar en oración y preguntarle al Señor “¿Qué hemos de hacer?.” El nos suscitará las respuestas si nos abrimos a su acción. No podemos reducir la Navidad a unos días donde hay buenos sentimientos y ya está. Cambios concretos.
A los cristianos nos cuesta a veces hacer este salto de las creencias a la vida y pondré dos ejemplos de ello.
1. Hace un tiempo en un grupo de adolescentes: teníamos un encuentro de chicos y chicas de la ESO de todo el obispado y teníamos que hacer un video de 20’ - 1 minuto sobre la diferencia de ser cristiano. Yo les pregunte ¿qué cosas nos distinguen a los cristianos de los demás?...
Respuestas: estamos bautizados, rezamos, vamos a misa. Pero no dijeron nada de la vida, de la praxis, no hablaron de amor al prójimo, de amar a los enemigos, de acercarse a los pobres, a los ancianos, a los necesitados, de perdonar siempre.
¿Por qué? Porque su cristianismo, y el que palpan en el ambiente, es un cristianismo poco enraizado en la vida. Unos actos de culto pero que afectan poco al modo de vivir.
2. El segundo ejemplo es una frase de un obispo dicha en una conferencia. Una frase que manifiesta lo que estoy diciendo: “Vivimos como los ateos ... pero vamos a misa”. Pienso que esto, en parte, nos está pasando. La creencia, demasiadas veces, no ha llegado a la vida.
Es propio del new age, y estas nuevas formas de religiosidad, la falta de un compromiso de vida. Nosotros no podemos caer en el mismo error.
Esta semana en nuestra oración a Dios :¿qué obras concretas hemos de hacer para facilitar el renacimiento del Señor en nuestros corazones?
Quizá será hablar con ese hermano o hermana con el que hace años que no hablamos.
Quizá será pedir perdón a aquel que confió en nosotros y le fallamos.
Quizá será vivir un voluntariado y no ver tanta TV.
Quizá será visitar a ese enfermo que sabemos que está muy solo.
Quizá será dejar de ignorar a los pobres ...
Quizá será dejar de mirarnos el ombligo y estar más atento a los demás.
Si damos ese paso entonces brotará en nuestros corazones la alegría de la que nos hablaba San Pablo.
