CAMINEO.INFO.-
Baruc 5, 1-9
Sal 125
Filipenses 1, 4-6.8-11
Lucas 3, 1-6
Queridos hermanos y hermanas,
Estamos celebrando el II domingo de adviento. Las lecturas de hoy nos quieren ayudar a vivir más plenamente este tiempo litúrgico. Hemos de entrar en el ritmo del adviento para poder recibir todas las gracias que el Señor nos quiere conceder.
Hoy las lecturas que hemos leído nos están diciendo: ¡esperanza!, ¡tened esperanza! Dios nos quiere comunicar el don de la esperanza en este tiempo de adviento, y en especial en esta eucaristía.
Esperanza de que es posible un cambio radical. Da pena ver la situación de la fe en nuestra sociedad y en Cardedeu: poca práctica religiosa, comunidad envejecida, dificultad para incorporar nuevos miembros. Pero el plan de Dios no es éste, Dios desea otra cosa. Puede haber un cambio. Dios nos ha hablado en la primera lectura y nos ha dicho a nosotros:
“Jerusalén (nosotros podemos decir Cardedeu), despójate de tu vestido de luto y aflicción y vístete las galas perpetuas de la gloria que Dios te da, envuélvete en el manto de la justicia de Dios, y ponte en la cabeza la diadema de la gloria del Eterno”.
La primera lectura nos habla de que Dios viene y lo transforma todo. Dios quiere venir a nuestros corazones, a nuestra parroquia, a nuestro pueblo y transformarlo todo. Es necesario que ésta sea nuestra esperanza, nuestro deseo.
Si en el siglo XIX no hubiera habido unos científicos que tuvieron la esperanza de encontrar un remedio contra la tuberculosis, ahora aún moriría gente de tuberculosis. La esperanza que tenían les llevó a poner unos medios por tal de encontrar el remedio, y lo encontraron.
¿Deseamos que la vida cristiana vaya creciendo en Cardedeu? ¿Esperamos que mejore? Nuestra sociedad vive un dinamismo de descristianización... ¿esperamos que esto cambie? ¿Por qué nada no cambia y todo va empeorando? En parte es porque no esperamos nada, porque no tenemos esperanza...
Hace unos años en un Sínodo de Obispos europeos decían que si Europa ha perdido la fe es porque antes ha perdido la esperanza.
Si nosotros tenemos esperanza de que las cosas pueden cambiar, entonces pondremos los medios para que las cosas cambien.
Resumiendo:
. Dios quiere cambiar las cosas... Dios no quiere...
. Dios puede cambiar las cosas... Suya es la victoria.
. Dios quiere nuestra colaboración para cambiarlas.
¿Cómo podemos colaborar para que las cosas cambien? El evangelio nos da la respuesta: nos dice el profeta Isaías y Juan Bautista: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”. Jesús quiere venir de una manera nueva a nuestra vida, a nosotros nos hace falta prepararle el camino. En estas palabras tenemos un resumen de cuál ha de ser nuestra actitud en el adviento.
Es Dios que nos dice “Preparad el camino del Señor....” no podemos quedar indiferentes delante de esta exhortación. ¿Qué estamos haciendo o qué haremos nosotros para preparar el camino del Señor, para allanarle sus senderos?
Dios no puede forzar nuestro corazón, el corazón del hombre sólo se abre por dentro, no se puede abrir desde fuera. Dios quiere entrar, pero nos es preciso a nosotros abrirle el corazón, por esto en el libro del Apocalipsis Dios nos dice: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz y abre la puerta, yo entraré a él y cenaré con él y él conmigo.” Y esta cena/encuentro lo cambia todo.
¿Cómo podemos abrir una ruta al Señor, cómo podemos allanarle el camino? La respuesta también nos la da el evangelio: El evangelio nos explica como Juan Bautista recibe la Palabra de Dios en el desierto.
Desierto quiere decir: silencio, búsqueda de la esencialidad, luchar contra la propia soberbia, quiere decir repensar el sentido de nuestra vida, quiere decir repensar nuestras relaciones humanas, vivir en profundidad, lejos del ruido y de las vanas preocupaciones del mundo.
A todos nos hace falta, tranquilidad, una cierta soledad, paz, silencio interior, no para aislarnos, sino para escuchar la vida, escuchar las personas, escuchar la Palabra de Dios.
En este adviento a todos nos hace falta hacer desierto. La figura de San Juan Bautista es modelo en el tiempo de adviento, porque se retira al desierto, el desierto es el lugar donde nos abrimos al Señor que nos quiere hablar al corazón.
Si tenemos esperanza, un deseo intenso, de que Él venga a nosotros y nos transforme, entonces, le prepararemos el camino y le allanaremos los senderos...
