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Is 6, 1-2a.3-8
Salmo: 137
1Cor 15, 1-11
Lc 5, 1-11
Hoy el evangelio nos vuelve a suscitar el que os hable de la Palabra de Dios ante la maravillosa catequesis que hoy nos presenta San Lucas sobre la Palabra.
Hace dos domingos vimos con que unción, con que respeto, con que veneración, el Pueblo de Israel vivía la proclamación del libro de la ley que se había hallado reconstruyendo el templo. Hoy el evangelio dice: “la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios”. El evangelista San Lucas remarca, resalta, la importancia de la Palabra de Dios para que nosotros le demos importancia en nuestras vidas. Contraste entre nuestra actitud ante la Palabra y ese aglomerarse para escucharla que relata el evangelio. Leemos cada domingo el evangelio para avanzar en nuestro seguimiento de xto.
Pero no acaba aquí la catequesis de Lucas sobre la Palabra: Hoy Jesús le dice a Pedro: “Rema mar adentro, y echad las redes para pescar”. Pedro contesta maestro: “hemos pasado toda la noche bregando y no hemos cogido nada”. Pero Pedro añade: “pero por tu palabra echaré las redes”. Por tu palabra, porque confío en tu palabra, echaré las redes.
Y la palabra de Jesús resulto eficaz, la Palabra de Jesús produce lo que dice. Pedro confía en la palabra de Jesús ¿y nosotros?. La palabra de JC no es menos eficaz hoy de lo que era entonces. Tenia entonces una eficacia inmediata (lo hemos visto hoy) y hoy sigue teniendo la misma eficacia para producir cambios en nuestra vida espiritual, social o intelectual.
La Palabra de Dios es una actividad divina que produce infaliblemente efecto. Si JC me dice en el evangelio que “busque el último puesto”, “que ame a los enemigos”, “o que lo venda todo y lo de a los pobres”, eso significa que El me da una inclinación (unas gracias) para que busque el último puesto, …, …, De aquí la importancia de tener una gran cercanía a la Palabra de Dios, porque Dios actúa a través de la Palabra.
Cuando se dice que el evangelio es muy difícil hay que matizarlo porque no es así. Para un paralítico no es fácil ni difícil andar, es imposible, pero cuando JC le cura puede hacerlo. Aquí pasa lo mismo, no es fácil ni difícil que yo busque el último puesto, no es fácil ni difícil que ame a los enemigos, no es fácil ni difícil que lo venda todo y lo de a los pobres. Es imposible por mí mismo.
No se puede hablar de que es fácil o difícil, es un don. Un don que vamos recibiendo en función de nuestra proximidad a la persona de JC. Demasiadas veces queremos vivir un cristianismo voluntarista (yo, mi voluntad, mi esfuerzo, mis capacidades) y no fundamentado en la transformación que la comunión con Él opera en nosotros.
En la primera lectura el profeta Isaías, dibuja una visión del cielo. El Señor está sentado en su trono, los serafines lo proclaman tres veces santo. Ante esta grandeza el profeta se siente impuro. Esta lectura nos ayuda a darnos cuenta de la inmensidad de Dios y de nuestra pequeñez. Nos hace bien contemplar la inmensidad de Dios, cerrar los ojos e “imaginar” la inmensidad de Dios, su grandeza, su infinitud, y sobretodo su amor hacia cada uno de nosotros. La experiencia de todo ello nos sitúa en el mundo de otra manera.
Hoy la primera lectura y el evangelio nos hablan de la elección y la misión. En la primera hemos contemplado la espectacular elección de Isaías y en el evangelio hemos contemplado, especialmente, la de Pedro. Es importante prestar atención a este tipo de textos (textos vocacionales) porque todos hemos sido elegidos por Dios y a todos se nos ha encomendado una misión. Y estos textos nos iluminan aspectos de nuestra vocación.
La vocación no es una cosa exclusiva de los curas y las monjas. La vocación, que significa llamada, es algo que vive todo cristiano. Todos tenemos una vocación (al sacerdocio, al matrimonio, a la vida religiosa, ...) y una misión a desarrollar desde esa vocación.
Vocación y misión, forman un binomio inseparable para un cristiano. Dios me ha llamado a una vocación concreta que conlleva una misión. La vocación más o menos ya la tenéis definida, pero ¿y la misión? ¿Cómo llevar a cabo la tarea, la misión que tenemos?. Sólo la comunión con JC nos llevará a descubrir la misión que Dios quiere de nosotros y las fuerzas para llevarlas a cabo.
La escena del evangelio de hoy es significativa. Pedro y sus amigos están toda la noche pescando y nada. Se pesca de noche, que es cuando los peces suben a la superficie, y de día bajan a las profundidades. Y cuando es de día … Jesús les dice que vayan a pescar. Nunca han pescado de día, se lo está diciendo un nazareno, Nazaret no está junto al mar, ni junto a ningún lago.
Jesús no ha sido nunca pescador. Y a pesar de todo ello Pedro obedece. En la pesca de hombres Jesús es el que sabe pescar y debemos pedirle que nos enseñe.
Nosotros no sabemos pescar, si supiéramos aquí estarían vuestros hijos, vuestros nietos, vuestros maridos, etc. Nosotros no sabemos, Jesucristo sí sabe pescar. A él debemos preguntarle, implorarle que nos enseñe, para cumplir con nuestra misión.
